Entrevista con la experta en mediación en conflictos violentos

Teresa Whitfield: "En el Reino Unido sería impensable una utilización electoral del IRA como la que aquí se hace con ETA"

La disolución de ETA cumple cinco años con todos sus presos en Euskadi y Navarra

Teresa Whitfield, escritora.

Teresa Whitfield, escritora. / José Luis Roca

Juan José Fernández

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Tras un periodo de ausencia centrada en su trabajo en Nueva York, la consultora británica Teresa Whitfield vuelve a una España en la que ETA, aquel fenómeno de cuyo final levantó acta, continúa avivado en un sector de políticos en liza electoral. Esta experta en mediación en conflictos violentos, exdirectora de la División de Políticas y Mediación del Departamento de Asuntos Políticos y Consolidación de la Paz de la ONU ha seguido la resolución de varios en América y Asia. También el del País Vasco, que atrapó su atención a partir de una primera visita en 2008. Estos días se presenta en diversas ciudades la traducción al español de su libro 'ETA: el desenlace. La paz esquiva el País Vasco', que el Institut Català Internacional per la Pau (ICIP) ha editado para su colección de obras sobre la resolución de los peores enconos y sus dilemas.

¿Qué le atrajo al problema vasco?

Por mi formación yo había vivido un año en España, en el 84. Trabajé en América Latina, y en la ONU, y en Nepal, sobre conflictos... digamos más clásicos, con insurgencia, con procesos de paz, con mediación, con negociación... Yo era consciente, porque seguía la prensa española, de la apuesta que estaba haciendo Zapatero cuando llegó al poder en 2004. Siempre es complicado para un gobierno democrático hablar con un grupo terrorista. Intentos anteriores no habían prosperado, y luego vino el atentado de Barajas (30 de diciembre de 2006). A principios de 2008 mi propósito era escribir un artículo corto. Cuando llegué era un momento duro, en el que la sensación de muchos en el País Vasco era que ETA, entonces bajo la gran presión de una campaña antiterrorista, iba a seguir teniendo la capacidad de matar a una o dos personas al año durante décadas, porque para eso no hace falta mucha estructura militar. Pero cuando volví en 2009 para terminar la investigación, vi que las cosas se estaban moviendo. En julio de 2009 tuve una entrevista interesante con Arnaldo Otegi en la que me explicó con claridad los esfuerzos que ellos estaban haciendo para persuadir a ETA. Era un proceso interno, unilateral, de la izquierda abertzale.

¿ETA se pudo acabar mucho antes?

ETA tendría que haber acabado mucho antes. Hay mucha discusión ahora sobre cuándo realmente pudo ser. Yo creo que, curiosamente, casi desde el principio ETA estaba pensando en las distintas formas de un final. Muchos creyeron que ETA acabaría con la Transición, y se habrían salvado muchas vidas si eso hubiera pasado. Otros confiaron en las conversaciones del PNV con ETA en Txiberta en 1977. Otros se fijaron en febrero de 1981 en la escisión de los polimilis, y luego en las conversaciones de Argel… Hubo muchos momentos para bajar del tren. Pero ellos cuentan que siempre había razones que no lo hacían posible. ETA siempre tenía en su horizonte una negociación política que nunca se dio. Al final fue un proceso unilateral, forzado porque no tenían otra opción. ETA no consiguió nada político, pero el final de ETA sí dio la posibilidad de que la izquierda abertzale consiguiera perseguir sus fines por las vías democráticas y pacíficas como partido político.

¿Qué errores se cometieron para que ETA fuera el fenómeno terrorista más persistente de Europa, más que Baader Meinhof, más que las Brigate Rosse, más incluso que el IRA…?

ETA formaba parte de un “movimiento de liberación nacional vasco” muy amplio y complejo, que representaba una realidad sociopolítica en la vida vasca. En las elecciones del 79 HB fue el segundo partido. Ahora EH Bildu es de nuevo el segundo, lo cual demuestra la solidez de ese sector sociopolítico en la vida vasca. Entre los factores que contribuyeron al fin de ETA están la campaña antiterrorista del gobierno de España, la ayuda del de Francia, la movilización popular, muy fuerte, de víctimas y movimientos sociales oponiéndose a la violencia, y también un apoyo internacional sui géneris… Pero al tiempo otros factores contribuyeron a mantener la resistencia de ETA: algunos errores del Estado español. Obviamente el GAL, pero no sólo el GAL, también el hecho de que la persecución de sus delitos tardó mucho, y que cuando hubo condenas los inculpados salieron de la cárcel rápidamente. Y también contribuyó toda la historia de la tortura, cuestiones de derechos humanos que observaron los relatores de la ONU. Todo esto nutría la narrativa que sostenía a ETA; fue como echar gasolina al fuego.

El GAL dio vida a ETA, cierto. Pero, ¿en qué fue diferente el caso español, teniendo en cuenta cómo actuó Francia con el terrorismo corso, las misteriosas muertes de líderes de Baader Meinhof en la cárcel, los golpes secretos de Italia a las Brigadas Rojas u otros de guerra sucia contra el IRA en el Reino Unido?

Quizá se puede hacer esa comparación más con Irlanda del Norte, porque los otros casos de terrorismo no tenían la componente de apoyo social que tuvieron el IRA y ETA. Los otros grupos estuvieron menos basados en una realidad social y política que les diera apoyo o mantuviera viva la causa. En el caso de Irlanda del Norte, el Sinn Fein sigue persiguiendo la unidad de Irlanda, y en el caso vasco la izquierda abertzale sigue persiguiendo la autodeterminación. Evidentemente sí hubo abusos de la Seguridad del Estado en el caso de Irlanda del Norte, pero hubo detalles... había presos de los dos lados, por ejemplo, que hicieron más fácil el final porque la asimetría no era tan extrema.

¿Sabe? Este país al que vuelve usted acaba de celebrar unas elecciones locales en las que un argumento electoral clave ha sido… ETA. Trece años después del último atentado, otra vez ETA.

Sí. Me parece raro. El uso de ETA como arma electoral se da más en otras regiones de España que en el País Vasco. En Euskadi lo que se vive es que ETA ya no existe. Ese uso electoral es una manipulación evidente que están aprovechando. Bildu ha trabajado bastante hábilmente con el PSOE a nivel nacional, pero abriendo las puertas a la derecha para utilizar esos argumentos, que no se oyen en el País Vasco, que en el País Vasco no tienen ningún fundamento y todo el mundo lo sabe, incluidos los que han luchado contra ETA toda la vida. Esta manipulación está denunciada incluso por COVITE, las víctimas vascas. Fuera del País Vasco es más difícil de entender, porque se ve solo ETA, sin captar toda la dinámica social que hay detrás, un complejo mundo político y social en el que no todo es ETA, en el que incluso hay partidos muy en contra de la violencia, como Sortu. Es una realidad bien conocida en el País Vasco, pero no tanto en España.

Le pido un comentario sobre un arma electoral de destrucción masiva. Es una frase: “Que te vote Txapote”.

La conozco. Yo creo que no tiene ninguna base en la realidad política. Es una manipulación.

Esta otra campaña, la del 23-J, también lleva su carga de ETA. No sé si en el Reino Unido se habla tanto del IRA como aquí de ETA.

Hay una diferencia que es importante señalar: en el Reino Unido durante el proceso de paz norirlandés había una lealtad entre los partidos grandes, conservador y laborista, y no se criticaban entre sí. Nunca había tal nivel de crispación. Lo que pasa ahora en España viene de la crispación que se encuentra Zapatero en su primer mandato, cuando había movilizaciones en contra de sus esfuerzos por la paz. En el Reino Unido sería impensable una utilización electoral del IRA como la que aquí se hace con ETA.

Pues esta campaña del 23-J ha arrancado con una llamativa entrevista en la que Zapatero ha tenido que reivindicar que el fin de ETA llegó bajo su gobierno. ¿Usted sabe quién acabó con ETA?

Es cierto que el coraje de Zapatero de aprovechar el momento cuando llega al poder en 2004 inició una cadena de eventos que terminó con la violencia de ETA bajo su segundo mandato. Pero allí había una mezcla de otros factores: una campaña antiterrorista muy fuerte, una movilización de la sociedad civil y los partidos muy fuerte en contra de ETA, un proceso interno de conversaciones entre Arnaldo Otegi y el socialista Jesús Egiguren, lo que había pasado en el mundo tras los atentados del 11S… Había un caldo de cultivo. Pero creo que Zapatero merece reconocimiento por lo que hizo de lanzarse a aprovechar esta oportunidad. No lo hizo solo, pero aprovechó el momento, y tuvo a Alfredo Pérez Rubalcaba liderando ese esfuerzo.

Hubo contactos con ETA tanto del gobierno de Aznar como del de Zapatero. ¿Qué los diferencia?

Por lo que sabemos, Aznar decía que no, que jamás hablaba, pero hubo al menos una reunión en Suiza para explorar posibilidades. Y Zapatero dio luz verde a un proceso de reuniones que lideró Egiguren en Ginebra entre 2005 y 2007, que produjeron un cese del fuego en 2006, pero que no funcionaron. Y no hubo más conversaciones directas. Pero se necesitaba coraje para mantener conversaciones directas aún después del atentado de Barajas.

Aquí la clave del relato post ETA es no haber hecho concesiones a una banda terrorista. ¿Las hubo?

España no hizo concesiones políticas. Uno de los factores que hizo imposible el proceso de 2005 fue precisamente que ETA empezó a pedir concesiones políticas. Y cuando llegó el momento de 2011 no hubo concesiones; para nada. Fue un proceso de transformación, unilateral dentro de la izquierda abertzale, y sin ningún intercambio. Creo que fue un logro de la democracia española, porque volvieron al juego democrático. Rubalcaba decía muchas veces aquello de “o bombas o votos”. Y optaron por los votos.

¿Hubo además una acción extranjera?

Sí, fue una cosa curiosa, rara e innovadora. Nunca hubo sensibilidad del Gobierno de España a intervenciones extranjeras, lo cual es normal, ni hubo tampoco una implicación de la comunidad internacional, de la UE, por ejemplo. Pero sí hubo papeles de actores informales, y una influencia importante y positiva de los irlandeses sobre la izquierda abertzale, dándoles confianza y empujándoles para abandonar la violencia. La Conferencia de Aiete demostró que ETA necesitaba -y en algún momento el Gobierno de Zapatero accedió, con la petición de Kofi Annan, por ejemplo- aparentar que respondía a una petición internacional, y no rendirse al Gobierno. Y yo creo que el Gobierno lo entendió muy bien. Rubalcaba una vez me dijo: “Si el precio para que ETA dejara la violencia era que Kofi Annan viniera a San Sebastián, yo mismo le hubiera comprado los billetes”. Annan nunca hubiera ido a Donostia sin una indicación clara y directa de que estaba de acuerdo el Gobierno de España.

¿Ilegalizar Batasuna fue un acierto?

Fue muy extremo en términos de uso de la ley antiterrorista, pero la mayoría de la gente con la que he hablado está donde se quedó el Tribunal Europeo de Derechos Humanos: que, dado lo que estaba pasando, fue necesario. Y es cierto que aquello puso mucha presión a la izquierda abertzale, un deseo de volver a la política que cumplieron cuando hicieron los estatutos de Sortu ya con arreglo a la Ley de Partidos.

Pero ¿se puede considerar ETA asunto acabado habiendo 379 asesinatos sin juzgar?

Yo creo que no se puede decir nunca que ETA es un capítulo cerrado. Está también el tema de las otras víctimas. Los principios básicos de la ONU para el tratamiento de víctimas hablan de verdad, justicia, reparación y no discriminación. Hay una asimetría notable: es cierto que hay casos que no han podido ser esclarecidos y hay que ver qué se puede hacer para esclarecerlos, aunque resulte muy complicado porque ya ha pasado tiempo; y también hay casos de tortura con una impunidad notable. Hay todavía mucho que hacer. No es correcto decir que ETA está viva, como dice alguna gente, pero tampoco se puede decir que el capítulo está cerrado.

Después de todo lo vivido… ¿una democracia debe hablar con terroristas?

Una democracia siempre debe pensarse si y bajo qué condiciones habla con terroristas. España ha hablado con ETA de diversas maneras. La cuestión es entender que hay un tramo muy largo entre hablar, mantener contactos, y dar concesiones a terroristas. La diferencia es muy importante.