Isaki Lacuesta explora el doble crimen de Almonte

El cineasta gerundense Isaki Lacuesta lleva toda su carrera explorando las fronteras del documental, a menudo en proyectos que hacen equilibrios entre lo real y lo inventado, entre ellos 'Cravan vs. Cravan' (sobre el boxeador y poeta Arthur Cravan), 'Los pasos dobles' (a partir del taller de Miquel Barceló en África) o el famoso díptico formado por 'La leyenda del tiempo' y 'Entre dos aguas'.

Con la miniserie de dos capítulos 'Bajo escucha. El acusado', cuyo estreno se preveía para este jueves, pero ha sido retrasado por Movistar+ (más información al final de esta pieza), Lacuesta se sumerge en una parcela de la no ficción que le quedaba por revisar, una muy en auge, la de reevaluación de crímenes reales. El acusado del título es Francisco Javier Medina, único acusado (absuelto en hasta tres ocasiones) por el tristemente famoso doble crimen de Almonte (Huelva) de abril del 2013. Miguel Ángel Domínguez y su hija María, de ocho años, fueron asesinados en su propia casa con extraña saña: el padre recibió 47 cuchilladas, la niña hasta 104. 

Las primeras hipótesis señalaban al propio padre como asesino y suicida, pero pocos días después se buscaba a posibles enemigos de Miguel Ángel. El principal sospechoso acabó siendo Medina, quien mantenía una relación secreta con Marianela Olmedo, esposa de Miguel Ángel y madre de María. Algunas piezas encajaban en la idea de crimen pasional: el exceso de cuchilladas o la herida en forma de cruz en la espalda de Miguel Ángel, especie de señal de victoria según los criminólogos. Además, se encontraron restos del ADN de Medina en unas toallas. Pero tres tribunales creyeron que no había pruebas suficientes para condenarle y, a día de hoy, el caso sigue sin resolver.

Lo que no hay es lo que importa

Producida por Movistar+ en colaboración con Bambú, productora ya responsable de 'El caso Asunta (Operación Nenúfar' y 'El crimen de Alcàsser', la serie de Lacuesta no es periodismo de apología al estilo de 'Making a murderer'. Este proyecto no se basa en salvar ni condenar al antiguo acusado; aquí se intenta colocar un puñado de materiales y testimonios sobre la mesa para que el espectador saque sus propias conclusiones. Lacuesta, de nuevo, como en otras partes de su filmografía, pidiendo una mirada activa.

La visión autoral se manifiesta tanto en lo que hay como en, sobre todo, lo que no hay: ni una música especialmente dramática, ni grandes efectismos o tics de cine de género, ni ritmo trepidante… El material que se maneja es lo bastante sobrecogedor como para no necesitar ciertos subrayados. Cuando el director salta de lo más periodístico a lo más cinematográfico, lo hace con elegancia y un cierto lirismo triste, una melancolía que parece vinculada a veces con el olvido al que hace frente la sociedad rural.

Las confidencias de Medina

Lacuesta y equipo entrelazan hábilmente escuchas policiales de los días de la investigación (de ahí el título de la serie), imágenes de juicio y nuevas entrevistas al jefe de la UCO encargado de la investigación, los abogados de Francisco Javier y Marianela o el propio Francisco Javier; esta última, quizá la baza más llamativa de la producción, dado que el acusado evitó hacer declaraciones públicas durante el proceso judicial.

Aquí y ahora, Francisco Javier se presta a hablar de un puñado de temas, incluyendo los inicios de su relación con Marianela, a la que conoció, como a Miguel Ángel, trabajando en Mercadona. Cuenta por qué le gustaba esa mujer y cómo su relación de amistad se estrechó después de que él tuviera un accidente de caza. Falta aquí la otra versión de esta historia, la de Marianela, alejada de Huelva y de los focos tras el juicio popular al que fue sometida en las redes sociales.