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'Toni Erdmann': nunca has visto algo parecido

Hasta ahora, películas como esta comedia, de la alemana Maren Ade, no existían. No hay, por tanto, palabras para clasificarla. Excepto dos: obra maestra

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Nando Salvà

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Explicada en pocas palabras, '<strong>Toni Erdmann</strong>' suena como una comedia de Adam Sandler: es la historia de un padre cariñoso pero excesivamente bromista que intenta enseñar a relajarse a su hija, volcada en su carrera. Su humor implica pelucas, dentaduras postizas, cojines de pedos y algún desnudo de índole no sexual. Pero lo cierto es que es una película alemana, de casi tres horas, a menudo muy triste y del todo inclasificable. Nunca antes has visto algo parecido. Por eso no debes perdértela. Por eso y porque es maravillosa.

Desde el principio queda claro que Winfried e Ines no se llevan bien desde hace tiempo. Pese a ello, él decide viajar a Bucarest para pasar unos días con ella. Una vez allí, sus constantes chistes y meteduras de pata generan en ella vergüenza y desdén, y todas sus situaciones juntos concluyen con un silencio mortalmente incómodo. El fin de semana culmina en una despedida poco ceremoniosa. Es entonces cuando el tal Toni Erdmann entra en escena para provocar el caos. Saber más -por ejemplo, cómo encajan Whitney Houston y un traje tradicional búlgaro en la relación- podría restarle gracia al asunto. Digamos solo que la habilidad de la directora Maren Ade para pasearnos entre la sorpresa, la fascinación, el rubor, la culpa y la hilaridad es puro genio.

En el proceso, en ningún momento nos sitúa en una situación de superioridad. Puede que Ines se comporte con frialdad, pero su posición es comprensible. Pese a sus buenas intenciones, pocos le aguantarían a Winfried sus payasadas -que por otra parte son mecanismos de defensa contra la soledad y el miedo-. Por otra parte, mucho peor que él son todos esos cretinos trajeados para los que ella trabaja y cuya estima tan desesperadamente ansía; entre otras cosas, 'Toni Erdmann' es una afilada crítica del capitalismo corporativo y el papel que las mujeres deben desempeñar para sobrevivir en él.

Poco a poco, Ines irá haciéndose a la idea de que su vida es esencialmente miserable. En una película de Adam Sandler eso la haría volver corriendo a casa y reconectar con papá, pero esto es otra cosa: una finísima oda a la mezcla de afecto con exasperación y buenas intenciones con inevitables decepciones que complican las relaciones entre padres e hijos, que crece y crece y alcanza niveles épicos en su capacidad para incomodarnos y derrochar a la vez conmovedora -pero nada cursi- calidez hacia sus personajes; y que culmina en un trío de escenas puramente buñuelianas con mezcla de lo satírico, lo carnavalesco y lo dolorosamente humano. Después de eso, el éxtasis.

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