Citas con las urnas

Gráficos | País Vasco vs Catalunya: más independentistas en las urnas que en la sociedad

Así están las encuestas de las elecciones en el País Vasco 2024

Así están las encuestas de las elecciones en Catalunya 2024

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. / JOSEP GARCIA

Jose Rico
Ricard Gràcia
Francisco José Moya
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Las palabras 'independencia' y 'referéndum' no aparecen en los programas de PNV y EH Bildu para las elecciones autonómicas del 21 de abril. Ambos se proponen avanzar en el "reconocimiento nacional" de Euskadi y materializar el "derecho a decidir" de los vascos de forma "pactada con el Estado", según los peneuvistas, o mediante una "consulta habilitante" antes de negociar con el Gobierno central, según la izquierda abertzale. Todo sin plazos ni unilateralismos. Tampoco en sus mítines de campaña tiene espacio nada que se parezca a un futuro 'procés' vasco. Sin embargo, si las encuestas no se equivocan, los comicios del próximo domingo pueden deparar el Parlamento Vasco más abertzale de la historia. ¿Estamos ante dos realidades contradictorias o compatibles?

Las dos formaciones mantienen el anhelo independentista, pero incluso Arnaldo Otegi ha apostado en la precampaña por llegar a la independencia "sin ansiedad" y "sin excesiva prisa". Esta estrategia de moderación y pragmatismo, tradicional en el PNV y reforzada en EH Bildu tras el final del terrorismo de ETA, explica que el voto abertzale (nacionalista e independentista) crezca en cada convocatoria electoral. En 2020, ambos partidos sumaron el 66,3% de las papeletas y el 69% de los escaños del Parlamento de Vitoria (52 de 75). El promedio de los sondeos electorales pronostica que esta suma podría acercarse al 70% de los sufragios y al 75% de los diputados este domingo.

Históricamente, la suma de las papeletas de PNV, Eusko Alkartasuna y las distintas marcas de la izquierda abertzale (Herri Batasuna, Euskal Herritarrok, EHAK, Aralar y EH Bildu) se ha mantenido estable en las elecciones autonómicas, alrededor del 55%. El punto de inflexión se produjo en 2009, cuando más de 100.000 electores optaron por el voto nulo tras la ilegalización de Batasuna y eso hizo retroceder la suma de voto nacionalista hasta el 47,7%, facilitando la única legislatura hasta ahora sin el PNV en la Lehendakaritza. En 2012, ya sin violencia, este porcentaje creció 11 puntos, y volvió a dar un salto de ocho puntos en 2020, con ETA ya disuelta, hasta alcanzar el techo que podría romperse el 21-A.

La clave es sencilla. Ya sin el lastre de haber sido el brazo político de ETA, la izquierda abertzale ha ampliado su electorado a medida que ha modulado el objetivo político de la independencia, que a su vez ha perdido fuerza en paralelo a la caída del apoyo social que reflejan los tres principales estudios de opinión de Euskadi: el Sociómetro del Gobierno Vasco (desde 1998), el Deustobarómetro de la Universidad de Deusto (desde 2013) y el Euskobarómetro de la Universidad del País Vasco (de 1977 a 2019). Según el más reciente, la oleada de marzo de la encuesta trimestral del Ejecutivo autonómico, el 22% de los vascos están de acuerdo con la independencia, el 37% está en desacuerdo y el 33% estaría o no de acuerdo según las circunstancias.

Más allá de esta fotografía actual, si comparamos la evolución histórica del independentismo en estas tres encuestas y la relacionamos con el contexto político, el apoyo a la secesión inició la democracia en el 24%, bajó del 20% tras la aprobación del Estatuto y fue creciendo durante los años de plomo de ETA hasta superar el 30% a finales de la década de 1980, tras los atentados más sangrientos de la banda (Hipercor, Zaragoza, Vic). Luego hubo dos puntos de inflexión: cayó al 20% tras el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco en 1997 y se aupó hasta el máximo histórico (37%) en 2005, al calor del fracasado 'plan Ibarretxe', que planteaba convertir a Euskadi en un estado libre asociado a España. El 'procés' catalán hizo de nuevo repuntar al independentismo vasco hasta el 30% en 2014, pero desde entonces ha perdido fuelle año tras año.

A la hora de comparar encuestas diferentes, hay que tener en cuenta desde el tamaño de la muestra (el Sociómetro hace unas 3.000 entrevistas y el Deustobarómetro, un millar, mientras que el Euskobarómetro hacía de 1.200 a 1.800) al tipo de pregunta. Por ejemplo, mientras el Sociómetro pregunta a los vascos si "están de acuerdo o no con la independencia" y ofrece la posibilidad de apoyarla o rechazarla "según las circunstancias", los otros dos estudios plantean al encuestado cuatro opciones de modelo de estado para Euskadi: independencia, federalismo (o más autonomía que ahora), autonomismo (o la misma autonomía que ahora) o centralismo (o sin autonomía). Esta última es la fórmula que también utiliza el Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) de la Generalitat en sus encuestas a los catalanes, que reflejan un enorme contraste con la realidad vasca.

Desde 2012, año de partida del 'procés', el porcentaje de voto a las opciones independentistas en Catalunya ha crecido o retrocedido en paralelo al apoyo social a la secesión. La diferencia que explicaría este contraste con Euskadi es evidente: mientras el PNV nunca ha abrazado abiertamente la causa independentista y solo coqueteó con ella en la etapa de Ibarretxe, Convergència empezó a virar en esta dirección en 2012 y consumó el salto ideológico en 2015, arrastrando con ello a la mayor parte de su electorado. Mientras el 77% de los votantes de Junts apuestan hoy por un estado catalán, solo el 18% del electorado del PNV quiere un estado vasco.

La primera vez que el CEO hizo esta pregunta, en 2005, con la reforma del Estatut en ciernes, tan solo el 13,6% apostaba por la secesión, la autonomía era la vía favorita con un 40,8% y la opción federal cosechaba un 31,3%. Dos décadas después, el estado independiente lo pide el 30,4% (el porcentaje más bajo desde el 'procés'), ligeramente por debajo del 31,3% de partidarios de la autonomía (el segundo dato más alto desde 2012), mientras que el federalismo se queda en el 23,2%.

Las fluctuaciones han sido una constante. El statu quo y la vía federal se disputaron la primera plaza hasta la irrupción del 'procés'. En junio del 2012, con el pacto fiscal pendiendo de un hilo y la primera Diada masiva a punto de caramelo, tuvo lugar el gran vuelco: el independentismo se impulsó del 29% al 34%, quitándole la medalla de oro al federalismo. Cuatro meses después, pasado el Onze de Setembre, el porcentaje ya era del 44,3%. El techo hasta el momento se sitúa en el 48,5% en noviembre del 2013, y desde el convulso otoño del 1-O y la DUI, la cota se queda siempre por debajo del 40%.

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