Conde del asalto

Dani Cantó y el último disparo en el Sidecar

Bares con alma de Barcelona

El mejor pollo a l’ast resacoso de Barcelona

Lugares donde echar siestas públicas en Barcelona

Retratos de Dani Cantó en el Sidecar.

Retratos de Dani Cantó en el Sidecar. / Dani Canto

Miqui Otero

Miqui Otero

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Dijo Peter Hook, bajista de Joy Division y fundador de The Haçienda, que si recuerdas algo de alguna noche loca en su club es porque no estuviste ahí.

En Barcelona tenemos más suerte, porque existe, y si no existiera habría que inventarlo con Photoshop, Dani Cantó. Gracias a sus fotos muchos barceloneses, entre los que me incluyo, no solo recuerdan sus conciertos más gloriosos, sino que quizá los viven a través de sus imágenes, tal y como no recordamos tanto nuestras infancias como las escenas (aquel jersey rojo, aquella sonrisa en la estación de servicio) que quedaron enmarcadas (y marcadas como algo memorable) en algún mueble de casa. Lo mismo pasa con las ciudades, que sin archivo olvidarían todo, especialmente Barcelona, amnésica como pocas. Las fotos articulan el pasado.

El chico de la leche

Desde mediados de los 2000, Dani es ese garabato dandy que dispara fotografías desde primera fila, sea en bares o centros cívicos, grandes festivales o locales de ensayo. Durante muchos años, se hizo llamar El chico de la leche, por la canción de Billy Bragg. Un cruce entre Miguel Trillo, el fotógrafo que retrató primero la Movida y luego cada subcultura hasta nuestros días, el personaje de la londinense novela 'Principiantes', con sus calcetines de colores y su pasión por el ritmo y, también, algo así como un fotógrafo de orlas de graduación.

Lo digo porque Dani, que vi por primera vez con la cámara como collar en un concierto de Comet Gain, todo brazos y nucas y desorden y brindis, ha sido coordinador de foto del Primavera Sound o enviado especial ibérico de Pitchfork, sí, pero su talento brilla cuando atrapa la oruga antes de la mariposa. Es decir, no sólo cuando retrata, sino cuando descubre, artistas underground que luego si tal llenan salas y orejas. Decía Carmen Martín Gaite que la mirada es anterior a la visión, porque la primera comporta el gesto de enfocar algo que al resto quizá se les pase por alto. Y eso hace Dani.

Por eso tiene todo el sentido del mundo el proyecto que ahora estrena. Primero, porque tiene una parte de exposición, precisamente en el Sidecar, donde lo descubrimos disparando, en los últimos días de la sala antes de su cierre y su cambio de manos.

Fotos de Dani Cantó en el Sidecar.

Fotos de Dani Cantó en el Sidecar. / Dani Cantó

La muestra, que se puede visitar caña en mano este fin de semana también, consta de 12 retratos con Fuji Instax, todos de artistas en sus primeros o segundos o terceros pasos. Marcelo Criminal, Tarta Relena o Luz Verdadera en estas instantáneas, tipo Polaroid, que no solo atrapan una cara, o a una persona talentosa, sino también un instante único.

Además, a modo de fotozine, entre la playlist y el catálogo, se puede comprar showcase, una especie de caja con todas esas imágenes ampliadas, con escuetos pero bonitos textos y con enlaces de escucha a las canciones. Todo tan artesano como un bizcocho de domingo sin salir de casa.

Recuerdo cuando se pusieron de moda esos tipos que frecuentaban los bares ofreciendo tirarte una polaroid para luego vendértela a cambio de cinco euros. Yo, por ejemplo, conservo una de un buen amigo: la última, porque meses después falleció. De algún modo, esa imagen única capturó ese instante (en todos los sentidos irrepetible). Así que pueden disfrutar de estas fotos, que son momentos, que son irreplicables, en el último fin de semana de una sala que nos vio berrear “I can’t take it any more” mientras un tipo de calcetines y cuello de camisa conjuntados tiraba la foto para que nos acordáramos.