Extremadura

María Guardiola, de candidata poco conocida a protagonizar el foco nacional

Pasó de la noche a la mañana de «diosa» a «traicionera» por su pacto con Vox tras plantarles cara, pero quienes más la alabaron y después criticaron no fueron los suyos

Familia y amigos: un desayuno en familia en la churrería de su tía en la jornada de reflexión. EL PERIÓDICO

Familia y amigos: un desayuno en familia en la churrería de su tía en la jornada de reflexión. EL PERIÓDICO

Rocío Sánchez Rodríguez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Pocas veces está Extremadura en el foco de la política nacional. Pocas veces abre informativos y protagoniza la mayoría de las tertulias. En alguna que otra ocasión la región ha sonado alto por las incidencias del tren (que ahí siguen). Pero jamás se ha mirado a la comunidad desde Madrid con la intensidad de aquellos días en que se vigilaban los movimientos entre PP y Vox. Si había o no pacto era una jugada que afectaba a todo el tablero nacional. Lo cierto es que pase lo que pase a partir de ahora, la popular María Guardiola (Cáceres, 1978), ya nueva presidenta de la Junta y primera mujer en el cargo, ha sido la persona que, de verdad, ha puesto a Extremadura en el mapa. Otra cuestión son los motivos que han hecho que las luces se giren hacía aquí.

Cuando inició su campaña (meses antes de las elecciones) con su plan Habla Extremadura, con el que recorrió la región «para escuchar a los extremeños», Guardiola era una candidata desconocida. Sin duda, su principal obstáculo. También se presentaba como un hándicap proceder de Cáceres;hasta ese momento todos los presidentes de la Junta habían sido de Badajoz.

Apuesta por la imagen

Ella y su equipo apostaron por una campaña diferente, sin grandes actos que exhibieran músculo, pero con una intensa actividad en redes sociales, donde se evidenció la importancia puesta en la imagen.

Lamentó durante esas jornada previas al 28 de mayo, cuando se celebraron las elecciones autonómicas, que los líderes del PSOE y Vox, Guillermo Fernández Vara y Ángel Pelayo Gordillo, respectivamente, no la nombraran. «Di mi nombre», les lanzaba en alusión a la canción de Rosalía.

Buscaba atención. Ironías de la vida, la consiguió días después de la noche electoral a unos niveles que jamás imaginó. Vivió jornadas de absoluto desbordamiento.  

Guardiola pasará a la historia por muchos motivos, pero también por haber mutado de la noche a la mañana de «diosa» a «traicionera». Quedará para siempre en la hemeroteca aquella rueda de prensa en la que, tras chocar con la ultraderecha y perder la presidencia de la Asamblea (que fue a parar al PSOE), aseguró que jamás metería en su gobierno «a quienes niegan la violencia machista y usan el trazo grueso». Dijo muchas cosas más sobre Vox. Y se convirtió en un símbolo, pero más para los que no la habían votado que para los que sí. En aquel momento afirmó que ella en su casa había aprendido a ser valiente. 

Después llegó la realpolitik y todo saltó por los aires

Aunque se barruntaba que el acuerdo o la ruptura definitiva se cerraría después del 23J, los hechos se precipitaron en pocos días. La orden de Madrid fue clara. Vox logró una consejería en el Ejecutivo de Guardiola a pesar de que uno de sus lemas de campaña fue que ella gobernaría en solitario. Los repitió sin parar.

Quienes la subieron al pedestal la bajaron de golpe. Ha tenido que matizar sus palabras contra Vox en varias ocasiones. Y se ha tenido que tragar a la ultraderecha, aunque los haya conformado con una miniconsejería.

Tenaz y trabajadora

María Guardiola se define como una persona «centrada». De ella dicen que la tenacidad y la capacidad de trabajo son sus mejores virtudes. Que no se cansa en su lucha por los objetivos.

El que se propuso para el 28M lo ha conseguido. Lo ha peleado por encima de todo. Ella misma pidió que a partir de ahora «se la juzgue como presidenta de la Junta»

Suscríbete para seguir leyendo