Toma pan y moja

Robots en tu restaurante, por Òscar Broc

Los ejemplares que se ven por Barcelona parecen sacados de una vieja serie de ciencia ficción. De momento, ninguno se despide con un amistoso "sayonara, baby"

Robot

Robot / A humanoid robot chef cooks dishes in a restaurant kitchen. Replacing human labor with robotics. Future concept with smart robotics and artificial intelligence. 3D rendering

Òscar Broc

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Mientras medio mundo se pregunta cuándo será aniquilado por alguna inteligencia artificial, el otro medio intenta hacernos creer que los robots son el futuro de la hostelería. Los hemos visto en ferias, periódicos y programas de televisión; robots que te preparan la comida en segundos, te ponen un café de especialidad humeante o te sirven un Dry Martini perfecto. Figuras futuristas que, aseguran los expertos, estarán en breve en la barra de nuestro bar favorito, suplantando a esa máquina imperfecta y patética que llamamos ser humano

Será porque no me muevo por los sitios adecuados, pero todavía no me he topado con un robot que me prepare una paella con 'socarrat' o me ponga un Bloody Mary extra picante, como a mí me gusta. ¿Dónde están los androides? ¿Dónde está ese futuro que nos va a devorar a todos? 

Cuatro latas

Los únicos ejemplares que he visto en hostelería están a años luz de los robots superinteligentes destinados a substituirnos. Hace poco, estuve en un restaurante 'hot pot' (parece que estos restaurantes tienen el monopolio de robots) y me topé con una máquina torpona, hortera, ruidosa. Nada que ver con los habilidosos robots baristas que salen en el telediario. Era un robot ridículo que se limitaba a recoger bandejas, emitía extraños ruiditos y parecía sacado de una vieja serie de ciencia ficción estilo Buck Rogers. 

Me resisto a creer que la presencia de robots en la hostelería vaya más allá del mamotreto que me encontré en aquel restaurante chino. De ese cuatro latas a 'Terminator' hay un salto enorme. Mi intuición me dice que todavía queda mucho para que un robot me prepare los macarrones gratinados a mi gusto, me pregunte por la familia y me despida con un amistoso «sayonara, baby». Por cierto, esta columna se ha escrito sin la ayuda de ChatGPT.

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