Campaña del 28-M
Más de un centenar de etarras han ido en listas electorales desde los años 80
Sánchez afea a Bildu las listas, pero le emplaza a seguir apoyando al Gobierno
La renuncia de siete ex etarras: todos los detalles
¿Quién ganará las elecciones?
Juan José Fernández
Redactor Jefe
Reportero.
Profesor en el Master de Periodismo Avanzado – Reporterismo de la Facultat de Comunicació i Relacions Internacionals Blanquerna (Universitat Ramon Llull).
Diplomado por el CESEDEN en Altos Estudios de la Defensa Nacional.
Fue jefe de Información y reportajes y jefe de Redacción de la revista Interviú durante 19 años.
Contando a Iker Casanova, etarra condenado en 1998 que no figuraba en la lista de candidatos del 28-M denunciada por las víctimas, y que hoy se presenta para las Juntas de Vizcaya, la suma histórica de ex presos de ETA, con y sin delitos de sangre, que han participado en elecciones supera ya el centenar. Y no solo integrando en esa suma a diez exterroristas que iban en listas de Bildu en 2015, entre ellos Juan María Gabirondo Agote, ‘Txispas’, implicado en el asesinato del jefe de la Ertzaintza Genaro García Andoain.
En sus choques parlamentarios de esta semana, Pedro Sánchez ha recordado que hubo etarras en las listas electorales de 2015, gobernando Mariano Rajoy. En esos comicios se presentaron al poco de salir de la cárcel Pablo Gorostiaga y Bergoi Madernaz. Pero no es un fenómeno reciente el hecho del que ha tirado Sánchez para tratar de poner en evidencia lo que tilda de “cinismo” del PP, que a su vez enfatiza en que ahora el Gobierno central se ayuda de Bildu para legislar. De hecho se puede considerar antiguo. En los años más duros de la historia de ETA, su rama política y su red jurídica utilizaron como estrategia presentar a miembros de la organización terrorista incursos en causas judiciales por asesinatos. Los dirigentes y sus abogados aprovechaban diversos momentos procesales en los que, estando en marcha la investigación de jueces y fiscales sobre supuestos crímenes, no tenían aún suspendidos sus derechos políticos por ser presos preventivos a la espera de sentencia.
El dirigente de ETA Josu Urrutikoetxea, Josu Ternera, es quizá el ejemplo más sonado. Siendo integrante de diversos comandos ganó un puesto de concejal en su pueblo, Ugao-Miraballes (Vizcaya). Estando en prisión como miembro de la cúpula de ETA, el 25 de octubre de 1998 obtuvo acta de Parlamentario Vasco. Residía entonces en La Moncloa José María Aznar, que también presidía el Gobierno el 13 de mayo de 2001, cuando Josu Ternera fuer reelegido. Entre ambas fechas, el histórico de ETA fue también uno de los interlocutores designados por la banda para tratar con el Gobierno popular.
Larga lista
Diez años antes de la irrupción de Josu Ternera en la política, y gobernando Felipe González, ETA presentó al preso preventivo Juan Carlos Yoldi -a quien se atribuyeron atentados cometidos en la comarca guipuzcoana del Goiherri- como alternativa de Herri Batasuna al peneuvista José Antonio Ardanza en la lucha por Ajuria Enea. Ya estaba intentado la izquierda abertzale disputarle al PNV la hegemonía en el mundo nacionalista, en una pugna que no cesa. Yoldi tuvo que renunciar a su acta de diputado un año después, en 1988, al ser condenado por la Audiencia Nacional a 25 años de cárcel.
Hubo otro miembro de ETA en las lista de las elecciones autonómicas de 1989 en Navarra. Por Herri Batasuna se presentó Guillermo Arbeloa. Iba sexto en la lista. Años después de su incursión en política fue condenado a 23 años por depósito de armas. Arbeloa acabaría apartándose de ETA después de que la banda matara al concejal popular de San Sebastián Gregorio Ordóñez, el 23 de enero de 1995.
Y hubo también unas elecciones municipales antes que estas con un nutrido grupo de etarras en las listas, si bien todos ellos presos, y no con las condenas cumplidas, como ocurre esta vez. En 1995 consiguieron acta de concejal ocho etarras en espera de juicio en Portugalete, Elorrio, Barakaldo, Getxo, Urduliz, Igorre, Santurtzi y Basauri (en Vizcaya) y nueve en Guipúzcoa, en las ciudades de San Sebastián, Pasaia, Andoain, Azkoitia, Ordizia, Oiartzun, Oñati, Basauri y Soraluze. Además, cuatro en Navarra: Pamplona, Burlada, Barañain y Vera de Bidasoa.
Esas elecciones se celebraron con el precedente de una sonada toma de posesión de un acta de concejal en Rentería, una de las localidades duras de la Guipúzcoa de la época. Fue el 7 de mayo de 1992. Escoltado por dos ertzainas y con antidisturbios beltzas en la puerta, entró en el consistorio el preso preventivo de ETA José Manuel Ugartemendia. Un año después, al ser excarcelado, huyó de España. Con el tiempo volvería a sufrir nuevas detenciones. Una de ellas, en 2014, cuando se dejó en una lavandería una pistola que había guardado entre la ropa sucia.
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