Cinco años del referéndum

¿Dónde estaban y qué hicieron durante el 1-O los actuales líderes políticos catalanes?

Crónica de un fiasco: lo que se vio y lo que no se vio del otoño del 'procés'

1-O: ¿dónde estaban y dónde están los líderes del 'procés'?

Algunos de los actuales dirigentes participaron activamente en la consulta y protegieron colegios, mientras otros lo observaron desde el sofá y pegados al teléfono

Una urna en un colegio durante la jornada del 1-O

Una urna en un colegio durante la jornada del 1-O / FERRAN NADEU

Sara González

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Al mando del momento desde la Generalitat, protegiendo un colegio electoral, votando sin más o siguiendo la evolución de las urnas y las cargas policiales desde la sede del partido o, directamente, desde el sofá de casa y pegado a la televisión o el teléfono. Son actitudes distintas que resumen qué hicieron los actuales líderes de los partidos catalanes durante la jornada del 1-O, que marcó un antes y un después en el panorama político Catalunya y cuyas imágenes tuvieron repercusión a nivel internacional. Este sábado se cumplen cinco años de ese día y, de los jefes de entonces, solo queda uno al frente de su formación: Oriol Junqueras, que continúa presidiendo ERC y que fue uno de los principales líderes del 'procés'. Él, además de ser vicepresidente del Govern, votó. Pero, ¿dónde estaban y qué hicieron aquél día Laura Borràs o Salvador Illa? ¿Y Jéssica Albiach, Dolors Sabater, Alejandro Fernández o Carlos Carrizosa?

Illa, en línea con alcaldes

El partido aún se alojaba en la mítica sede de la calle Nicaragua. Fue desde allí que Salvador Illa, que entonces era secretario de organización del PSC, hizo un seguimiento desde primera hora de la jornada del 1-O. "Estuve muy en contacto con nuestros alcaldes y concejales, a través de los cuales nos llegaba la información directa de lo que estaba pasando en cada municipio", relata. Su preocupación fue en aumento cuando, a través de los medios de comunicación, vio con sus propios ojos las personas concentradas ante los colegios y las cargas policiales.

"Estaba con el primer secretario, <strong>Miquel Iceta</strong>, cuando llamó a la vicepresidenta del Gobierno, <strong>Soraya Sáenz de Santamaría</strong>, para pedirle que pararan las cargas y advertirle de que aquellas imágenes solo provocarían que saliera más gente a la calle", explica cinco años después. Fue tras esa llamada que el partido emitió un comunicado a media mañana. Para él, el 1-O fue un "fracaso de la política", un "fracaso colectivo", aunque suele insistir en que no todos los actores tienen la misma responsabilidad. "Quizás no fuimos lo suficientemente explícitos en advertir las consecuencias de una situación que solo ha traído frustración", reflexiona.

Junqueras y la peripecia para votar

Como vicepresidente del Govern y uno de los líderes políticos del 1-O, el presidente de ERC, <strong>Oriol Junqueras</strong>, participó en la votación del 1-O en Sant Vicenç dels Horts, municipio del que fue alcalde. "Salí de casa acompañado de mis hijos, que tenían 4 y 2 años, y bajamos un tramo de la calle de casa para acercarnos al colegio electoral, que tocaba casi pared con pared con mi casa", detalla. Pero allí no pudo votar. La cerradura estaba bloqueada con silicona.

Gracias al censo universal que se habilitó y al ingenio de unos amigos, al final lo logró. Él mismo explica cómo: "Tuvimos que volver a casa, donde dejé a mis hijos, y volví a salir a la calle. Cogimos un coche para ir a votar a otro colegio. La policía nos siguió por las calles de Sant Vicenç, pero algunos de sus barrios tienen un urbanismo creativo que afortunadamente conocemos muy bien. Hicimos una llamada y el coche de unos amigos se cruzó con el nuestro en un cruce estrecho. Entonces la policía no no nos pudo perseguir más".

Fue aplaudido por los vecinos congregados en el colegio cuando depositó su papeleta. "La gente encontrará todos los caminos necesarios para defender la democracia", dijo entonces. Un mes después, entró en la cárcel, donde estuvo tres años y ocho meses, hasta el indulto de junio de 2021. "Votamos a pesar de la brutalidad de la cargas policiales y la represión del Estado. Aquél día ganamos democráticamente", reivindica. Bajo su punto de vista, hay ahora la "obligación de hacer realidad el mandato" del 1-O y para ello defiende que hace falta sumar más gente en Catalunya al movimiento para ser "más fuertes" y lograr un reconocimiento internacional.

Borràs, defendiendo un colegio en Sarrià

El 30 de septiembre, Laura Borràs, entonces directora de la Institució de les Lletres Catalanes, fue directamente, de una conferencia en Valencia con motivo del Día Internacional de la Traducción, al Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), que al día siguiente tenía que ser colegio electoral del 1-O. Allí se celebraba una especie de fiesta del pijama literaria con lecturas ininterrumpidas de autores catalanes o autores traducidos al catalán. La actual presidenta de Junts y presidenta suspendida del Parlament se quedó hasta las cinco de la mañana. Pocas horas después acudió con su marido y su hija a votar en el barrio de Sarrià. "Subíamos por la calle de Anglí y había mucho silencio, no había nadie. Creíamos que era porque el entorno era poco propicio", recuerda. Pero al llegar al colegio se encontraron con una hilera larga de personas "impacientes" por votar.

"Lo viví con mucho orgullo, con sensación de estar haciendo historia", asegura. Y recuerda con emoción como se daba prioridad a personas en silla de ruedas o gente mayor. No se movió del local hasta el recuento. Estuvo en contacto con "la gran emoción" que le transmitían familiares y amigos que estaban votando en otros sitios, así como la preocupación cuando supieron que furgones de la Policía circulaban por la Vía Augusta. "Ante la alarma, en lugar de irnos, nos quedábamos allí convencidos que era lo justo y que era necesario, que era lo mejor que podíamos hacer", asegura. Al final, allí no hubo cargas.

Su objetivo fue "defender el colegio" durante una jornada en la que recuerda como vecinos ponían "a todo volumen" cánticos de "Viva España" y los participantes en el 1-O respondían cantando Els Segadors. Durante el recuento aplaudieron los votos, tanto los afirmativos como los contrarios y las abstenciones. "Fue un día muy especial, muy feliz, absolutamente inolvidable", resume. Ocho meses después, daría el salto a la primera línea de la política asumiendo el cargo de 'consellera' de Cultura en el Govern presidido por Quim Torra.

Dolors Sabater y la noche en vela

En aquel momento, Dolors Sabater, ahora presidenta del grupo parlamentario de la CUP, era alcaldesa de Badalona. La noche previa al 1-O visitó colegios que estaban abiertos y ocupados para garantizar la votación y la pasó en vela, "pendiente de informaciones" y de "gestiones". Su gobierno municipal había "asumido hacer posible" que todos los vecinos pudieran votar en lo que entendía como "un acto de radicalidad democrática". Los sentimientos previos los define como un cóctel de "emoción" e "inquietud", de "ilusión" y, a la vez, de "angustia" porque había la incertidumbre de cómo llegarían las urnas y cómo se garantizaría el voto. "Tenía toda la confianza en el engranaje clandestino, aunque no disponía de información", reconoce.

Para Sabater, hubo un antes y un después del 1-O, tanto a nivel político como personal. "Tengo tatuado en el alma cada minuto", afirma cinco años después. Desde las visitas a las escuelas a la atención a los observadores internacionales, que también formaron parte de su agenda. "Nos sabíamos protagonistas de una historia en mayúsculas escrita desde abajo. Éramos un pueblo plantando cara a un Estado opresor", describe. Estuvo pendiente de todo, también del recuento y de los resultados, así como de los llamamientos a hacer frente a las cargas policiales si llegaban. Y, después, "el vértigo por haberlo hecho sin saber cuál sería el paso siguiente". Sabater fue uno de los rostros clave tras la declaración unilateral de independencia del 27 de octubre que se hizo en el Parlament y que nunca se aplicó. Intervino en la escalera de honor en nombre de los ayuntamientos.

Albiach, a votar contra las porras

No había unanimidad en los 'comuns' sobre si participar o no en el 1-O en las semanas y días previos. En aquel momento, solo hacía cinco meses que Xavier Domènech había creado Catalunya en Comú y las bases acabaron avalando en una consulta votar en el referéndum, aunque no llamar a la participación. Pero el grupo de Catalunya Sí que es Pot, con Lluís Rabell y Joan Coscubiela, discrepaban de esa decisión. La actual líder de los 'comuns' en la Cámara catalana, Jéssica Albiach, que entonces era diputada, explica que fue a votar en el colegio de su barrio junto a su compañera de piso.

"Ante las vergonzosas imágenes de las porras y golpes, había una ciudadanía cargada de dignidad que demostró una capacidad ingente de autoorganización y de pacifismo", considera. A su juicio, esos participantes supieron encarnar "el sentido de la palabra fraternidad". "Una ciudadanía que no preguntaba a quién votabas o qué pensabas, sino qué podía hacer para ayudar. Fue muy emocionante", admite. En términos políticos, define el 1-O como una "movilización popular" que demostró la "incompetencia" del Gobierno de Rajoy y cómo de "inútil y antidemocrático es renunciar a la política en favor de las porras y de las togas".

Carrizosa, en casa contra el "engaño"

Siguiendo la consigna de su partido conforme el 1-O era un "referéndum ilegal", el actual líder de Ciudadanos, Carlos Carrizosa, se quedó en casa aquél día. Entonces él ya era diputado del Parlament con Inés Arrimadas al frente del partido. "Lo seguí con mucha preocupación por lo que estaban haciendo los partidos independentistas, que era empujar a la gente a hacer de blancos humanos de una actuación -la policial- ordenada por un juez para impedir el referéndum", asegura. Aún le sigue "sorprendiendo" cómo el Gobierno de Rajoy no fue capaz de pararlo, de encontrar las urnas, de impedir su distribución o de impedir la ocupación de los colegios la noche antes. Añade que fue "decepcionante la politización" que considera que se hizo de los Mossos, que a su parecer actuaron bajo las órdenes del Govern y no del juez.

Bajo su punto de vista, lo que pretendían los partidos independentistas era conseguir "una foto que diera la vuelta al mundo con el relato de una supuesta democracia atropellada por los antidisturbios de un Estado poco democrático". "Esa foto buscaron y esa foto obtuvieron. Puigdemont y Junqueras sabían muy bien lo que estaban haciendo a costa de utilizar a personas como escudo humano que se dejaron llevar por sus engaños", critica. Tres meses y medio después, su partido ganaba las elecciones convocadas en Catalunya tras la aplicación del 155.

Alejandro Fernández, pegado al teléfono

"Desde casa pero colgado del teléfono". Así explica el líder del PP de Catalunya, Alejandro Fernández, cómo vivió la jornada del 1-O. Entonces Mariano Rajoy gobernaba en la Moncloa e intentaba gestionar la situación a pesar de que semanas antes había dicho que no habría urnas. Pero las hubo, como también hubo duras cargas policiales contra los votantes en los colegios. "Fue una jornada muy desagradable que seguí con mucha atención", relata. Residente en Tarragona, en aquel momento era portavoz de la formación en el Parlament y solo salió de casa para pasear a su hija pequeña, que entonces tenía 14 meses.

¿Con quién hablaba Fernández por teléfono? Según reconoce, con miembros de su partido - Xavier García Albiol era el jefe de los populares catalanes y Enric Millo delegado del Gobierno en Catalunya- pero también con amigos y familiares que no acudieron a votar pero que transmitían mucha "preocupación" por los acontecimientos.

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