ANTE LA EUFORIA

La euforia por la vacuna del coronavirus crea confusión

vacuna PFIZER

vacuna PFIZER / periodico

Gemma Tramullas

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A las 6.45 de la mañana del pasado lunes (hora de Nueva York, casi la una del mediodía en Europa), la farmacéutica Pfizer lanzaba una nota de prensa sobre los progresos de su vacuna contra el virus SARS-CoV-2, de la que prevé producir 50 millones de dosis antes de que termine el año. "Hoy es un gran día para la ciencia y la humanidad", celebraba su presidente. Sus palabras fueron replicadas por medios de comunicación de todo el mundo, con titulares prenavideños como ‘La vacuna milagrosa’. ¿Pero está justificada tanta euforia?

La psicóloga social y experta en comunicación de crisis Ingeborg Porcar pide una reflexión a los medios y considera que este tipo de mensajes vulnera dos reglas básicas de la comunicación: no afirmar lo que no se sabe y no hacer promesas que no se sabe si podrán cumplirse. "Esto ya ha pasado muchas veces y genera falsas expectativas -asegura la directora de la Unitat de Crisi de Barcelona-. Al día siguiente ya se estaba rebajando la noticia y en un contexto en que la gente está muy sensible y vulnerable hay que ser mucho más cuidadoso y comunicar solo certezas. Lo demás solo genera altibajos emocionales y mina la confianza de los ciudadanos en los gestores de la crisis. La gente está cada vez más confusa".

"En un contexto en que la gente está muy sensible hay que ser más cuidadoso y comunicar solo certezas"

Ingeborg Porcar

— Psicóloga social y experta en comunicación de crisis

Además, el exceso de optimismo podría llevar a la ciudadanía a relajar las medidas de prevención: "Que vaya a haber una vacuna no quiere decir que nos podamos quitar las mascarillas -advierte Porcar-. Nos han vendido, y nos lo hemos creído, que el día que haya una vacuna todo estará solucionado, como si fuera un hada con una varita mágica. La situación es muy dura y la gente se agarra a un clavo ardiendo".

De hecho, la segunda parte del comunicado de Pfizer y la alemana BioNTech ya advertía de que la naturaleza de la investigación "implica riesgos sustanciales e incertidumbres que podrían provocar que los resultados reales fueran distintos de los expresados en el comunicado". Un ejemplo del abismo entre las previsiones y la realidad es que en 2010 España tuvo que destruir seis millones de dosis de la vacuna contra la gripe A que costaron 40 millones de euros.

"El periodismo, en general, ha hecho seguidismo de la farmacéutica sin hacerse más preguntas -afirma rotundo Carles Pont, profesor de la Facultat de Comunicació de la Universitat Pompeu Fabra-. Nos hemos creído la noticia muy rápidamente porque estamos en una fase de racionalización de la crisis en la que hemos asumido que esto va para largo y de vez en cuando necesitamos ciertas dosis de optimismo. Esto nos lleva a confundir fácilmente el deseo con la realidad".

A las pocas horas del anuncio de la multinacional farmacéutica, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, anunciaba que a principios de 2021 unos 10 millones de personas podrían recibir la vacuna en España. De cara al mes de mayo, la mayoría de la población estaría inmunizada, vaticinó. Además, expertos mundiales apuntaban que todo volvería a la normalidad en primavera.

Carles Pont sitúa el anuncio más en el ámbito económico que sanitario -de ahí la reacción al alza de los mercados-, pero el hambre de buenas noticias no explica por sí sola la euforia desatada. "Los medios y los líderes de opinión han contribuido en una parte muy importante a generar este clima de opinión, pero también ha ayudado la legitimidad de la farmacéutica, que no es cualquiera, y la percepción de que se trata de un éxito de la ciencia occidental", considera.

"Vivimos en una sociedad muy orientada al futuro, hacemos muchos planes y cuesta disfrutar del presente"

Carles Pont

— Profesor de Periodismo en la UPF

Poco después, Rusia anunciaba que su vacuna Sputnik V tiene una eficacia del 92% frente al 90% de la de Pfizer y BioNTech. Una muestra más de la relación entre las campañas de vacunación masiva y la política internacional.

"Los seres humanos necesitamos tener un horizonte de vez en cuando -concluye Pont-. Vivimos en una sociedad muy orientada al futuro, hacemos muchos planes y nos cuesta disfrutar del presente. La incertidumbre ha desmontado todas nuestras previsiones y la vacuna se ha convertido en el nuevo horizonte. Pero nos queda un largo recorrido, esta euforia se enfriará y probablemente nos llevaremos una gran decepción".

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