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UGT y CCOO, de nuevo puntales de la agenda catalana de Pedro Sánchez

Los principales sindicatos apoyan la estrategia de distensión con el independentismo que ha adoptado el presidente

Los seis escollos para la investidura de Sánchez

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Daniel G. Sastre

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No estamos en 1988. Los sindicatos mayoritarios no preparan ninguna huelga general contra un gobierno socialista, como sucedió aquel año, cuando consiguieron paralizar el país y tumbar la reforma laboral de Felipe González. Al contrario: es un momento de gran sintonía entre la izquierda política y UGT y Comisiones Obreras, que esta semana se han reunido con Pedro Sánchez y apoyan la negociación con los independentistas para explorar una amnistía para los líderes del 1-O. "Ahora hay buena relación, sí", confirma Camil Ros, secretario general de la UGT en Catalunya.

Los sindicatos en España nunca se han limitado a preocuparse por los asuntos laborales. "Los trabajadores no solo trabajan, también viven", resume el líder de CCOO en Catalunya, Javier Pacheco. Con la certeza de que las políticas que impulsan los gobiernos son decisivas en las condiciones de la vida de los obreros -entendidos como las personas que ejercen cualquier trabajo, no solo los manuales-, los estatutos de las grandes centrales españolas recogen ya esa voluntad de intervención en los principales asuntos públicos. Y eso ha hecho CCOO desde su nacimiento, en pleno franquismo, muy ligado al PCE y al PSUC; y la UGT desde mucho antes, cuando se fundó vinculada al PSOE en Barcelona en 1888.

Ros subraya que una cosa son los orígenes históricos y otra la evolución de cada sindicato. "Tanto UGT como CCOO somos muy plurales. La UGT de Catalunya tiene 110.000 afiliados; son más que militantes tienen el PSC, ERC y otros partidos juntos", sostiene. Él mismo constituye un ejemplo de esa pluralidad: Ros proviene de Avalot, las juventudes catalanas de UGT, pero también de las JERC, la organización juvenil de Esquerra. "Siempre hemos defendido la autonomía del sindicato", añade, tras recordar las dos huelgas generales que le montaron a González y también la que, en 2010, protestó contra los recortes de José Luis Rodríguez Zapatero.

Huelga 1988

Huelga 1988 / ALBERT AYMANI

Fórmulas de "desbloqueo"

Pero el encuentro del pasado lunes entre Sánchez y los líderes estatales de UGT y CCOO, Pepe Álvarez y Unai Sordo, sirvió para constatar que aquellos tiempos están lejos. Ambos pidieron al presidente en funciones que profundice en la agenda social durante la próxima legislatura, pero a nadie se le escapa que las centrales son también un punto de apoyo del PSOE en sus conversaciones con Junts y ERC. Para Catalunya, los dos sindicatos piden una "solución política". "Cualquier fórmula de desbloqueo a la que se llegue desde el acuerdo nos parece bien. Nosotros mismos planteamos en el pasado tanto la reforma del Código Penal como los indultos y la amnistía. Y las dos primeras ya se han materializado", dice Javier Pacheco.

En la misma línea, Ros recuerda que la UGT lleva desde 2017 proponiendo soluciones del mismo cariz. "Desde 2017 y desde 2019, con la sentencia del ‘procés’, ya dijimos que había que buscar soluciones individuales y colectivas, que había que desjudicializar y volver al diálogo. Los indultos han desinflamado la situación, y que se siga trabajando por ese camino nos parece bien", asegura. También revela que, por sus conversaciones de estos días con los actores implicados en una posible investidura de Sánchez, parece haber opciones para un entendimiento: "El marco en que todos -Junts, Sumar, ERC y los socialistas- sitúan la negociación apunta hacia el acuerdo".

Sin deserciones masivas

Como parte de la sociedad catalana, las organizaciones territoriales de UGT y CCOO sufrieron en sus carnes la sacudida del ‘procés’. Pero tanto Ros como Pacheco sostienen que las decisiones en relación con el problema catalán que han ido tomando los sindicatos nunca han provocado deserciones masivas. "La mayoría de decisiones se han tomado por unanimidad, aunque con una afiliación tan amplia siempre hay gente que se manifieste contraria a una u otra. Pero, pese a la polarización y pese a que el conflicto era muy complejo, no hemos sufrido tensiones significativas ni ha habido grandes procesos de bajas", dice Pacheco. "Cuando pedimos el indulto de Dolors [Bassa]", líder histórica de UGT en Girona y después condenada como ‘consellera’ de Educació del 1-O por el Tribunal Supremo, "se aprobó por un 90% en el comité nacional", subraya Ros.

El líder territorial de la UGT sostiene que su organización siempre "ha pedido diálogo" y siempre ha intentado estar "donde estaba la sociedad catalana". Eso no siempre ha sido fácil de interpretar, ni tampoco ha sido fácil de entender por determinados elementos del progresismo. "Recuerdo cuando, en marzo o abril de 2018, el editorial de un periódico nos recomendaba seguir los pasos de Ciudadanos y de Societat Civil Catalana", evoca ahora Ros.

El referéndum, fuera del debate

Todo lo que es optimismo y concreción con respecto a la amnistía se vuelven pelotas fueras cuando se pone sobre la mesa un hipotético referéndum de autodeterminación, que es el próximo paso que reclaman los independentistas. Para Ros, no es momento de abordarlo, porque "ahora hay que garantizar que haya una investidura, porque si no gobernarán la derecha y la extrema derecha". Para Pacheco, lo mismo: "Ahora queremos que se pongan de acuerdo con la investidura, que la resuelvan. Otros elementos de debate, como el derecho a decidir, el modelo de Estado, la descentralización, la federalización o la confederalización, la nación de naciones o el Estado republicano... Esos debates son estructurales y requieren de algo más que de un acuerdo de investidura".

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