Feijóo relega el autonomismo que defendió desde Galicia y pide coordinación a sus barones

El 2 de noviembre de 2018, Carmen Calvo protagonizó un episodio muy curioso en la mesa del Consejo de Ministros. La vicepresidenta del Gobierno intentó justificar uno de los primeros cambios de opinión de Pedro Sánchez y lo hizo hablando como si hubiera dos Pedro Sánchez: uno, el líder del PSOE y candidato a la Moncloa, y otro, el presidente del Gobierno. El primero podía considerar (en mayo de 2018) que los dirigentes del 1-O habían cometido el delito de rebelión y, el segundo (en 2019), podía defender que la rebelión debía implicar que hubiera armas. "¿Pero es la misma persona, no?", le llegó a preguntar el compañero Juan Ruiz Sierra. Algo así está viviendo ahora Alberto Núñez Feijóo. El líder del PP nacional está tomando decisiones y lanzando iniciativas muy parecidas a las que, como presidente de la Xunta de Galicia (2009-2022), rechazó y criticó. 

Algunos en el partido celebran el cambio de Feijóo y recuerdan el error que cometió en mayo al dejar libertad a sus barones para negociar con Vox

Algunos en el partido respaldan el cambio de Feijóo, porque creen que es bueno que se haya dado cuenta de que hay que intentar “coser un discurso único” y olvidarse de "ese modelo de PP federal". “Me alegro de que haya entendido que no puede dar libertad a cada territorio, aunque los territorios se la intenten tomar en algunos temas. Feijóo fue demasiado flexible en mayo con los barones autonómicos y mira la que le lió [Carlos] Mazón”, asegura un veterano fontanero del PP. Se refiere a que el ahora presidente de la Generalitat de la Comunitat Valenciana llegó a un acuerdo exprés con Vox para el Gobierno de coalición. En el partido ha quedado la idea de que ese acercamiento a la ultraderecha tan rápido (no agotó plazos para intentar otras alianzas) tuvo consecuencias negativas para la imagen del PP justo antes de las elecciones generales de julio.

Estos son los temas más importantes en los que, desde septiembre, el Feijóo líder se ha distanciado del Feijóo barón. 

Como presidente de la Xunta, Feijóo no era muy partidario de viajar a Madrid a manifestarse. Cuando Pablo Casado organizó, junto con Vox y Ciudadanos, la famosa protesta en la plaza de Colón en febrero de 2019, para cargar contra las negociaciones de Sánchez con los independentistas y la posibilidad de que en la mesa de diálogo hubiera un relator, Feijóo dijo que no iría porque estaba de viaje en EEUU. La presión de Génova le hizo cambiar de opinión y adelantó la vuelta.

En la manifestación que no participó fue en Colón II, en julio de 2021, contra los indultos a los dirigentes del ‘procés’ que impulsó el Ejecutivo central. Feijóo puso otro viaje de excusa: esta vez, al Vaticano. Pero esa visita era al día siguiente, no el de la manifestación y podría haber ido. 

Ahora, como líder del PP, Feijóo ha organizado varias manifestaciones en Madrid estos últimos cuatro meses contra Sánchez y la ley de amnistía y ha pedido a sus barones que acudan. Muchos atenderán de nuevo su llamada este domingo, para la que ha convocado en la plaza de España.

Feijóo ha reclamado a sus barones que presiden comunidades autónomas (11) que no negocien la condonación de la deuda individualmente. Quiere que no cedan y que presionen todos juntos para exigir que se renueve cuanto antes el sistema de financiación autonómica, que lleva caducado desde 2014. 

El Gobierno empezará el mes de febrero a llamar una por una a las comunidades para, a nivel técnico, calcular qué parte de la deuda les pueden condonar. El Ejecutivo ya anunció que quiere conceder a todas las autonomías de régimen común (no a País Vasco ni a Navarra) el beneficio que ERC pactó con el PSOE en el marco del pacto de investidura: el Estado perdonará a Catalunya 15.000 millones, una cifra que equivale al 20% de la deuda de la Generalitat con el Estado, a través del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA). En esas reuniones bilaterales, el Ministerio de Hacienda y las autonomías tienen que echar números y ver qué cifra le toca a cada una.

La tentación de negociar con el Ejecutivo central será grande, sobre todo para los populares Carlos Mazón y Juanma Moreno, presidentes de la Comunitat Valenciana y Andalucía, que acumulan casi 50.000 y casi 25.000 millones de euros en deuda del FLA, respectivamente.

El gran poder autonómico del PP ganado en las elecciones de mayo está siendo utilizado por Feijóo para intentar contrarrestar las políticas del Gobierno. Esta semana se ha visto con una competencia delicada y que está transferida a las autonomías desde el siglo pasado. 

Feijóo anunció este miércoles que las 11 comunidades en las que gobiernan impulsarán una misma EBAU, la prueba de acceso a la universidad, en el año 2025. Todas tendrán los mismos contenidos, criterios de corrección y fecha de celebración. Los dos últimos elementos podrían uniformizarse (aunque los días festivos, diferentes en cada territorio, también serán un problema), pero los contenidos es imposible, a no ser que ahora en las comunidades del PP decidan solo examinar a los alumnos por la mitad del temario estudiado. La transferencia de educación permite a las autonomías diseñar el 50% de sus currículos, el 60% en el caso de las que tienen lengua propia. En el seno del partido admiten que la idea se ha lanzado sin haberla analizado previamente con las autonomías.

Entre algunos exdirigentes del PP de la etapa de Casado todavía resuenan las críticas que lanzó Feijóo cuando el antiguo líder conservador, en 2018, habló de la necesidad de recentralizar algunas competencias en el Estado, entre ellas la de educación. Parece que, como le pasa a Sánchez, todo se ve diferente cuando uno está en la Moncloa o se actúa como si se estuviera en ella gracias al gran poder autonómico del PP esta legislatura.

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