Dos años de covid

Alba Vergés: "La clave del éxito fue que los sanitarios se vacunaran masivamente"

La 'exconsellera' de Salut Alba Vergés reflexiona en EL PERIÓDICO sobre los dos años de un virus que lo cambió todo

Vergés

Vergés / Ferran Nadeu

Beatriz Pérez

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Alba Vergés (Igualada, 1978) era la 'consellera' de Salut de Catalunya cuando estalló la pandemia de covid-19. Dos años después, la ahora vicepresidenta primera del Parlament (ERC) y antecesora del actual 'conseller', Josep Maria Argimon (JxCat), reflexiona en EL PERIÓDICO sobre un virus que lo cambió todo.

¿Qué momento recuerda especialmente de estos dos años?

Muchos. Al inicio había mucha incertidumbre. Era imposible ver la magnitud que ha acabado siendo. Ahora llevamos dos años y aún estamos en pandemia, no hemos salido. De los inicios recuerdo aquel seguimiento constante y, sobre todo, aquella semana que lo cambia todo, que empieza de una manera y que acaba de otra, que es la semana del 9 de marzo. Comenzó pareciendo una semana más, que tendríamos casos con cuentagotas, pero vimos que algo pasaba en la Conca d'Òdena, algo que era diferente, y tuvimos que tomar la decisión de confinar. Aquel fue el primer confinamiento que se hizo en Catalunya y en todo el Estado. Además, fue un confinamiento muy próximo para mí [la 'exconsellera' es de Igualada]. Era algo que no se había hecho nunca. Yo tenía a la familia allí.

Alba Vergés, 'exconsellera' de Salut, recuerda su gestión a punto de cumplir los dos años de la pandemia

Entrevista con la 'exconsellera' de Salut, Alba Vergés. / Ferran Nadeu

Recuerdo aquella rueda de prensa anunciando el cierre de Igualada, junto al entonces secretario de Salut Pública, Joan Guix.

Creo que aquel fue el punto donde todo el mundo se dio cuenta de que lo que estaba pasando era una realidad nunca vista antes. Tuvimos que tomar decisiones nunca antes tomadas. Y todo ello mezclado con la incertidumbre.

¿En qué momento Salut se da cuenta de que este extraño virus chino es mucho más que una gripe?

Ya lo sabíamos antes del confinamiento de la Conca d'Òdena, lo que desconocíamos era el alcance que podía tener. Recuerdo los inicios: nos preparábamos mucho por si nos llegaba algún caso... Claro, lo miras con la perspectiva de ahora y madre mía... ¡Si al final llegaron miles y miles...! Aquí tuvimos una suerte y es que, como teníamos agendado el Mobile World Congress, empezamos a seguir las informaciones antes que muchos otros sitios. Yo cada día me miraba el informe de la OMS, a ver si aparecían casos nuevos en Wuhan. Pero, antes de esa semana que te comentaba antes en que cambió todo, había muy pocos contagios en Europa. Seguramente muchos estaban escondidos, sí... Pero, pese a intentar avanzarnos, se ignoraba entonces la magnitud de esta pandemia, que dos años después continúa.

¿Salut siguió alguna estrategia de comunicación?

Teníamos muy claro que debíamos comunicar lo que sabíamos, lo que no sabíamos y hasta donde sabíamos. No era una cuestión de esconde las cosas para no generar pánico, sino de explicarlas y trasladar qué conocíamos hasta el momento. Pero tampoco queríamos ser alarmistas, pese a que realmente nos encontrábamos ante algo desconocido. Intentamos ser muy claros con la gente y tratarla como una sociedad madura.

"Comunicamos lo que sabíamos, lo que no sabíamos y hasta donde sabíamos. Intentamos ser muy claros con la gente y tratarla como una sociedad madura"

Regrese a marzo de 2020. ¿Cómo se imaginaba usted que estaríamos dos años después?

Yo creo que no tuve tiempo de hacer esta reflexión. En los inicios no pensé en ello. Pero después sí que miras otras experiencias y ves que las pandemias siempre tienen diferentes olas, y que no necesariamente la primera tiene que ser la más grande. Una muestra de que la gente era consciente de lo que ocurría fue que los niños entendían qué estaba pasando. No había desorientación.

¿En algún momento pensó que esto no se acabaría nunca?

No. Eso no lo pensé nunca. La perspectiva histórica es muy importante: las pandemias no son excepciones. Dentro de nuestras vidas, que dura unos años, una pandemia es un hecho excepcional. Pero dentro de una historia, no lo es tanto. Todas las epidemias tienen un comportamiento; todas las olas suben y bajan. Y tú debes actuar para prevenir las próximas olas.

Un poco de suerte sí hubo porque la vacuna llegó en menos de un año.

Sabíamos que sería un punto de inflexión. Que se secuenciara el genoma del SARS-CoV-2 tan pronto agilizó todo mucho.

¿Cómo recuerda aquel primer pinchazo en la residencia de L'Hospitalet, el 27 de diciembre de 2021?

Con mucha emoción porque realmente sabíamos que [la vacuna] podía generar un cambio. Era pleno invierno, las residencias habían sufrido mucho… Estábamos muy convencidos de que la estrategia empezaba con la gente con la que debía empezar: los ancianos de las residencias; después, los sanitarios. Estábamos organizados para que todo funcionara bien. Y así fue. Vacunamos rápido y con conciencia. Al principio había un cierto miedo al pensar: "¿Y si la gente no se quiere vacunar?".

¿Trabajaban ustedes con esta posibilidad?

Sí, claro. Sabíamos que sería clave que los sanitarios se quisieran vacunar porque son el mejor ejemplo para la sociedad. Que ellos se vacunaran era algo muy importante para que la gente viera que la vacuna es un cambio en la pandemia. Inicialmente organizamos campañas con el Col.legi Oficial de Metges de Barcelona (Comb) que al final no hicieron falta porque desde el principio vimos que iría muy bien.

"Al principio había un cierto miedo al pensar: '¿Y si la gente no se quiere vacunar?'"

¿Cómo fue la relación con el Gobierno de España durante la pandemia?

Depende de las fases. No habíamos tenido relación antes de la pandemia, así nos tuvimos que conocer en un contexto muy determinado. Fue una relación… creo que muy clara. Con el ministro Illa, ambos teníamos claro cuál era nuestro papel. Cuando yo consideraba -dado que teníamos toda la organización del sistema de salud- que Sanidad nos obligaba a hacer más cosas, lo decía. Pero fue [una relación] muy clara y muy franca, porque tenía que ser así.

¿Fue muy duro cerrar bares y restaurantes hace un año mientras otras comunidades estaban totalmente abiertas?

Fue muy duro todo, pero no solo por lo que hiciera o no Madrid -ellos también aprobaron restricciones-. Es duro tomar decisiones sobre la manera de vivir de la gente pero, cuando estás convencida de que las tienes que hacer, así debe ser. Intentamos escuchar en todo momento a los sectores. Intentamos siempre mantener los equilibrios para que la pandemia no se desbocara y a la vez seguir haciendo el máximo de actividades posible. Las escuelas fueron una prioridad. Nunca planteamos restricciones que no fueran necesarias.

¿Echa a falta su cargo?

(Risas) Bueno, algunas cosas sí: el equipo. Pero ahora estoy viviendo desde el Parlament esta priorización de la salud mental, algo que yo ya había incluido dentro de mi agenda. Ahora lo vivo desde otro punto.

"La lección de la pandemia es que tenemos un sistema sanitario fuerte. Aquellas épocas de recortes no deben volver"

¿Cuándo comenzó usted a preocuparse de verdad por los estragos psicológicos del covid?

Es que yo ya partía de la base de que teníamos un problema de salud mental previo a la pandemia. La pandemia causó una soledad forzada y ello impacta en la salud mental.

¿Y cómo se debe abordar todo esto?

Como se está haciendo ahora. Desde el primer momento dijimos que se debía hacer una gestión emocional de la pandemia. Creamos herramientas, incorporamos psicólogos...

¿Retos de futuro?

Yo lo tengo muy claro. La lección de la pandemia es que tenemos un sistema sanitario fuerte. Por tanto, invertir en salud es positivo. Aquellas épocas de recortes no deben volver. Y, como hemos visto con la vacuna, toda inversión en investigación da sus frutos. Además, es una inversión muy positiva porque mejora el estado de salud de todo el mundo, no solo el de unos cuantos. Y todo esto incluye la salud mental y la salud pública.

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