El Castillo del Diablo, turismo paranormal y de psicofonías al lado de Barcelona

Dicen las leyendas urbanas que, en una sesión de ouija, una piedra salió disparada contra uno de los asistentes, como golpeándole con rabia. También cuentan que una cortina de humo recorría todo el edificio de forma antinatural. O los avistamientos de la niña con cabellos negros y largos, vestida con camisón, muy pálida y con un balazo en la frente. 

Estos son los poltergeists más extremos que se han documentado en el Castillo del Diablo, nombre popular de la Torre Salvana de Santa Coloma de Cervelló. Pero no son los únicos. Los más comunes son los tirones (gente siendo agarrada de brazos y piernas por fuerzas invisibles) o las psicofonías de gritos, lloros, peticiones de ayuda y ecos de guerras. De hecho, es por todo este metraje de historietas dignas de ‘El Exorcista’ que se ha convertido en un lugar de culto para los buscadores de fantasmas de Catalunya.

Más allá de estas leyendas, la Torre Salvana tiene mucha historia. Fue fundada en el siglo X, es de estilo románico (con posteriores restauraciones siguiendo otros estilos, como el gótico), y actualmente está en deplorable estado de conservación, prácticamente en ruinas y con muchísimas pintadas por todo el patrimonio. 

Es una de las principales quejas de los vecinos: el mal estado de este patrimonio. Y a pesar de que en 2023 se iniciaron las obras de estabilización y consolidación para garantizar su protección, el hecho que sea de propiedad privada ha acrecentado su abandono. Ahora, aunque el recinto cuenta con vallas, hay accesos abiertos por particulares que lo convierten en un ‘hot spot’ para la comunidad urbex de Barcelona, el nombre que reciben los exploradores de ruinas urbanas, que no dudan en documentar sus visitas en redes y cómo el paso del tiempo no deja de dañar la estructura.

El castillo está situado al lado de la cripta de Gaudí en la Colònia Güell, lo cual ha aumentado las visitas a estas ruinas. Con su ‘boom’ en Instagram y TikTok, muchos han añadido el Castillo del Diablo como parada obligatoria en su excursión dominguera a la Colònia Güell. A ver si, con suerte, esta marabunta turística sirve para recordar la necesidad de no dejar perder el patrimonio.