TEATRO
'Ciutat de gespa': hechizo poético de alto voltaje
Joan Vázquez pone voz, gesto y alma en su viaje al universo vital y poético de Lorca y de Walt Whitman. 'Ciutat de gespa' es una 'delicatessen' en forma de pequeño (gran) musical
José Carlos Sorribes
Periodista
José Carlos Sorribes
En estos tiempos que vivimos de auge de los musicales se agradece que también haya un hueco para propuestas que se alejan del terreno más convencional o trillado y se asoman al riesgo sin protección alguna. Es el caso de 'Ciutat de gespa', un musical de pequeño formato que repone el Gaudí tras su estreno exitoso en el Maldà. Al frente está el actor <strong>Joan Vázquez</strong>, con socios como Víctor Álvaro o Gerard Alonso. El recuerdo de 'Flor de nit' o del exitoso 'Paquito forever', estrenado en Londres, era una incuestionable garantía previa. Y el resultado lo confirma de sobra. 'Ciutat de gespa' es un regalo para los aficionados a las 'delicatessen' escénicas, para los amantes de la poesía y, en definitiva, para los que se dejan arrastrar por la fuerza y el vigor de las palabras.
'Ciutat de gespa' entrecruza dos mundos, el de dos poetas del calibre de Federico García Lorca y de Walt Whitman, considerado el pope de la poesía estadounidense y con una obra cumbre como 'Hojas de hierba'. No fueron coetáneos -Whitman falleció en 1892, seis años antes de que naciera Lorca– pero sí mostraron caminos comunes en su impulso vital y poético. A ellos se agarra la dramaturgia que firman Vázquez y Víctor Álvaro, también director de una propuesta milimétrica.
Es obvio que el universo lorquiano nos es mucho más cercano que el de Whitman. De ahí que resuene mucho más el tránsito de Poeta en Nueva York que recoge la pieza. Eran los tiempos en que el genio de Fuente Vaqueros se había exiliado en la metrópolis de los rascacielos. Lo hizo tras varios desengaños sentimentales y en los peores días de su relación con Dalí y Buñuel, como recuerda la alusión al filme de ambos, 'Un perro andaluz', título que remite de forma inequívoca al poeta. Es un Lorca tan impactado y aturdido por la gran manzana como por la pérdida del duende de la inspiración.
En dos idiomas
De forma transparente y nada forzada, Vázquez se adentra en el universo de Whitman. Lo hace con un cambio de idioma, del castellano al catalán, y a partir de la presencia de un tul en el escenario. El actor se embarca entonces en el verso reluciente y sensual del poeta estadounidense. Pero pronto llegarán las sombras que también atrapan a Lorca y se establece la conexión entre ambos.
Esa conexión no sería posible sin un intérprete mayúsculo. Lo que hace Joan Vázquez en 'Ciutat de gespa' es de premio. Por intensidad, por sensibilidad y por capacidad para coger al espectador de la mano y recluirlo en un espacio íntimo y conmovedor, alejado del ruido del mundo, durante poco más de una hora. Apenas hay escenografía (el tul y una cama), pero la música de piano y clarinete acompañan un ramillete de canciones muy bien interpretadas. A ver quién da más con tan poco. Puro talento.
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