Autores de EL PERIÓDICO
Un violinista de Cugat, una prima argentina y una botella de limoncello
Jordi Puntí escondió confeti entre las páginas de los ejemplares de su última novela, Miqui Otero descubrió la existencia de un primo escritor en Buenos Aires y Laura Fernández se conmovió al constatar la profunda huella que la señora Potter ha dejado en el corazón de sus lectores
Sant Jordi 2024, en directo: la última hora del día del libro en Catalunya
El exlibris de la saga 'Blackwater' causa furor en Sant Jordi
Rafael Tapounet
Periodista
En los 53 años de historia de los premios Sant Jordi de novela, cinco escritores llamados Jordi han obtenido el galardón. El último de todos -el campeón vigente, diríamos si la literatura fuera un deporte de combate- es Jordi Puntí, que este año ha pasado el día de su onomástica firmando y dedicando ejemplares de ‘Confeti’, un artefacto literario que utiliza la figura del músico y caricaturista Xavier Cugat para reflexionar sobre el papel que la ficción juega en nuestras vidas. Un Jordi firmando el último premio Sant Jordi el día de Sant Jordi. Triple bonus.
Puntí empieza la jornada con abrigo y bufanda. El frío algo inusual de la primera hora lo aconseja, aunque muy pronto el gabán revela que su utilidad va más allá de proteger al escritor frente a las bajas temperaturas. En los espaciosos bolsillos del abrigo, el autor de ‘Confeti’ almacena justamente eso, confeti: papelillos de colores de forma redondeada que va depositando entre las páginas de los ejemplares que firma. “Es una sorpresa para todos aquellos que no solo reciben el libro sino que además lo leen”, explica.
Compartiendo recuerdos
Haber escrito una novela que gira en torno a Xavier Cugat propicia que sean muchas las personas que se acercan a Puntí para compartir con él historias relacionadas con ese dicharachero gerundense que hizo fortuna en Nueva York y Hollywood a mediados del siglo XX. “Cugat murió hace ya 34 años, pero dejó mucha huella y todo el mundo lo recuerda -apunta-. Hace un rato, un hombre me ha pedido que le dedicara el libro a su padre, que tiene 100 años y, según me ha dicho, era un violinista que pasó unos años trabajando en el Caribe y llegó a tocar con Cugat. Le he pedido su teléfono para ir a verlo un día de estos y que me cuente cosas de aquella época”.
La fiesta de Sant Jordi es generosa en ese tipo de encuentros inesperados. En el caso de Miqui Otero, la sorpresa reviste un carácter familiar y resulta, por tanto, doblemente entrañable. La última novela del escritor barcelonés, ‘Orquesta’, está ambientada en una aldea gallega muy parecida a aquella desde la que emigraron sus padres hace más de medio siglo. Por eso tiene algo de accidente poético que, justo cuando está firmando ejemplares de ese libro tan impregnado de la memoria familiar, aparezca una prima de tercer o cuarto grado que vive en Argentina y a la que el autor nunca había visto. Hasta ahora. El encuentro viene acompañado de una revelación: Otero descubre que tiene un primo lejano en Buenos Aires que también es escritor.
Poco antes de la llegada de Gabriela (que así se llama “la nieta del tío Domingo”), el escritor ha recibido la visita de un amigo de buen corazón que le ha traído unas lascas de jamón y una lata de cerveza para alegrar la hora del vermut (“ya es tradición”, dice). A su lado, Laura Fernández recurre para avituallarse a una botella de limoncello que guarda en la mochila, regalo de la también escritora Lucía Lijtmaer (la botella, no la mochila). A Fernández, que publicó recientemente el libro de relatos ‘Damas, caballeros y planetas’, le sorprende, y le conmueve, la cantidad de personas que todavía le piden que les firme la novela ‘La señora Potter no es exactamente Santa Claus’, aparecida en 2021. Ella les corresponde con una generosidad extrema, porque hay que decir que las dedicatorias de Laura Fernández son un género literario en sí mismas. “Me parece muy bonito que una novela siga tan viva al cabo de tres años”, señala.
Las "herramientas" de Care Santos
El horario de firmas plantea en ocasiones a los autores paradojas espaciotemporales de imposible resolución. Care Santos debía estar dedicando libros hasta las doce del mediodía en el paseo de Sant Joan con Ausiàs March y a esa misma hora tenía una nueva cita con los lectores en el paseo de Gràcia a la altura de València. La ausencia de un método de teletransporte fiable hace que comparezca en su segunda tanda de firmas a la carrera y con 25 minutos de retraso. “Está Barcelona hoy como para correr”, exclama después de pedir disculpas a las más de 15 personas que en ese momento esperan su llegada. A continuación, dispone sobre la mesa “las herramientas” del día: una estilográfica japonesa Platinum y un sello personalizado para estampar, junto a la firma y la dedicatoria, un exlibris en forma de rosa con una espiga flamígera. De su bolso asoma también el extremo de un paraguas plegable. Siete horas después, cuando Care Santos remate la jornada de firmas en L’Illa Diagonal, el paraguas seguirá en el bolso. Día redondo.
- Pensionistas, solo cobraréis una parte de la paga extra en junio: esta es la razón
- Las tres enfermedades que la manzanilla ayuda a combatir
- Estas son las enfermedades que la yuca ayuda a combatir
- Barcelona descarta replicar el modelo de ejes verdes al costar su mantenimiento diez veces más que en otras calles
- Niño Becerra lanza un aviso a los que van a pedir una hipoteca: "A partir del mes de junio...
- Los comercios del extinto Llobregat Centre de Cornellà perdonan 1,3 M de deuda a cambio de "malvender" sus locales
- Quién es Laura Menoyo y por qué era la visita más esperada para Daniel Sancho
- El Govern convoca de urgencia a Renfe para abordar el "desastre diario en Rodalies" tras el fallo en la renovación de los títulos gratuitos