Las elecciones del 12-M

Auge y caída de Cs: de la elección por orden alfabético de Rivera al último vídeo de Carrizosa

El partido, que entró en el Parlament en 2006, ganó las catalanas en 2017 y se vio con fuerza para llegar a gobernar España, se acerca a su desaparición

Ciudadanos, de rozar el cielo a caer en el abismo

Albert Rivera, en el primer cartel electoral de Ciutadans, en 2006.

Albert Rivera, en el primer cartel electoral de Ciutadans, en 2006.

Toni Sust

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En julio próximo se cumplirá el 18º aniversario del congreso fundacional de Ciutadans. Lo normal sería hacer una fiesta de cumpleaños para conmemorar aquella fecha, pero en lugar de eso el partido prepara su entierro. La formación agoniza. Y lo hace menos de dos décadas después de nacer con el propósito de representar a una parte de la población, castellanohablante, que consideraba marginada por el nacionalismo catalán y huérfana del apoyo del PSC y el PP.

Lo hizo con un líder joven, Albert Rivera, un abogado empleado en La Caixa con pasado de nadador que fue elegido de forma inesperada en ese congreso fundacional del verano del 2006: por orden alfabético de nombre de pila. Pero antes de esa historia, que tardó años en trascender, un repaso del ascenso y caída de lo que primero fue Ciutadans y luego Ciudadanos.

Domingo, Rivera y Robles, la noche de las eleccones del 1 de noviembre del 2006, cuando Ciutadans logró sus primeros tres diputados en el Parlament.

Domingo, Rivera y Robles, la noche de las eleccones del 1 de noviembre del 2006, cuando Ciutadans logró sus primeros tres diputados en el Parlament. / Álvaro Monge

Del éxito a la marginalidad

En 2006, Ciutadans entró en el Parlament, con Rivera como cabeza de lista, con su desnudo como cartel de campaña. Logró tres diputados en lo que fue un éxito más que considerable: la Cámara catalana llevaba un cuarto de siglo con los mismos actores. En 2017, con Inés Arrimadas como presidenciable, y en el contexto de una Catalunya crispada tras el referéndum y la aplicación del artículo 155 en Catalunya, rozó el cielo: ganó las elecciones autonómicas catalanas, aunque no tuvo opción de gobernar.

Ciutadans exportó su proyecto al resto de España, donde tuvo la oportunidad de ser el árbitro decisivo y aspiró incluso a dirigir el Gobierno central algún día. Logró representación y poder en ayuntamientos y comunidades autónomas, y una presencia notable en el Parlamento europeo. Pero ahora ya de todo eso quedan los restos, que en breve serán ruinas: unos 300 concejales en toda España, 10 de ellos en Catalunya, y seis eurodiputados que pronto dejarán de serlo. Los seis diputados que tenían en el Parlament cierran una era al quedarse fuera de la Cámara catalana. Del todo, en la época del 155, al adiós, cuando se acerca la amnistía.

Una jornada compleja

La madrugada del 9 de julio de 2006, dos grupos negociaban la primera ejecutiva de Ciutadans, que horas después iba a tomar cuerpo como partido. Había nacido como plataforma cívica, protagonizada por una serie de intelectuales que apadrinaron la creación y lograron triunfos de audiencia en actos multitudinarios en los prolegómenos de la formalización del partido. Eran nombres conocidos: Xavier Pericay, Albert Boadella, Francesc de Carreras, Arcadi Espada, Iván Tubau, Félix de Azúa.

Arcadi Espada, junto al 'mosso' Boadella, en el Teatro Tívoli, en 2006.

Arcadi Espada, junto al 'mosso' Boadella, en el Teatro Tívoli, en 2006. / Elisenda Pons

En Barcelona, presentaron manifiestos en dos actos, uno en el CCCB y otro en el Teatro Tívoli, el 4 de marzo del 2006, en el que Boadella se vistió de Mosso d’Esquadra como símbolo irónico del control del nacionalismo sobre los catalanes que no participan de su ideario. Cabe subrayar que los intelectuales apadrinaron al partido, pero no participaron directamente en la contienda: es de suponer que los estrategas militares no tienen por hábito acudir en persona al campo de batalla a pegarse con el enemigo. Aunque la comparación no acaba de funcionar: en este caso, los padrinos, más que asesores, parecían los antiguos dueños de una tienda que miran con recelo al sobrino al que han cedido la gestión, a ver si lo hará bien.

Enemigos íntimos

Uno de los dos grupos que negociaba la ejecutiva esa madrugada del 9 de julio lo hacía en representación de los intelectuales. El otro estaba formado por veteranos activistas de la defensa del castellano en Catalunya. Cuentan testigos del evento que fue un parto con complicaciones, de los que duran horas. Y precisan que el grueso de los intelectuales, como los padres de antes, prefirió no entrar en el quirófano

Las partes no habían alcanzado un pacto al retomar los contactos por la mañana, y al final se impuso una solución de urgencia: elegir al presidente y al secretario general por orden alfabético. Uno de cada sector. Porque el catedrático que fue invitado a presidir el congreso advirtió de que un tercer grupo iba a presentar una lista e iba a imponerse si los reunidos no acordaban la suya. La fórmula de urgencia no funcionó a la primera, porque los elegidos por apellidos eran, al parecer, enemigos irreconciliables. Entonces se pasó al orden alfabético de nombres.

La importancia de llamarse Alberto

Así, Albert Rivera, propuesto por los intelectuales –su mentor era De Carreras- se convirtió en presidente, y Antonio Robles, en secretario general. Dice gente que estaba allí en aquel momento, que Rivera reaccionó soltando un taco y Robles, amagando con dimitir.

La candidatura denunció que los medios de comunicación catalanes la habían marginado, y ante la sede electoral, con Rivera, Robles y José Domingo ya electos, la noche de las elecciones, el 1 de noviembre de 2006, los congregados coreaban ante las cámaras un lema que mezclaba la protesta y la revancha en alusión a la televisión pública catalana: “¡Toma tres, tevetrés!”.

Un resumen en catalán

En su primera rueda de prensa en la Cámara catalana, a Rivera le pasó lo que nunca había sucedido. La costumbre de toda la vida, que los periodistas pidieran a los diputados un resumen en castellano de su intervención, cambió por primera vez. Rivera empezó en castellano, y al final alguien se lo pidió con retranca: “¿Puede hacer un resumen en catalán?”.

Antes de que a Rivera se le quedara pequeña Catalunya, no faltaron baches en el camino. Su decisión de asociarse a la plataforma Libertas para acudir a las elecciones europeas generó un conflicto interno, por la proximidad de la plataforma elegida con la ultraderecha.

Rivera, escoltado por Arrimadas, la noche electoral del 10 de noviembre del 2019, cuando Ciutadans cayó de 57 a 10 diputados en el Congreso.

Rivera y Arrimadas, la noche electoral del 10 de noviembre del 2019, cuando Ciutadans cayó de 57 a 10 diputados en el Congreso. / EFE

Libertas y el motín

En el Parlament, Robles y Domingo rompieron con Rivera. Un viernes, 15 de mayo de 2009, los dos primeros convocaron una rueda de prensa que quedó en la memoria de los periodistas que asistieron por lo inhabitual de lo que sucedía, en una cámara en la que apenas pasaba nada. Robles y Domingo anunciaron que por una votación de dos a uno destituían a Rivera como presidente y portavoz del grupo, le despojaban del coche oficial y de parte del sueldo.

Pero pese a lo llamativo de aquella comparecencia, no lograron descabalgar al líder, que con los años pasó a la política española: vino, vio y al final perdió. Dimitió y abandonó la política el 11 de noviembre del 2019, horas después de que Ciudadanos cayera de 57 a 10 diputados en el Congreso. Con el tiempo, y en el contexto del descalabro paulatino del partido, también Arrimadas tiró la toalla: dejó la presidenta del partido en enero de 2023 y la política en junio pasado.

El vídeo de Carrizosa

Ciutadans vive ahora sus últimos días, que no serán de gloria. El encargado de apagar la luz en Catalunya ha sido Carlos Carrizosa, del que quedará como recuerdo un vídeo electoral, ‘Carrizosa al desnudo’, en el que parecía apostarlo todo al llamamiento al voto cuñado, con un punto de plagio a Pantomima Full. Pero el desnudo de Carrizosa no era el de Rivera. Y esta historia se acabó.

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