Apuntes políticos de la semana

¿Puede perder la mayoría absoluta el PP en las elecciones de Galicia?

Así están las encuestas de las elecciones en Galicia 2024

DIRECTO | Elecciones Galicia 2024: Última hora de las votaciones al minuto

MULTIMEDIA | Los datos clave de las elecciones gallegas, en gráficos

Apuntes políticos de la semana

Apuntes políticos de la semana

Jose Rico

Jose Rico

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

38 será el guarismo que marcará el umbral del éxito y el fracaso en las elecciones gallegas de este domingo. Si el PP consigue alcanzar ese número de escaños, Alfonso Rueda habrá revalidado la mayoría absoluta que heredó de Alberto Núñez Feijóo. Si queda por debajo de esa cifra y no llega ni con Vox ni con Democracia Ourensana (en caso de que ambos entren en el Parlamento), las izquierdas tendrán abierta la puerta de la Xunta de Galicia por tercera vez en la historia. Aunque tres veces quedaron por debajo de la mayoría absoluta, los populares han ganado las 11 elecciones autonómicas celebradas hasta la fecha, y casi siempre por encima de los 40 diputados desde que, en 1993, Manuel Fraga reformó la ley electoral para, entre otras cosas, elevar del 3% al 5% el mínimo de votos necesarios en una provincia para obtener escaño, lo que hace difícil entrar incluso en las más pobladas.

Este es uno de los datos clave que pueden inclinar la balanza este domingo. De haber existido una barrera electoral del 3%, Podemos habría entrado en el Parlamento gallego hace cuatro años y arañar alguno de los últimos escaños de cada circunscripción. En cambio, tres de esos últimos diputados recayeron en el PP por pocas papeletas (apenas 96 en Pontevedra, por ejemplo). Si ninguna de las minorías (Sumar, Vox y Democracia Ourensana) se hacen un hueco en la Cámara, será difícil que a Rueda se le escape la mayoría absoluta. Sin embargo, durante el escrutinio habrá que estar atento a otros tres datos que pueden resultar decisivos.

El 45% del PP

Fraga primero y Feijóo después cosecharon siempre porcentajes de voto superiores al 45%. Incluso en 2005, cuando el PP se quedó a un escaño de la mayoría absoluta y pasó a la oposición. El promedio de todas las encuestas publicadas hasta el pasado lunes (antes del enredo de Feijóo con la amnistía y los indultos del 'procés') sitúa a Rueda alrededor del 46% y de los 39 escaños, lo que supondría perder dos puntos y tres escaños respecto a las elecciones de 2020. Pero algunos sondeos, como el del GESOP para Prensa Ibérica, han rebajado las estimaciones de los populares a una horquilla del 42% al 44%, algo que podría impedirles alcanzar los 38 diputados.

Ahora bien, con una media tan al filo de la mayoría absoluta, el margen de error de las encuestas puede tanto favorecer como perjudicar a Rueda. De hecho, incluso con los resultados de las generales del año pasado, cuando obtuvo el 43,6%, el PP llegaría por los pelos al escaño 38. Y Rueda tiene otros tres aliados. El primero, que es previsible que absorba a parte del 5% de electores que entonces votaron a Vox. El segundo, que la fidelidad de voto en Ourense y Lugo, las dos provincias sobrerrepresentadas por la ley electoral, supera en medio punto la del conjunto de Galicia, que ya ronda el 70%. Y el tercero, que Democracia Ourensana, con opciones de llegar al 5% en su circunscripción, puede ser la muleta de Rueda.

El 28% del BNG

¿Qué opciones tiene Ana Pontón de ser la primera mujer que presida la primera Xunta nacionalista? Para empezar, el BNG tendría que romper su techo electoral (25%) y auparse más allá del 28%. La media de los sondeos le coloca en el 29%, aunque algunas encuestas han llegado a situarle por encima del 30%. Parece, pues, un objetivo factible debido al enorme trasvase de voto del que se nutre la marca. Según el GESOP, tres de cada cuatro votantes de Pontón en 2020 eligirían ahora la misma papeleta, pero la candidata nacionalista puede además atraer al 20% de electores socialistas y al 60% de quienes votaron a Podemos.

Sin embargo, no le bastará con eso al BNG para hacerse con el Ejecutivo gallego. Concentrar el voto progresista puede ser un comodín pero también un lastre cuando la ley electoral prima el voto rural, que el PP domina férreamente, y penaliza el voto urbano, donde la izquierda es más fuerte. Por eso será crucial para las opciones de Pontón que el PSOE no se hunda por debajo del 17%. En 2005, con los papeles cambiados, socialistas y nacionalistas conquistaron la Xunta con el 33,64% y el 18,89% respectivamente. A Fraga no le sirvió entonces haber sacado un 45,81%. A Pontón puede no servirle este domingo sacar un resultado histórico.

El 17% del PSOE

Asumiendo desde el principio que serán terceros otra vez, los socialistas gallegos se han afanado en salvar los muebles. Las encuestas, en las que fueron de más a menos, les auguran una caída media de tres puntos respecto a 2020, lo que les dejaría alrededor del 16,3%. Pero el GESOP hacía retroceder a José Ramón Gómez Besteiro hasta el 15,5%. El 28% de los electores que hace cuatro años votaron al PSOE están ahora indecisos. Las izquierdas tienen que superar dos obstáculos añadidos: la abstención y el voto exterior. En las dos grandes urbes de Galicia, A Coruña y Vigo, de clara tendencia progresista, la participación en las generales suele ser 10 puntos superior a la que se da en las autonómicas. Y los 476.514 gallegos que residen fuera de España, un 18% del censo, han podido participar por primera vez en 12 años sin las trabas del voto rogado que dispararon la abstención.

Suscríbete para seguir leyendo