En el Parlament

Las lecciones al Govern tras el pleno de sequía: debilidad parlamentaria con opciones de supervivencia

La oposición fuerza a Aragonès a revisar las medidas del plan antisequía

El Parlament exige al Govern relajar las medidas antisequía en hoteles y gimnasios

El Parlament rechaza el trasvase del Ebro y reclama la gestión de las centrales hidroeléctricas

Aragonès consigna 1.045 millones para la sequía y redobla la presión a PSC y Comuns

El conseller Mascort y el president Aragonès en el pleno monográfico de sequía.

El conseller Mascort y el president Aragonès en el pleno monográfico de sequía. / Eric Renom / La Presse

Quim Bertomeu
Carlota Camps
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El pleno monográfico sobre la sequía de esta semana en el Parlament no solo sirvió para formular propuestas para combatir la escasez de agua o para relajar las restricciones de la Generalitat, sino también para radiografiar el momento político catalán. La foto que sale de la Cámara catalana es la de un Govern con debilidad parlamentaria que sufre a cada votación, pero que, pese a todo, salió vivo de la cita y conserva aún la posibilidad de aprobar la ley más importante del curso, la de los presupuestos.

Eso sí, si quiere cumplir con el mandato de la Cámara, el president Pere Aragonès tendrá que modificar en las próximas semanas algunas de las medidas contra la sequía. El sector turístico fue el que, de la mano del PSC y Junts, salió más beneficiado de la cita parlamentaria. Lo que nadie quiso afrontar, por ser impopular, es qué habrá que hacer si persiste la falta de lluvia.

Votaciones perdidas

Votaciones perdidas

Cuando Junts salió del Govern en octubre de 2022, Aragonès no quiso incorporar a ningún otro partido en su ejecutivo y con eso ganó en cohesión interna, pero perdió en estabilidad parlamentaria. En este pleno se ha vuelto a demostrar: de las 24 propuestas que ERC sometió a votación, le tumbaron el 40%. Ahora en la Cámara opera una 'sociovergencia' que castiga la falta de apoyos del Govern. Eso se traduce en que, mientras los republicanos sufren en cada votación, el PSC logró aprobar todas sus resoluciones (25) y Junts todas menos una. Para que este esquema sea posible, socialistas y posconvergentes se intercambian los votos la mayoría de veces.

Pero más allá de los números, esta debilidad parlamentaria también se visualiza en el contenido de algunas propuestas que ERC no pudo evitar que prosperaran. La más simbólica, una en la que el Parlament constató la "mala gestión" y "falta de previsión" de la Generalitat ante la sequía. Desde la plaza de Sant Jaume siempre han tratado de relativizar esta debilidad: al fin y al cabo, argumentan, los plenos son cada quince días.

Correcciones al plan de sequía

Correcciones al plan de sequía

La alianza entre PSC y Junts también se articuló para exigir al Govern varios cambios en el plan de sequía. Los más destacados son los que afectan a hoteles y gimnasios. Actualmente, los establecimientos turísticos solo pueden llenar sus piscinas si usan agua de mar, que no desalinizada, y solo si tienen mecanismos para evacuarla fuera del alcantarillado. El texto aprobado por la Cámara propone que los hoteleros puedan usar agua de mar tratada y exige al ejecutivo que impulse "líneas de apoyo y colaboración" para sostenerlo.

El líder de Junts en la cámara, Albert Batet, y el del PSC, Salvador Illa.

El líder de Junts en la cámara, Albert Batet, y el del PSC, Salvador Illa. / Mariona Puig / Acn

En el caso de los centros deportivos, el pleno pidió buscar alternativas al cierre total de las duchas, previsto para la fase 2 y 3 de la emergencia. Los republicanos se abstuvieron en esta votación, que se hubiera aprobado de todos modos, alegando que el Govern -al que competen estos cambios- ya estudia una flexibilización para los sectores más afectados por las restricciones hídricas. También se aprobó estudiar una relajación de las limitaciones de agua que afectan a los agricultores y ganaderos, una propuesta que llevaban varios grupos, entre ellos también ERC.

Aviso a los presupuestos

Aviso a los presupuestos

El pleno de sequía también operó cómo un buen termómetro para tener pistas del estado de la negociación de los presupuestos de este año. El Govern no tiene los apoyos cerrados, pero aún puede aspirar a conseguirlos. Eso sí, cada vez está más claro, aunque nadie lo admita en público, que sus únicos socios potenciales son el PSC y los Comuns. La CUP y Junts ya se han descolgado de la operación. El Parlament también escenificó que el futuro del casino Hard Rock es el principal escollo para tener cuentas. Y aquí, el pleno no solo no clarificó el camino, sino que lo complicó aprobando resoluciones contradictorias. Por un lado, una que avalaba seguir impulsando el proyecto pese a la sequía. Por el otro, una que reclamaba frenarlo como mínimo temporalmente por su uso extensivo de agua.

El president utilizó su discurso inicial para anunciar que había consignado en las cuentas 1.045 millones para combatir la sequía. Una forma de presionar a la oposición con el argumento de que, si no hay cuentas, no hay recursos para la escasez de agua.

No a los trasvases

No a los trasvases

El Govern sí consiguió cortar de raíz el debate sobre el trasvase del Ebro -y alejar una posibilidad que la Agència Catalana de l'Aigua llegó a poner sobre la mesa, tal y como avanzó EL PERIÓDICO-, aunque no pudo hacerlo del modo que esperaba. Los republicanos llevaban a votación una propuesta que rechazaba cualquier nueva captación de agua de este río, pero su texto también hacía una referencia errónea al trasvase del río Ter -del que actualmente se extrae agua para el área de Barcelona, pero que está en vías de reducirse- que generó polémica. ERC lo atribuyó a un error humano y probaron de cambiar el texto con una corrección que la Mesa no aceptó.

Finalmente, renunciaron a someter a votación este punto, aunque se acabó aprobando una iniciativa similar de los Comuns. Se trata de algo anecdótico, pero el incidente provocó una fuerte indignación en las filas republicanas, que acusaron a PSC, Junts y Cs de usar los órganos del Parlament con fines políticos, al considerar que no habían aceptado su corrección para perjudicarles.

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