CRÍTICA DE SERIE

Crítica de 'La conjura contra América': un pasado ficticio pero reconocible

El creador de 'The wire' adapta la profética novela de Philip Roth sobre unos Estados Unidos en manos de un demagogo racista

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Juan Manuel Freire

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David Simon, célebre creador de 'The wire', hizo una excepción y tomó una obra ajena como referencia para su última serie, que preparó al mismo tiempo que la temporada final de 'The Deuce (Las crónicas de Times Square)'. Para no ponerse las cosas fáciles, quiso adaptar una novela de Philip Roth, autor conocidamente difícil de llevar a la pantalla; es rara la adaptación (una de las mejores es 'Indignación', de James Schamus) que consigue capturar su voz y, a la vez, hacerla cinematográfica.  

Apoyado en la gesta por su viejo colega Ed Burns, Simon contaba al menos con la ventaja de haber elegido un libro bastante basado en la trama. 'La conjura contra América' es un thriller (falsamente) histórico sobre unos Estados Unidos donde, en 1940, las elecciones no las habría ganado el demócrata Franklin D. Roosevelt sino el republicano Charles A. Lindbergh, héroe nacional convertido en político de discurso demagogo y voluntad aislacionista.

¿Novela profética? Y tanto. Si quitamos la parte de 'héroe nacional', podríamos estar hablando de Donald Trump, quien, también como Lindbergh, siente fascinación por algún que otro dictador extranjero. Todas las series de Simon son una llamada urgente a la justicia social, también las situadas en tiempos pasados, y esta no es excepción: le interesa que los espectadores reconozcan los paralelismos y vean el presente a través de esta versión del pasado.

La serie se separa del libro en aspectos importantes, empezando por el punto de vista, que pasa de ser exclusivamente de un falso Philip Roth adulto, ensimismado en sus recuerdos de infancia, a repartirse entre toda una familia judía de Newark. Se exploran sus reacciones a un momento político de confusión, división y desconcierto. En el lado correcto de la historia están el padre, Herman (Morgan Spector), que rechaza un ascenso porque supondría llevar a su familia a un vecindario hostil hacia los judíos, o una madre, Bess (Zoe Kazan), con la brújula moral en perfecto estado. En el equivocado, gente como la tía Evelyn (Winona Ryder), cómplice de Bengelsdorf (John Turturro), rabino ultraísta de Lindbergh.

En su esencia, la serie es puro Simon, pero esta vez el 'showrunner' ha apostado por un estilo casi más visual que discursivo; los directores se permiten lances virtuosos y todo fluye con un ímpetu (melo)dramático ausente en otras obras del autor. Las decisiones de dirección, montaje, fotografía o banda sonora parecen responder a la voluntad de hacer un producto accesible. Que no siempre agradable: aquí la historia acaba siendo más oscura que en el libro, cuyo final algo arbitrario se encarga Simon de reconducir a terrenos más ambiguos.