¿Te tienen bien frito?
Las mejores frituras de Barcelona: de torreznos a churros y pescaditos
Hoy toca pecar a lo grande: croquetas, pescadito, torreznos, churros, hasta lasaña frita. Ideal para negacionistas del colesterol
Los donuts más deliciosos de Barcelona
Òscar Broc
Prometemos no decirle nada a tu cardiólogo. Tu nutricionista no se enterará. Hoy toca pecar a lo grande. ¿Qué sentido tiene la vida, si no puedes aliñarla de vez en cuando con una buena fritura? Seguramente no es la opción más 'healthy', pero todo lo bueno se cobra una factura. Y lo sabes. Hoy comeremos croquetas, torreznos, churros dulces y salados, cazón en adobo y hasta una lasaña frita. ¿La libreta con mensajes motivacionales de tu personal 'trainer'? Directa a la freidora.
1. Frito en el cielo
Churros de patata
Detrás de la barra, destaca una máquina de churros que funciona a destajo. En ella se fabrican y fríen los archiconocidos churros de patata de la Señora Dolores (Marqués de Campo Sagrado, 27). La ración es enorme y no hay mesa que se los salte, pero son solo un pequeño episodio de una carta dividida en fritos y crudos, que está llena de sorpresas. Nos interesa lo frito, claro, y los churros de patata triunfan: son golosos, están crujientes y vienen con una salsa vigorizante. Pruebo también la primera lasaña frita de mi vida, un bocado celestial, con una salsa de tomate y una costra de felicidad que la hacen irresistible.
De la sección de sugerencias, despega un plato con deliciosas porciones de lengua frita y una maravillosa picada de gilda: estratosférico. El bar del cocinero de Perpiñán Mathieu Pérez es un espacio que inventa sin inventar, algo viejo que sabe a nuevo. Imprescindible rebozarse el hígado con algunos de sus magníficos vinos naturales.
2. Sanlúcar connection
Frituras andaluzas
Mucho respeto por La Chana (Poeta Cabanyes, 8). Me queda claro que estoy en San Lúcar de Barrameda cuando pido un fino y me dicen que de eso nada, que manzanilla. En esta freiduría gaditana ubicada en Poble Sec, la fantasía tiene lugar en las profundidades de su freidora. Mucho arte en un espacio reducido y auténtico, con una terracita muy apañá y rock’n’roll en las venas. El mismo rock’n’roll que destila su extraordinario cazón en adobo. Vive Dios que no he probado nada igual en Barcelona: tan esponjoso por dentro, con una fritura tan perfecta por fuera… Cada bocado, un pequeño orgasmo.
Me regalo también media ración de ortiguillas, que es domingo, y vuelven a tañer las campanas de boda: me quiero casar con ellas, con su fritura costrosa, con su sabor a verano. Uno de esos locales que gastaría de tanto recomendar.
3. Atmósfera cerdo
Colesterol forever
La torre de torreznos del Lauria 2 (Roger de Llúria, 2) me produce las mismas emociones que el más bello edificio de Antoni Gaudí. Esta construcción porcina hipnotiza al transeúnte, le susurra al oído: “que le den a tu nutricionista”.
Lauria 2 es un bar de toda la vida que se resiste a ceder a la presión de los nuevos tiempos, un rara avis en la derecha del Eixample que paró los relojes hace 30 años. Su especialidad, desde tiempos inmemoriales: el torrezno. Desconozco si son los mejores de BCN, pero los torreznos del Lauria tienen encanto y peso histórico. Crujientes, aceitosos, salados, rebosantes de felicidad. Acompáñalos con el también legendario bocadillo de jamón ibérico de la casa.
Por cierto, no muy lejos del Lauria, en El Viti Taberna (paseo de Sant Joan, 62), también se arrojan a la freidora torreznos de premio Nobel al colesterol: tiernecitos en su cara interior, explosivos en su corteza, cortados en trocitos monísimos. Oink.
4. Croquetas legendarias
La reina frita
Polleria Fontana (Sant Lluís, 9) ha cambiado de manos, pero todo sigue igual. Este clásico de Gràcia emprende una nueva etapa sin tocar los fogones, siendo fiel a la cocina tradicional y las tapas que tanto ama su parroquia. Puedes enamorarte de la pluma ibérica o del meloso de ternera. Incluso maravillarte con las gyozas rellenas de pollo a la catalana con ciruelas. Pero seguirás siendo fiel a sus croquetas old-school de pollo rustido y jamón ibérico, uno de los emblemas de la casa, unas piezas oblongas que se evaporan en segundos: buena corteza, relleno cremoso, ¡sabor!
También pruebo las croquetas de queso de tupí con trompetas de la muerte: circulares, juguetonas, con el queso al volumen correcto. Excelente fritura también en los calamarcitos rebozados con parmentier de setas: sin tonterías, cortita y al pie.
Si quieres una alternativa croquetera, no te pierdas las joyitas de jamón o pollo de Los Tortíllez (Consell de Cent, 299): ouijas comestibles para contactar con tu difunta abuela.
5. Del mar al aceite
London calling
El mejor fish & chips que he probado se come en Barcelona. Chincha y rabia, Londres. En 2015, los hermanos Alam tuvieron la gran idea de traer a Barcelona este plato tan británico, pero decidieron tratarlo con guiños a sus orígenes asiáticos y a la cocina mediterránea. Los restaurantes de The Fish & Chips Shop utilizan pescado fresco de calidad para su producto estrella, que llega envuelto en un cono de (falso) periódico, como mandan los cánones. La carne está tierna y jugosa. La pieza se reboza con una tempura ahumada, crujiente. La acompañan unas patatas fritas especiadas que bailan claqué en tu paladar.
En los entrantes, hay otras frituras adictivas, como el cazón en adobo o el pulpo rebozado, otro hit que tu cardiólogo no aprobaría, pero se zamparía igualmente. / Casanova, 91 / Balmes, 240 / Rocafort, 70 / Pepe Rubianes, 37.
6. Pollos hermanos
En la cresta
El pollo frito coreano asoma su rebozada patita en las calles de BCN. Yummy Fried Chicken (Còrsega, 537) es uno de los nuevos templos cuquis dedicados a esta receta para negacionistas del colesterol. Aquí hay que darle duro a la bandeja cuadriculada con una degustación completísima de distintas variedades de pollo frito coreano. Lleva patatas fritas y encurtidos, y cuesta 19,95 euros.
Si las frituras coreanas te parecen poca cosa, siempre puedes ir a Dr. Beer & Mr. fried en el Raval. Pollo frito cajún, al más puro estilo Nueva Orleans. Piezas jugosas, imponentes, con un rebozado atronador. Atención: los martes y miércoles a partir de las 17h: bufet libre de alitas. Si es jueves, pregunta por la bandeja con 1 kg de pollo frito. Y recuerda lo que dijo Carlos Jesús: hoy ríen, mañana llorarán.
7. Pescadito superstar
Leyenda viva
Hacer un artículo sobre frituras en Barcelona y no hincarse de hinojos ante la freídora de La Plata (Mercè, 28) es poco menos que una herejía. Nada se puede añadir a la leyenda: su pescado frito es insuperable, estelar, inamovible, como las pocas tapas que componen su menú desde 1945. Vermut de la casa a palo seco o golpe de porrón para bajarlo todo. Y no te olvides de besar el suelo antes de salir.
8. Churros con merinas
Energía en barra
La churrería barcelonesa más tiktokera volvió a finales del año pasado para tranquilidad de su nutrida clientela y sus cientos de miles de 'followers'. Situada ahora en la calle Padilla, 161, J. Alpuente sienta cátedra cuando se trata de dulces fritos mata resacas. Reel obligatorio, claro.
Y en este tesitura tan incómoda para tu dietista, tenemos que hablar de la reciente apertura de Los Churros de San Martín (Buenos Aires, 44), una churrería-chocolatería que juega con un producto artesanal con más masa, menos grasiento de la habitual, perfecto para mojar en el chocolate caliente de la casa. Merienda-cena vintage por la puerta grande.
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