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Crítica de 'Panic': arriesgarse o morir (de aburrimiento)

En el nuevo thriller de Prime Video, un grupo de adolescentes participa en un peligroso juego para salir de su anodino pueblo tejano

Crítica de 'Panic': arriesgarse o morir (de aburrimiento)

Crítica de 'Panic': arriesgarse o morir (de aburrimiento) / Prime Video

Juan Manuel Freire

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"Cada pueblo tiene un secreto. El nuestro tiene un juego", dice la voz en off al principio de 'Panic', antes de contarnos cómo empezó dicho entretenimiento, quién puede participar y en qué consiste. Igual que todo en la ficticia Carp, empezó en verano, cuando nada hay que hacer por allí. Participan los recién graduados en el instituto: la recompensa económica puede ser su única posibilidad de huir del agujero negro donde les ha tocado crecer. El juego tiene de todo: saltos desde alturas imposibles, equilibrios sobre el vacío, trampas y robos, ratas y arañas… Por algo se llama Pánico. Sea como sea, más miedo da la idea de no salir de Carp.

Creado por Lauren Oliver a partir de su propia novela 'Pánico (Sin límites)', este thriller juvenil integra las competiciones distópicas de tanta literatura 'young adult' en el contexto reconocible del pequeño pueblo donde nadie es inocente. La sombra de 'Twin Peaks' sigue siendo alargada. Aquí hay un 'sheriff' aparentemente recto (Enrique Murciano) que, como Harry S. Truman, tiene una amante secreta. Y dato curioso: su esposa está encarnada por Moira Kelly, sustituta de Lara Flynn Boyle en el papel de Donna Hayward en 'Twin Peaks: Fuego camina conmigo'. 

También como 'Twin Peaks' y en general todo Lynch, 'Panic' es una historia de inocencia corrompida. La protagonista, Heather Nill (Olivia Welch, vista en 'Creedme'), es a los ojos de sus amigos y conocidos una chica apocada, sin carácter, incapaz de competir. Pero después de que su desastrada madre Sherri (Rachel Bay Jones) le robe sus ahorros para la universidad, sorprende a todos apuntándose a la más tristemente famosa competición local. Sin mucho que perder, poco puede ya temer.

Atreviéndose a dar ese Salto Inaugural desde la parte más alta de una montaña, Heather salta un poco al lado oscuro de la vida. Empieza a hacer un acercamiento al chico malo del lugar, Ray (Ray Nicholson), mientras se distancia poco a poco (no siempre por voluntad propia) de sus amigos de siempre, el modélico Bishop (Camron Jones) y la aspirante a actriz Natalie (Jessica Sula), única del grupo que había mostrado interés por Pánico hasta hace poco. Mientras los chicos superan (o no) las pruebas y se producen aproximaciones amorosas, puñaladas traperas y giros inesperados, la policía del lugar trata en vano de adivinar por una vez los pasos de los Jueces, anónimos organizadores del juego.

'Panic' llega a nuestras pantallas en el momento adecuado, cuando el calor empieza ya a acechar y el cuerpo pide distracción sin excesiva complicación. Lo tiene todo para convertirse en un 'sleeper' considerable: furor hormonal, triángulo amoroso, suspense y misterio, episodios ágiles (43 minutos en lugar de la casi hora de rigor actual)… En el tercer capítulo, Oliver quiere presentar su divertimento juvenil como un drama adulto sobre la pérdida y resbala notablemente, pero se lo perdonaremos por el impecable 'cliffhanger' que corona dicha entrega. 

E incluso cuando se olvida de ser divertida, 'Panic' sigue siendo un placer sensorial. Ry Russo-Young, quien ya dirigió la adaptación de otra novela de Oliver, 'Si no despierto', impone un factor de estilización que después siguen Megan Griffiths ('Room 104') o Jamie Travis ('Rétame'). La rica fotografía de Todd McMullen ('Friday night lights') y la música sintética cofirmada por Isabella Summers (teclista de Florence and the Machine) y Brian H. Kim colaboran en la creación de una atmósfera envolvente. Incluso cuando más trash, 'Panic' no deja de tener su clase.