Apuntes políticos de la semana

'Política Deluxe' y polarización: echemos el freno ya

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Pilar Santos

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Si el extraterrestre Gurb que se inventó el escritor Eduardo Mendoza hubiera aterrizado en España este lunes, habría flipado con nuestros políticos. Seguro que el alienígena habría anotado en su libreta cómo el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, se jactó de que irá el próximo lunes al Senado a “trolear” al PP y también habría apuntado que el presidente de este partido, Alberto Núñez Feijóo, cree que estamos viviendo “la peor política de toda la democracia”. “Y esto incluye al PP, por supuesto”, añadió a renglón seguido en una entrevista. Un tiro en el pie sorprendente hasta para un ser de otro planeta.

Mientras en las páginas de Internacional se alerta del riesgo de un enfrentamiento regional por la masacre que Israel está perpetrando contra Gaza, en las de Política los protagonistas siguen cruzándose pullas por escándalos que afectan a las parejas de los dirigentes y se muestran en ocasiones más como cómicos e ingeniosos de barra de bar que como autoridades. Todo vale en un momento en el que algunos medios de comunicación, en vez de concitar el entendimiento y el respeto, abonan la crispación, el bulo, las exageraciones y el insulto. Es 'Política Deluxe'. El PSOE llega a pedir la dimisión de Isabel Díaz Ayuso, aunque no está demostrado que ella supiera de los supuestos fraudes fiscales cometidos por su pareja ni que le haya beneficiado directamente en sus negocios. El PP pone el grito en el cielo por el apoyo de Begoña Gómez, mujer de Pedro Sánchez, a algunas empresas y las reuniones que mantuvo con Air Europa, aunque los conservadores no concretan qué delito ha cometido.

Dos años del Feijóo madrileño

El supuesto ataque de sinceridad de Feijóo sobre la mala calidad de los políticos llega la semana en la que ha celebrado su segundo aniversario como presidente del PP. En esta sección ya destacamos en diciembre cómo el político gallego ha acabado admitiendo que entiende a su antecesor, Pablo Casado, al que muchos, también él, veían como un político veleta y demasiado pendiente de volver a atraer al votante de Vox. En estos 24 meses, Feijóo ha hecho muchas cosas parecidas: desde no vetar en sus mítines el “Que te vote Txapote” hasta recuperar a Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz adjunta en el Congreso (algo que criticó a Casado que hiciera) y apoyar, en línea con la ultraderecha, la derogación de la ley de memoria democrática. Si Sánchez está aprovechando este tema, con visita al Valle de Cuelgamuros incluida, es porque Vox, necesitado de foco ante las tres elecciones que vienen (vascas, catalanas y europeas), lo ha puesto sobre la mesa y el PP lo ha aceptado. 

Ni los consensos mínimos

La polarización y la incomunicación entre el PSOE y el PP tienen su máximo exponente en la falta de renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), algo que los conservadores se han negado a hacer durante cinco años.  

Feijóo solicitó en Navidad a la Comisión Europea que mediara en el asunto y esa petición se le puede volver en contra. Después de varias reuniones a tres bandas, el comisario de Justicia, Didier Reynders, mostró este viernes su hartazgo y dijo que ya está todo casi cerrado y solo hace falta que socialistas y populares tengan la voluntad política de poner la firma y el sello. Y nada es gratuito: el pacto del CGPJ puede tener un impacto en el tenor con el que se afronte la sustitución del gobernador del Banco de España, cuyo mandato finaliza en junio, justo después de que acabe la triple convocatoria electoral. 

Adicción a los mensajes incendiarios

Algunos estrategas del PP admiten que la elevación de la temperatura del debate político les resulta útil ante los comicios para dañar las expectativas electorales del PSOE, con unos votantes más permeables a castigar los escándalos de corrupción como el caso Koldo que los conservadores. Sin embargo, no hay previsión de que la tensión disminuya a partir del verano, porque aunque las vascas, las catalanas y las europeas castiguen a Sánchez, eso no tiene que implicar el adelanto de las elecciones generales, algo que el PP empezará entonces a exigir día tras día. Ahora no lo hace porque la Constitución recoge que el presidente no puede convocarlas hasta un año después de la última disolución (29 de mayo del 2023). 

La adicción a los contenidos polarizados es una realidad, según los neurocientíficos, y se ha disparado por las redes sociales (Twitter, Instagram, Facebook…). Cuando uno lee mensajes incendiarios se activan sustancias como la dopamina y las endorfinas, igual que cuando se consume cocaína. Estaría bien que los políticos ganaran conciencia del riesgo que todo esto supone y echaran el freno de una vez. Gurb no podría entender esta autodestrucción del mejor régimen que los propios terrícolas dicen haber diseñado. 

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