'Referentes locales': Sant Cugat (5)

Gemma Navarra: la pedagoga musical que sueña con convertir Sant Cugat en un epicentro cultural

Es codirectora de la escuela Fusió Música i Dansa, centro catalán pionero en la educación a través de la música y la danza

EL PERIÓDICO publica una serie veraniega sobre perfiles de figuras locales que protagonizan historias inspiradoras

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Gemma Navarra, directora de Fusió, la escuela de danza y música más antigua de Sant Cugat.

Gemma Navarra, directora de Fusió, la escuela de danza y música más antigua de Sant Cugat. / JORDI COTRINA

Clàudia Mas

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En el corazón de Sant Cugat (Vallès Occidental), una figura incansable y apasionada trabaja día a día para tejer un tapiz cultural que enriquezca la vida de la comunidad. Gemma Navarra (1965, Sant Cugat), pedagoga musical y codirectora de la escuela Fusió Música i Dansa, centro pionero en la educación de la música y danza en Catalunya, no solo impulsa la educación artística sino que también da forma a un Sant Cugat más vibrante y culturalmente atractivo. 

“A día de hoy es muy fácil encender el televisor o coger la primera ‘maquinita’ para pasar el tiempo”, manifiesta Navarra con preocupación ante las actuales dinámicas sociales. "Jóvenes y adolescentes necesitan una mejor cultura", comenta bajo su juicio profesional.

Es por ello que trabaja cada día sin perder la esperanza y para que la sociedad adquiera un “criterio artístico, cada vez más valioso”. Fusió Música i Dansa pretende "trasladar la cultura a la ciudad y, a su vez, estar presentes en todos los eventos culturales y las fiestas populares para llevarlas a diferentes ciudades del mundo. En resumen, unir todas las entidades culturales de la ciudad bajo el prisma artístico", se expresa la pedagoga.

Por este motivo, Navarra ha dedicado su vida a la Escuela Fusió Música i Dansa, donde empezó con ocho siendo una de las primeras alumnas y en seguida vibró con las clases de piano. Ahora, cinco décadas después, dirige el centro junto a Núria Pinyol, también pedagoga musical.

Gemma Navarra, directora de Fusió, la escuela de danza y música más antigua de Sant Cugat.

Gemma Navarra, directora de Fusió, la escuela de danza y música más antigua de Sant Cugat. / JORDI COTRINA

El legado de Pilar Roig

El municipio vallesano goza de una de las primeras escuelas en Catalunya que unieron la educación de la música y danza a principios de los años 70: “Algo muy sorprendente para esta época, ya que no había referentes. Era toda una novedad y no nos imaginábamos que Sant Cugat acogiera una escuela de estas dimensiones”, cuenta Navarra.

Actualmente, Fusió cuenta con 400 alumnos, 30 profesionales y dispone de más de 15 aulas para aprender las distintas disciplinas: danza clásica y contemporánea, dirigida por Laura López-Osornio, además de sesiones sobre educación de la música y sensibilización musical infantil, clásica y moderna. "Uno de los objetivos del centro es experimentar y vivir la música y la danza en grupo", explica Navarra. Es por eso que la escuela cuenta con numerosas formaciones de danza como orquestas, grupos de música moderna o corales.

Sin embargo, Navarra, de forma humilde pero a su vez orgullosa de Fusió, explica que la escuela es un "legado a Pilar Roig", quien puso la primera piedra en el curso 1972/1973 -junto a su marido, el reconocido pintor Ferran Martí- de lo que ahora se ha convertido en la escuela multidisciplinar de música y danza de referencia en Sant Cugat. 

Gemma Navarra, directora de Fusió, la escuela de danza y música más antigua de Sant Cugat.

Gemma Navarra, directora de Fusió, la escuela de danza y música más antigua de Sant Cugat. / JORDI COTRINA

Roig, quien profundizó en su formación musical en Suiza, aportó una nueva visión pedagógica, la que abrazó una metodología sensorial, vivencial y creativa que desafiaba los paradigmas tradicionales. La artista fue la perfecta metáfora de un faro de creatividad y expresión artística por el que han pasado más de 15.0000 sancugatenses. "Algunos se han dedicado profesionalmente y otros han adquirido una formación cultural y un criterio artístico para toda la vida", señala la pedagoga musical.

En 1999, Roig falleció con tan solo 52 años. Fue ahí cuando Gemma Navarra cogió junto con Núria Pinyol el relevo pedagógico del centro: “Es una gran responsabilidad dirigir un centro que aportó un cambio significativo en la educación artística en los años 70”, reflexiona Navarra.

Ambas iniciaron el reto con la máxima confianza de la familia de Pilar Roig -Ferran Martí, Mirna Martí y Genís Martí-, pero con un claro objetivo: “Enriquecer culturalmente Sant Cugat con música y danza”, manifiesta satisfactoriamente Navarra.

Cuando es preguntada por si ha conseguido el reto, sonríe: “Claro que sí”, afirma con certeza. Y, rápidamente, despliega una lista de acciones en las que la escuela y el tejido cultural de la ciudad han trabajado de forma conjunta: en los conciertos de la Fiesta Mayor; en la Diada de Sant Jordi; poniendo música en las calles; la 'nit En Blanc' del comercio de la ciudad; las Nadales Al Carrer; en les Caramelles y en la solidaridad con Cáritas; y con Rotary y residencias de gente mayor, entre otras. Para Navarra es esencial que la ciudad sea un reflejo de la cultura que permanece viva en ella.

"Más inversión institucional para sobrevivir

La Escuela Fusió continúa siendo un faro cultural en Sant Cugat, forjando músicos y bailarines con un criterio y formación artística.

A pesar de su éxito y reconocimiento, la Escuela Fusió enfrenta importantes desafíos para ser sostenible económicamente. Aunque recibe un mínimo apoyo municipal, "la financiación es insuficiente y plantea dificultades para mantener el alto nivel de enseñanza y profesionalidad", comenta Navarra.

“La cultura y la educación artística requieren más inversión institucional para sobrevivir”, lamenta la pedagoga sobre la poca inversión de todas las administraciones en la cultura. “Nos hallamos en una crítica situación, los responsables políticos tienen que trabajar sin demora”. 

Así, el desafío es asegurar que esta educación artística de calidad siga siendo accesible y sostenible para el goce de las generaciones futuras, garantizando así una “civilización culturalmente rica”, un término tan repetido por Navarra como las notas musicales en las partituras.

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