Análisis
Feijóo hace a Casado moderado | Videoanálisis de Verónica Fumanal
El nuevo líder del PP es el responsable del pacto de la vergüenza con Vox en Castilla y León
Verónica Fumanal Callau
Especialista en comunicación política.
El pasado jueves 10 de marzo algo se rompió en nuestra democracia. Por primera vez en España, la ultraderecha populista se hacía con la presidencia de las Cortes de Castilla y León, la cuna del parlamentarismo español. Un partido político que lleva en su programa electoral acabar con el estado de las autonomías con esta redacción: "Transformar el Estado autonómico en un Estado de Derecho unitario que promueva la igualdad y la solidaridad en vez de los privilegios y la división". "Un solo gobierno y un solo parlamento para toda España. Como paso previo: devolución inmediata al Estado de las competencias de Educación, Sanidad, Seguridad y Justicia limitando en todo lo posible la capacidad legislativa autonómica". La contradicción política es tal que los reiterados incumplimientos de los programas electorales de otros partidos políticos se quedan en minucias. Pero la culpa no la tiene Vox, que no se esconde en sus planteamientos ni en su ideología nostálgica, excluyente y populista; la tiene el PP, que sin debate orgánico interno ha decidido vender su alma a aquellos que vienen a adelantarles por la extrema derecha.
El pecado original de esta operación política está en Génova, el laboratorio de mercadotecnia en que Egea y Casado diseñaron la estrategia del cuento de la lechera: ganaremos en Castilla y León, luego en Andalucía y después las generales. Sobre el papel la cosa pintaba estupenda, igual que en la cabeza de la niña que con una jarra de leche se veía en posesión de una macrogranja. Pero la realidad es tozuda y cuando no puedes explicar por qué convocas elecciones y tu rival directo está en pleno crecimiento, la jarra puede caerse y romperse en mil pedazos. Casado y Egea son el ejemplo político más evidente de una mala decisión inoportuna. Imagine el lector si no se hubieran convocado elecciones y el diputado Casero no hubiera confundido su voto, seguramente Yolanda Diaz habría dimitido, Sánchez estaría sumido en una guerra con Belarra y Montero haciéndole la puñeta con el “no a la guerra”, y en Vox estarían metidos en alguna cueva que permitiera esconder sus coqueteos con sátrapa Putin.
Volviendo a la realidad, el PP ha cambiado antes de candidato que de sede y Feijóo ha tenido la mala pata de tener que asumir la decisión más difícil del partido en mucho tiempo sin tan siquiera estar al mando del partido. Pero asumamos la verdad, es Feijóo quien ha permitido que Mañueco tenga la deshonrosa cita histórica de haber sido el primero en consumar el pacto de la vergüenza. ¿Y por qué digo de la vergüenza? Porque fueron los mismos del PP quienes negaron por activa y por pasiva que perpetrarían la alianza. Así que Feijóo de forma interina ha consumido todo su capital político de moderado liderando un partido que sin debate interno sobre los pros y contras ha decidido vincular su futuro al de la extrema derecha. Alberto Nuñez Feijóo, el moderado, desapareció para ser el Feijoó que ha determinado su futuro político nombrando de forma adelantada a su vicepresidente Abascal.
La vida (política) es bien caprichosa. Resulta que Pablo Casado, quien en las primarias del 2018 se presentaba como el más “FAES” y línea dura del PP, es el presidente que pasará a la historia como el que no pactó con la extrema derecha; mientras que Alberto Nuñez Feijóo, el que consiguió evitar que Vox tuviera representación parlamentaria en Galicia y el presidente autonómico del PP más criticado por los de Abascal por ser "nacionalista" por su política 'galego friendly', es el presidente en funciones que ha permitido que la ultraderecha presida una cámara autonómica con la que quieren acabar… Si un día llegan a la Moncloa juntos, quien sabe si será una de las líneas rojas que tendrá que asumir el gallego para con su vicepresidente.
Hay veces que tú no eres capaz de hacerte tu relato, pero tus adversarios te lo regalan. Ese es el caso de Pablo Casado, quien con su discurso contra Vox en la moción de censura de estos, podrá pasearse por Europa con sus socios criticando al gallego por romper el cordón sanitario. Otro beneficiado del pacto de la vergüenza es el socialista andaluz Juan Espadas, a quien Feijóo le ha regalado el imaginario colectivo del tándem Olona-Bonilla, junto con el 'bonus track' de la presidencia del Parlamento andaluz para los de Abascal, la sede de la soberanía del pueblo que consiguió su autonomía el 28 de febrero con toda la fuerza de la movilización en las calles y con la cual quieren acabar. La interinidad de Feijóo no le va a permitir esconderse: ha hecho a Casado un moderado mientras ponía sus pertenencias en una caja de cartón.
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