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Ada Colau, durante la entrevista del ciclo 'Barcelona Entre Todos' de El Periódico

Ada Colau, durante la entrevista del ciclo 'Barcelona Entre Todos' de El Periódico / Ferran Nadeu

Toni Sust

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Ada Colau tiene ya un par de récords que nadie podrá quitarle. En 2015 se convirtió en la primera mujer alcaldesa de Barcelona y, cuatro años después, en la primera candidata en acceder al cargo sin haber ganado las municipales. Ahora, en su tercer intento, sus retos ante las municipales son claros y habituales en quien ha gobernado: apelar a su gestión y pedir a los votantes que le den más tiempo para completarla.

Defender la 'superilla Barcelona'

Su plan de ciudad tiene varias patas, pero una destaca por encima de ellas: la ‘Superilla Barcelona’. El programa de pacificación de calles ha generado grandes elogios y animadversión. La alcaldesa esgrime como oferta esas imágenes de calles sin coches que se están popularizando. Esas fotos de Consell de Cent que sus acólitos tuitean a todas horas con mensajes que juegan con el rechazo de otros sectores buscando la ironía: “Sigue la destrucción de la ciudad”.

Colau subraya que Barcelona en Comú no engaña, que tiene un modelo. Que puede gustar o no, pero que es claro. En contraste, da a entender que sus rivales carecen de una propuesta sólida, más allá de querer que ella deje de ser alcaldesa.

Ganar a socios y rivales

En el caso del PSC, su socio en este mandato, y de ERC, su principal apoyo externo en el periodo, Colau subraya que han apoyado las principales políticas del consistorio en este mandato, por lo que centra su línea de ataque al socialista Jaume Collboni en sorprenderse de que ahora tome distancia de estas.

En la precampaña, Colau eligió a Trias como rival principal para enviar un mensaje claro a la ciudadanía. Le ha resultado bastante útil para lograr que la atención se centrara en ellos, y para tratar de arañar así apoyos del PSC, subrayando que Collboni flirtea con la sociovergencia.

La alcaldable de Barcelona en Comú tiene que ganar y cerrar una alianza con uno o dos socios, probablemente dos, que en principio solo pueden ser los socialistas y los republicanos. Si  Trias, Collboni y el alcaldable del PP, Daniel Sirera, suman los 21 concejales que dan la mayoría absoluta, podría darse una operación como la de Manuel Valls en 2019 pero al revés, es decir, que Sirera haga alcalde a Trias o Collboni como Valls la hizo alcaldesa a ella.

Impedirlo es otro reto, aunque no depende del todo de ella. Pero es un hecho que Collboni juega con la ventaja de que, sobre la mesa, puede pactar con Colau y con Trias. La alcaldesa necesita un buen resultado y que el del candidato de ERC, Ernest Maragall, no sea un desastre. Porque lo que pierda Maragall irá, en principio, a las arcas de Trias.

Beneficiarse del apagón del 'procés'

Además de sus políticas de movilidad, Colau pondrá el acento en las de turismo y vivienda. Con todo ello, tratará de que cale la imagen de que la continuidad es la mejor opción. También confía en beneficiarse de que el eco del ‘procés’ se haya apagado, y de que la política catalana esté menos presente en esta campaña que en la de 2019. En cuanto a la política española, Colau asociará su figura, como desde hace tiempo, a la de la vicepresidenta del Gobierno y líder de Sumar, Yolanda Díaz.

Fortalecer de la marca

Barcelona en Comú es Ada Colau y Ada Colau es Barcelona en Comú. Es posible que en el futuro, a la vista de que la alcaldesa no se podrá presentar en ningún caso en 2027 (salvo sorpresa e incumplimiento o reforma de las normas internas), la marca resista, pero la sensación es que una vez Colau pase pantalla, no será fácil que los Comuns mantengan el atractivo una vez se produzca el relevo de su lideresa. Que logre un buen resultado el 28 de mayo es importante para que consiga seguir como alcaldesa, pero también puede serlo para el grupo que deje en el consistorio en el caso de que ella no siga al frente del mismo. Porque en el ambiente flota el temor de que el día que Colau falte, el grupo de Barcelona en Comú vuelva a tener la representación con la que tradicionalmente contaba Iniciativa per Catalunya. Es decir, que no tenga opciones de aspirar a ser el partido de gobierno municipal o su socio mayoritario en caso de que sea compartido.

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