Los jóvenes estamos en crisis
Abandonar el nido, salir del cascarón, terminar los estudios, independizarse: todo aquello que configura el considerado orden normal de la evolución personal del ser humano parece destinado, en los últimos años, a verse truncado por una crisis que nos han impuesto. Una recesión económica, social y laboral de una situación en la que disfrutaron unos pocos (y lo siguen haciendo) y por la que hoy en día la mayoría nos vemos perjudicados. Un perjuicio que se ve reflejado en las dificultades que tenemos los jóvenes en la búsqueda de un trabajo digno, con su correspondiente sueldo equitativo y un hogar donde poder desarrollarnos como personas, formar una familia, crecer interiormente.
Esto, básicamente, es lo que busco yo, un joven en el que quizá te veas reflejado, tú o alguno de tus familiares o amigos. Un joven de veintiséis años que ha trabajado duro desde que tenía dieciséis. Como muchos otros de mi edad, he ido combinando varios empleos, todos temporales, con los estudios de bachillerato para poder ayudar en casa; hoy me puedo sentir afortunado por estudiar un grado superior de aquello a lo que me gustaría dedicarme y por tener un trabajo estable en el que, además, me siento muy a gusto. Y, como a tantos otros, me gustaría independizarme; algo que, en vista del precio de la vivienda y de la falta de estabilidad del mercado laboral, me da miedo. Un miedo que comparto con miles de jóvenes en nuestro país que, además, no pueden beneficiarse de ayudas para el alquiler porque los pisos que buscan, de menos de 36 metros cuadrados, por no tener cédula de habitabilidad, no cumplen los requisitos. Sin ir más lejos, tengo un conocido que, con un empleo de camarero de fin de semana, ¿cómo se podría pagar ni que fuera una habitación, con sus gastos básicos, además de los estudios? Hoy en día, muchos jóvenes, sin la ayuda de sus padres, poco pueden hacer, y todos sabemos que, aunque los padres lo dan todo por sus hijos, no estarán ahí siempre.
Esto es lo que pido desde aquí, desde espacio creado por EL PERIÓDICO DE CATALUNYA desde el que se me brinda la excelente oportunidad de expresarme tal como pienso, a las autoridades responsables de esta situación: que busquen la practicidad y la aplicación moral de unas ayudas que excluyen a gran parte de la población, en especial a los jóvenes que buscan independizarse. Déjense de habladurías y reproches desde el hemiciclo y modernicen sus mínimos para poder ayudar así al máximo de personas a realizarse. Que el pago del alquiler no se lleve más de la mitad de un salario mientras el resto está destinado al pago de los estudios, con crédito o sin él. Y es que salir del cascarón cada vez es más caro y más difícil, pero hay un precio que no estamos dispuestos a pagar: nuestra dignidad.
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