Psicología

La crisis de los 30: ¿qué es y cómo afrontarla?

Evaluar nuestros pasos puede llevarnos a un mayor bienestar emocional

Un chico joven paseando

Un chico joven paseando / 123RF

Ángel Rull

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La crisis de los 30 es un fenómeno psicológico que se manifiesta en algunos adultos al acercarse o al cumplir los treinta años. Este proceso es parte del desarrollo humano y se caracteriza por una evaluación crítica del camino recorrido hasta el momento. No se trata de una enfermedad o un trastorno, sino más bien de un período de evaluación que puede conducir a un significativo crecimiento personal.

Durante esta etapa, es común que las personas realicen un balance entre lo que habían planeado alcanzar en sus vidas y lo que efectivamente han logrado. Este análisis puede generar inquietudes sobre si uno ha vivido a la altura de sus propias expectativas o de las impuestas por la sociedad. Los cuestionamientos pueden incluir aspectos como la carrera profesional, la situación sentimental, la estabilidad económica o el nivel de satisfacción general con la vida.

Esta crisis puede llevar a sentimientos de insatisfacción y a la necesidad de un cambio drástico. Sin embargo, también ofrece la oportunidad de realinearse con los deseos y necesidades más auténticos, permitiendo a la persona redefinir su sentido de propósito y encontrar nuevos caminos para su realización personal.

¿Se relaciona con la crisis del cuarto de vida?

La crisis de los 30 y la crisis del cuarto de vida comparten varias similitudes, ambas representan momentos de introspección y duda profunda sobre el curso de la vida. La crisis del cuarto de vida, que generalmente ocurre en los veintitantos años, es frecuentemente una respuesta a las presiones de convertirse en un adulto independiente y autónomo, y a las dificultades asociadas con el inicio de la carrera profesional y la vida independiente.

A diferencia de la crisis del cuarto de vida, la crisis de los 30 suele ser más intensa en cuanto a la reflexión sobre decisiones de vida a largo plazo. A esta edad, muchos se preocupan por haber o no establecido una base sólida para su futuro, tanto en lo personal como en lo profesional. La proximidad de la edad adulta propiamente dicha puede hacer que estas inquietudes sean especialmente pungentes.

Entender que estas crisis son etapas normales del desarrollo puede ayudar a las personas a manejarlas con mayor serenidad. Ambas son transiciones que, aunque complejas, son esenciales para el crecimiento personal y la madurez emocional.

¿Qué beneficios nos aportaría a largo plazo?

Afrontar la crisis de los 30 no tiene por qué ser únicamente un reto; también puede ser una oportunidad para un redescubrimiento personal. Esta etapa permite evaluar y reajustar la dirección de la vida según valores y deseos más maduros, lo que puede conducir a decisiones que aumenten la felicidad y la plenitud a largo plazo.

Además, este periodo puede fortalecer la resiliencia emocional. Aprender a navegar por la incertidumbre y hacer cambios conscientes puede proporcionar herramientas valiosas para enfrentar futuros problemas de la vida. Esta madurez emocional facilita una mejor gestión de las expectativas y una mayor capacidad de disfrutar de lo que la vida ofrece.

Consejos para afrontar la crisis de los 30

A través de este proceso de introspección, es posible identificar y deshacerse de las expectativas que no coinciden con los deseos personales reales. Esto puede incluir cambios de carrera, modificaciones en el estilo de vida o mejoras en las relaciones personales. El resultado de enfrentar y superar esta crisis a menudo es una vida más alineada con lo que verdaderamente importa para el individuo.

Estos son los consejos que podemos seguir para afrontar la crisis de los 30:

1. Reflexiona sobre tus logros

Toma tiempo para evaluar lo que has conseguido hasta ahora. Reconocer tus éxitos, no solo en términos de carrera sino también en desarrollo personal, puede proporcionarte una base de confianza para hacer futuras decisiones.

No minimices tus logros, cada paso que has dado ha contribuido a quien eres hoy. Esto puede incluir desde terminar estudios, hasta superar retos personales o construir relaciones duraderas.

Apreciar lo que has logrado te ayudará a poner en perspectiva los retos actuales y a valorar más tus capacidades para superar obstáculos.

2. Define tus valores personales

Identificar claramente tus valores te ayuda a tomar decisiones que se alineen con lo que realmente consideras importante. Dedica tiempo a reflexionar sobre lo que valoras más, ya sea la familia, la carrera, la salud o la creatividad.

Una vez definidos tus valores, puedes empezar a establecer metas que estén en consonancia con estos. Esto hará que tus decisiones y acciones sean más coherentes y satisfactorias.

Recordar tus valores en momentos de duda puede servir como una brújula interna, guiándote a través de las incertidumbres y ayudándote a mantener el enfoque en lo que verdaderamente importa.

3. Establece metas realistas

Fijar objetivos alcanzables y claros es fundamental. Estos deben ponerte a prueba, pero realistas, para fomentar la motivación sin causar frustración excesiva.

Divide grandes metas en pequeñas tareas para hacer el proceso más manejable y menos abrumador. Celebrar los pequeños logros en el camino hacia una meta más grande puede aumentar tu sentido de logro.

Revisa y ajusta tus metas conforme cambian tus circunstancias y perspectivas. Ser flexible con tus expectativas te permitirá adaptarte mejor a las realidades de la vida sin sentirte derrotado por los contratiempos.

4. Cultiva relaciones significativas

Las relaciones son esenciales para nuestro bienestar emocional. Dedica tiempo a fortalecer los lazos con amigos y familiares que te apoyen y alienten. Evita las relaciones tóxicas que drenan tu energía y autoestima.

Participa en actividades comunitarias o grupos de interés común. Estas conexiones pueden ofrecer apoyo y enriquecimiento durante tiempos de cambio o incertidumbre.

Sé abierto y honesto en tus interacciones. Compartir tus experiencias y escuchar las de otros puede proporcionarte nuevas perspectivas y disminuir la sensación de aislamiento que a veces acompaña a la crisis de los 30.

5. Experimenta con nuevas experiencias

Salir de tu zona de confort puede ser revitalizante y revelador. Probar nuevas actividades puede ayudarte a descubrir pasiones y talentos que desconocías.

Las nuevas experiencias también pueden proporcionar un sentido renovado de aventura y placer en la vida, algo que es vital cuando te sientes estancado o insatisfecho con tu situación actual.

Ya sea que decidas viajar a nuevos lugares, tomar clases de una disciplina artística o simplemente cambiar tu rutina diaria, la novedad puede ser un poderoso antídoto contra la sensación de estancamiento.

6. Aprende a aceptar la incertidumbre

Parte de manejar esta crisis implica aprender a tolerar la incertidumbre. No siempre podrás tener todas las respuestas ni controlar todos los resultados, y está bien.

Desarrollar la capacidad para aceptar que algunas preguntas quedan sin respuesta puede liberarte de muchas ansiedades autoimpuestas. Aceptar que la vida es inherentemente impredecible te permite enfocarte más en vivir el presente y menos en preocuparte por cada detalle del futuro.

Cultivar la flexibilidad mental para adaptarte a cambios inesperados y manejar los reveses es crucial. Esta habilidad no solo te ayudará durante la crisis de los 30, sino que también será una herramienta valiosa para toda la vida.

La crisis de los 30, aunque compleja, no tiene por qué ser un obstáculo insuperable. Con la perspectiva adecuada y estrategias de afrontamiento eficaces, esta etapa puede convertirse en un periodo de profunda transformación y crecimiento personal. Al final, enfrentar y superar esta crisis puede enriquecer tu vida, proporcionándote una mayor claridad y satisfacción en tu camino hacia el futuro.

* Ángel Rull, psicólogo.