moda
El otoño de la chupa de cuero
La mítica prenda pasa a un segundo plano en el armario sub-20, que reparte sus favores entre el chándal y el forro polar
"Cada vez que me ponía mi cazadora de cuero y arrancaba de una patada el motor de mi moto, adoptaba un papel antisocial", escribe en 'La caída del hombre' el artista inglés Grayson Perry, donde recuerda cómo a finales de los 70 muchos bares aún prohibían esta prenda asociada a los moteros y la bronca desde que, tras la segunda guerra mundial, fue adoptada por los aviadores estadounidenses que habían visto en las motos "una forma de reproducir la emoción del vuelo de combate".
La película 'Salvaje', con Marlon Brando con gorra y gesto perdonavidas, acercó en los años 50 la cazadora y su hatillo de significados –esa supuesta rebeldía que brindan el acelerador y las carreteras secundarias– al gran público, que poco después leería con truculento pavor que James Dean llevaba precisamente una de ellas cuando lo sacaron del amasijo de metales al que quedó reducido su Porsche Little Bastard.
Así, una década después de que los rockers y Elvis Presley la convirtieran en la prenda en jefe de la recién inventada juventud, Yves Saint Laurent, ya en los 60, la llevó al armario femenino, al tiempo que Iggy Pop se la ajustó para lanzarse como un animal rabioso y malherido contra todo cuanto oliera a hippy con aquel rodillo violento y nihilista que fueron The Stooges.
La llamada 'moda fea' une a adolescentes y jubilados
La llamada 'moda fea' une a adolescentes y jubiladosConfirmada pues por el punk como novia de la contracultura, la 'biker' se pasó los 80, 90 y 2000 sobre los hombros de todo aquel que, de Madonna a Kurt Cobain, sintiera un cierto espíritu indómito. Pero en los últimos años y de puro éxito, la prenda se ha ido aguando hasta convertirse en un clásico del armario de reinas, oficinistas, 'influencers' y políticos en mítines de fin de semana. ¿Resultado? Que difícilmente hoy veremos a alguien con menos de 20 años con cuero y cremalleras. Más allá del factor contaminante de las curtidoras, la entrada infecciosa del trap y los ritmos callejeros han escorado la icónica cazadora hacia la categoría de reliquia rock.
La chaqueta de la nueva aristocracia urbana es la del chándal y por supuesto sus primas hermanas las sudaderas y el forro polar, el cual, aupado por la estética callejera y llamada 'moda fea' –esa que está uniendo a adolescentes y jubilados–, ha aumentado el 50% sus ventas (datos de Urban Outfitters) en el último año. Quién habría dicho que las revistas de moda proclamarían este otoño, con rango de acontecimiento, que la chaqueta polar es ya la nueva cazadora de cuero.
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