Psicología

La autoestima no es estable: seis consejos para potenciarla en momentos de crisis

La valoración personal se pone a prueba ante las dificultades de la vida

Mujer tranquila y feliz

Mujer tranquila y feliz / 123RF

Ángel Rull

Ángel Rull

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La autoestima es una pieza clave en el rompecabezas de nuestra salud mental y bienestar general. Es esa voz interna que nos narra nuestra propia historia, la que nos dice si somos merecedores de amor, respeto y éxito. Sin embargo, esta voz no siempre habla con firmeza; hay momentos en que susurra dudas y temores, especialmente durante las crisis.

¿Qué es la autoestima?

La autoestima se configura como el cimiento sobre el cual construimos nuestra percepción de nosotros mismos. No se trata simplemente de cuánto nos gustamos o nos valoramos superficialmente; es una apreciación profunda de nuestro valor inherente como personas. Esta valoración se ve influenciada por una variedad de factores, incluidos nuestros logros, cómo nos comparamos con los demás y las retroalimentaciones que recibimos de nuestro entorno.

El desarrollo de la autoestima comienza en la infancia, a través de las interacciones con padres, maestros y compañeros. Estas experiencias tempranas de aceptación, éxito y fracaso van tejiendo la tela de cómo nos vemos a nosotros mismos. A medida que crecemos, estas percepciones iniciales se ven puestas a prueba y remodeladas por nuevas experiencias, lo que puede fortalecer o debilitar nuestra autoestima.

Una autoestima saludable nos permite enfrentar los problemas con confianza, mantenernos resilientes ante los fracasos y disfrutar genuinamente de nuestros éxitos. Sin embargo, mantener este equilibrio es un proceso dinámico y continuo, que requiere de nuestra atención y cuidado. La autoestima no es un trofeo que una vez obtenido, se mantiene brillante en el estante sin esfuerzo.

¿Por qué la autoestima no es estable?

La naturaleza fluctuante de la autoestima se debe, en parte, a que vivimos en un mundo en constante cambio, lleno de incertidumbres y obstáculos. Nuestros éxitos y fracasos, cómo nos perciben los demás y cómo nos comparamos con ellos, pueden influir significativamente en nuestra autoevaluación. Estas variables externas, muchas veces fuera de nuestro control, pueden hacer que nuestra autoestima sea especialmente vulnerable en momentos de crisis.

Además, la autoestima se ve afectada por nuestra voz interna, esa crítica interior que puede ser nuestra mayor aliada o nuestra peor enemiga. Durante los momentos difíciles, es fácil que esta voz amplifique nuestras inseguridades y miedos, cuestionando nuestro valor y capacidades. Esta autocrítica exacerbada puede llevarnos a un ciclo negativo de baja autoestima, donde la confianza en nosotros mismos se ve seriamente comprometida.

Reconocer que la autoestima no es un estado estático sino más bien un proceso en desarrollo, nos permite adoptar una perspectiva más amable y compasiva hacia nosotros mismos. Entender sus fluctuaciones como parte natural de la experiencia humana nos ayuda a ser más resilientes y a trabajar proactivamente en su fortalecimiento, especialmente durante las crisis.

¿Se puede potenciar la autoestima?

La capacidad de influir positivamente en nuestra autoestima reside en reconocer que, aunque no podemos controlar todos los aspectos de nuestra vida, sí tenemos poder sobre nuestras actitudes y reacciones. Potenciar la autoestima implica cultivar una relación más amable y comprensiva con nosotros mismos, reconociendo nuestros logros y aprendiendo de nuestros errores.

Además, fomentar la autoestima también significa buscar y crear entornos de apoyo que reflejen y refuercen nuestra valía. Establecer límites saludables en nuestras relaciones y comprometernos con comunidades que nos inspiran y alientan, son pasos cruciales en este camino hacia una autoestima robusta.

Consejos para potenciar la autoestima en nuestros momentos de crisis

El proceso de fortalecimiento requiere de una introspección honesta y el compromiso de adoptar hábitos saludables de pensamiento y comportamiento. Implica poner a prueba y reemplazar las creencias limitantes por otras más empoderadoras y constructivas. A través de la práctica deliberada de la autoaceptación y el autocuidado, podemos construir una base sólida de autoestima que resista los embates de las crisis.

Debemos seguir estos consejos para poder potenciar nuestra autoestima:

1. Practica la autocompasión

Enfrentarse a uno mismo con comprensión durante las adversidades es el corazón de la autocompasión. Este enfoque nos permite abrazar nuestras imperfecciones y reconocer que el sufrimiento y el fracaso son experiencias universales. Aceptar que no siempre podemos estar a la altura de nuestras expectativas, sin autoflagelarnos por ello, sienta las bases para una autoestima resiliente.

La autocompasión también involucra el cuidado de uno mismo, no como un acto de indulgencia, sino como una forma de respeto hacia nuestra propia persona. Esto puede significar tomarse un tiempo para uno mismo, practicar actividades que nutran nuestro ser y permitirnos descansar cuando es necesario. Es un recordatorio constante de que merecemos cuidado y atención, especialmente en momentos difíciles.

Cultivar la autocompasión requiere práctica y paciencia. Comienza por observar cómo te hablas a ti mismo en situaciones de estrés o fracaso. Pregúntate si las palabras que usas son las mismas que emplearías con un amigo querido en una situación similar. Si la respuesta es no, es momento de suavizar tu diálogo interno y ofrecerte amabilidad y comprensión.

2. Establece objetivos realistas

Los objetivos alcanzables actúan como escalones en el proceso de construcción de una autoestima sólida. Establecer y lograr estos objetivos nos ofrece pruebas concretas de nuestras capacidades, fortaleciendo la creencia en nuestras propias habilidades. Es crucial que estos objetivos sean realistas para evitar la trampa de establecer expectativas irrealmente altas, lo que podría llevar a la frustración y la autocrítica.

Celebrar los pequeños logros es tan importante como establecer los objetivos mismos. Reconocer el progreso, incluso el más mínimo, nos motiva a seguir adelante y refuerza la idea de que somos capaces de superar los problemas. Esta práctica puede convertirse en un poderoso antídoto contra la tendencia a minimizar nuestros éxitos o a compararnos desfavorablemente con los demás.

Al establecer objetivos, es útil dividirlos en pasos manejables y concretos. Esto no solo hace que el objetivo final parezca más alcanzable, sino que también proporciona oportunidades frecuentes para celebrar el progreso. Cada pequeño éxito en este camino refuerza nuestra autoestima, recordándonos que somos competentes y capaces.

3. Rodéate de un apoyo positivo

El entorno social juega un papel fundamental en la construcción de nuestra autoestima. Rodearse de personas que nos apoyan, nos alientan y nos valoran por quienes somos, puede tener un impacto profundo en cómo nos vemos a nosotros mismos. Estas relaciones positivas actúan como espejos, reflejando una imagen de nosotros que es digna de amor y respeto.

Es importante identificar y limitar el tiempo pasado con personas o en ambientes que nos hacen sentir devaluados o insuficientes. Establecer límites saludables es una forma de autocuidado y un paso crucial hacia la mejora de la autoestima. A veces, esto puede significar tomar decisiones difíciles sobre con quién elegimos pasar nuestro tiempo.

Fomentar y nutrir relaciones saludables requiere esfuerzo y reciprocidad. Participar activamente en comunidades o grupos que compartan tus valores e intereses puede proporcionar un sentido de pertenencia y apoyo. Estas conexiones no solo enriquecen nuestra vida social, sino que también fortalecen nuestra percepción de nosotros mismos como seres valiosos y capaces.

4. Cultiva la gratitud

La práctica de la gratitud nos ayuda a centrarnos en lo positivo de nuestra vida, en lugar de quedarnos atrapados en ciclos de pensamiento negativo que pueden dañar nuestra autoestima. Al tomar tiempo cada día para reflexionar sobre las cosas por las que estamos agradecidos, cambiamos nuestra perspectiva hacia una más positiva y esperanzadora. Esto puede incluir apreciar las relaciones significativas, reconocer nuestros propios logros o simplemente valorar los pequeños placeres de la vida. Al centrarnos en lo positivo, fortalecemos nuestra resiliencia emocional y fomentamos una autoimagen más positiva.

Incorporar la gratitud en nuestra rutina diaria puede ser tan simple como mantener un diario de gratitud donde anotamos tres cosas por las que estamos agradecidos cada día. Esta práctica no solo nos ayuda a identificar los aspectos positivos de nuestra vida, sino que también nos permite reconocer nuestro propio papel en la creación de esos momentos. Reconocer nuestra agencia en los aspectos positivos de nuestra vida refuerza la creencia en nuestra propia eficacia y valor.

La gratitud también mejora nuestras relaciones, ya que nos vuelve más empáticos y menos centrados en nosotros mismos. Al reconocer y apreciar lo que los demás aportan a nuestra vida, fortalecemos nuestros vínculos con ellos. Este sentido de conexión y apoyo mutuo es fundamental para una autoestima saludable.

5. Dedica tiempo a actividades que disfrutes

Participar en actividades que nos gustan no solo nos brinda placer y satisfacción, sino que también puede ser una fuente importante de validación interna. Cuando nos involucramos en pasatiempos o proyectos que reflejan nuestras pasiones e intereses, nos recordamos a nosotros mismos nuestras propias capacidades y talentos. Esta autoafirmación es crucial para construir y mantener una autoestima fuerte.

El disfrute y la competencia van de la mano en el fortalecimiento de nuestra percepción de autoeficacia. Elegir actividades en las que naturalmente sobresalimos o que nos ponen a prueba de manera positiva puede aumentar nuestra sensación de logro y competencia. Ya sea arte, deporte, escritura o cualquier otra actividad, lo importante es que nos haga sentir vivos y apreciados por nuestras habilidades únicas.

Además, dedicar tiempo a lo que disfrutamos nos permite desconectarnos de las presiones y el estrés de la vida cotidiana. Este tiempo para mí es esencial para el autocuidado y un componente importante para gestionar el estrés de manera efectiva. Al cuidar de nuestra bienestar emocional y físico, cultivamos un entorno interno que nutre una autoestima saludable.

6. Pon a prueba tus pensamientos negativos

La autocrítica y los pensamientos negativos pueden ser los mayores obstáculos para una autoestima saludable. Aprender a identificar y poner a prueba estos patrones de pensamiento es esencial para construir una autoimagen más positiva. Esto implica cuestionar la validez de nuestros pensamientos automáticos negativos y reemplazarlos con una perspectiva más equilibrada y compasiva.

Una técnica útil en este proceso es la reestructuración cognitiva, que implica observar nuestros pensamientos negativos como si fuéramos un científico analizando datos. Esto nos permite evaluar críticamente la evidencia a favor y en contra de nuestros pensamientos y considerar interpretaciones alternativas más positivas.

Celebrar los logros, por pequeños que sean, es una parte crucial de este proceso. Al reconocer y valorar nuestros éxitos, cambiamos el foco de lo que nos falta a lo que hemos logrado. Esta reorientación fomenta una visión más equilibrada de nosotros mismos y refuerza nuestra autoestima.

La autoestima es una parte esencial de nuestra salud mental y bienestar general. Aunque su naturaleza fluctuante puede presentar problemas, especialmente en tiempos de crisis, también ofrece oportunidades para el crecimiento y la autoafirmación. Al adoptar prácticas de autocuidado, como la autocompasión, el establecimiento de objetivos realistas, el fomento de relaciones de apoyo, la práctica de la gratitud, dedicar tiempo a actividades que disfrutamos y poner a prueba nuestros pensamientos negativos, podemos fortalecer nuestra autoestima. Este proceso no solo nos ayuda a navegar por los momentos difíciles con mayor resiliencia, sino que también enriquece nuestra experiencia de vida, permitiéndonos alcanzar nuestro pleno potencial.

* Ángel Rull, psicólogo.