Aniversario del referéndum
ERC y Junts se disputan también la herencia del 1-O cinco años después
ÚLTIMA HORA | Quinto aniversario del 1 d'octubre en Catalunya y la crisis en el Govern, en directo
Crónica de un fiasco: lo que se vio y lo que no se vio del otoño del 'procés'
1-O: ¿dónde estaban y dónde están los líderes del 'procés'?
Los republicanos vindican la paternidad de su organización y los posconvergentes se hacen suyo el legado de las urnas
Xabi Barrena
Periodista
Periodista de la sección de Política
Fidel Masreal
Periodista
Licenciado en Ciències de la Comunicació por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), curso de periodismo jurídico-político por la UAM-El País, ha ejercido como periodista político en Onda Cero, diari Menorca, Ràdio Barcelona (cadena SER) -donde fue jefe de la sección de Política- y Els Matins de TV3. Desde septiembre del 2008 es redactor en El Periódico, primero como cronista parlamentario en Madrid y en la actualidad especializado política catalana. Autor de "Conviure amb la depressió" (Mina, Eniclopèdia Catalana, 2007), "Game Over: els partits polítics, corrupció i vicis del sistema" (La Mansarda, 2013), "Cuentos Ex" (Magma Editorial, 2019) y "Contes del procés" (Magma, 2019). Colabora como analista en TVE, Catalunya Ràdio, SER Catalunya y RAC-1, entre otros.
A medida que el tiempo pasa, y ya van cinco años, el 1-O va adoptando cada vez más hechuras de Diada. Es decir, un día en el que se mezcla la nostalgía de un futuro que no se dio, de reivindicación y, también, de competencia entre independentistas por ver quién es más puro. En el caso del referéndum, ERC y Junts, junto al resto de actores independentistas, han abierto en este quinto aniversario una carrera de atribución de méritos. Los republicanos aseguran que sin ellos la posconvergencia no habría llegado 'hasta el final', y estos se reivindican como los únicos que mantienen que hace cinco años se generó un mandato democrático que espera ser descongelado vía una declaración unilateral de independencia. Todo ello en el contexto de la crisis de Govern y la que puede ser la última negociación que abra la puerta a la reconciliación o a la ruptura total.
Esquerra se ha sentido maniatada durante este lustro por los procesos judiciales abiertos y, a pesar de que algunos siguen activos y, de hecho, se espera fecha de juicio -como en el caso de Josep Maria Jové y Lluís Salvadó-, pero los indultos a Oriol Junqueras, Raül Romeva, Carme Forcadell y Dolors Bassa les ha soltado, como mínimo, una mano.
A eso se suma lo que los republicanos consideran una orquestada campaña de desprestigio por parte del independentismo más hiperventilado, en el que incluyen al sector 'activista' de Junts, que se les acuse de renunciar a los hechos de otoño de 2017. "El error es que ellos", los más irredentos, "sobrentienden que sin reconocimeinto internacional el 1-O no ha servido para nada. Y eso no es así. El 1-O es la piedra donde se sustenta el reconocimiento por parte del Estado de que hay un conflicto político", asevera una importante voz del partido.
Una bandera "propia"
Junts ha hecho de la herencia del 1-O la gran bandera propia con la que, sin rubor, autoproclamarse como el único partido que mantiene viva esa iniciativa, hacer realidad la inerte declaración unilateral de independencia. De la mano del 'expresident' Carles Puigdemont, ha construido un relato en el que incluso su actual presidenta, Laura Borràs, se presenta como "hija del 1-O". Una manera de situarse al margen del partidismo.
Respecto a la preparación de la consulta, Puigdemont defiende siempre que tuvo siempre una total determinación, que le llevó a incluso sustituir a algunos 'consellers' y al secretario del Govern, que ponían en duda la operación. Lo que pasa por alto es que él estuvo a punto de sustituir el mandato del 1-O por unas elecciones autonómicas.
Defender la posición de abanderados del referéndum no es fácil incluso en el seno de Junts, porque cuando Borràs, en campaña electoral, prometió reactivar la DUI si era la vencedora, generó muchas dudas internas. Cabe recordar que el antecesor de la presidenta, Jordi Sànchez, llegó a afirmar por escrito que el 1-O no pretendía la independencia, sino forzar la negociación con el Estado. Sin embargo, el relato oficial sigue siendo -no sin cierta inconcreción- que el referéndum demostró que no había ni un gramo de pactismo convergente en Junts y sí una total determinación en llegar hasta el final.
Vindicación republicana
ERC afronta este 1-O bien distinta a como solía: con ánimo de vindicación. La primera muestra tuvo lugar la semana pasada, en el acto de aniversario de la entrada de la Guardia Civil en la Conselleria de Economía. "Si entraron aquí no fue por casualidad", clamó Junqueras en un obvio subrayado de que su departamento era el centro de operaciones de la organización del referéndum.
En este acto se aportaron enfoques nuevos, como por ejemplo que la organización no fue una sucesión lineal de hechos, sino que tuvo que refundarse hasta dos veces. "Tras el 20 de septiembre", la entrada en Economia y la detención de quien tenía todo el referéndum en la cabeza (y en una libreta) "hubo que rehacerlo casi todo de nuevo". Y la persona que lo hizo, sostienen los republicanos y reivindicó el miércoles ella misma, es Marta Rovira.
En su libro 'Tornarem a véncer', escrito hace dos años, Junqueras y Rovira hacen un balance del 1-O, de sus fortalezas y debilidades. Por entonces, nadie osaba sacar más pecho que el vecino en cuanto a la organización.
La activación de la DUI
Las tesis posconvergentes se intensifican en este quinto aniversario, planteado como un inconcreto "punto de inflexión". La propia Borràs, Puigdemont y el 'exconseller' Toni Comín, aseguran que solo hace falta un buen resultado electoral de su partido -y una coyuntura de conflictividad social en Catalunya- para lograr que el Parlament "levante" la DUI. Tanto da que buena parte del independentismo admita que no hay legitimidad suficiente. Lo importante es levantar esta bandera para diferenciarse de su socio en el Govern y presentarse ante las bases como un partido más decidido. Aunque ejecutar una "confrontación inteligente" de momento no tenga una base concreta sobre la que sustentarse, más allá de las acciones de desobediencia civilque plantea Puigdemont en su breve libro "Reunim-nos", vehiculando esta estrategia a través de la entidad parainstitucional que lidera, el Consell per la República.
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