JUEGO DE TRONOS

El lugar de Yolanda Díaz en un nuevo mapa político

Yolanda Díaz

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Albert Sáez

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Tras el éxito de la reforma laboral tenía que llegar el momento del lanzamiento de Yolanda Díaz como nueva líder de Unidas Podemos. Dos hechos inesperados se cruzaron en su camino: el desalojo de Pablo Casado de la presidencia del PP y el estallido de la guerra en Ucrania. Dos movimientos tectónicos que cambian sustancialmente el escenario político y que obligan a Díaz a repensar sus movimientos. En todo caso, su camino no iba a ser fácil, pero ahora varían las dificultades que se va a encontrar y también las fuerzas con las que puede contar. El camino de labrar un liderazgo desde las alfombras oficiales ha tenido históricamente resultados irregulares, porque a las ventajas de la visibilidad y la notoriedad se suman las desventajas de los avatares de la gestión y de la sobreexposición. Casi nadie ha salido victorioso de ese tránsito a la primera de cambio, desde Artur Mas hasta Mariano Rajoy pasando por multitud de alcaldes que tomaron las riendas a media legislatura para afrontar con ventaja las elecciones.

¿Dónde estará el centro con Feijóo?

La llegada de Alberto Núñez Feijóo a Génova puede comportar un reposicionamiento del PP que podría pasar de luchar con Vox a la derecha para plantar cara a Pedro Sánchez en el centro. El presidente del Gobierno vivía relativamente plácido en una España de bloques infranqueables. A la que Feijóo le acepte un par de pactos a los que Casado se negaba por temor a Díaz Ayuso, Sánchez va a tener que tomar decisiones arriesgadas. ¿Jugará a una geometría variable pactando a la diestra con el PP y gobernando a la siniestra con Unidas Podemos? ¿Huirá de los acuerdos de gran coalición para consolidar su liderazgo a la izquierda del PP e intentar ser el estandarte del voto útil? Sánchez es suficientemente plástico para intentar cualquiera de las dos cosas y Feijóo suficientemente experimentado para saber que su éxito depende de que la política española bascule lejos de los frentes ideológicos en los que Vox siempre será más puro que el PP. Los alquimistas de la Moncloa aprovechan estos días que la guerra se lleva todo el protagonismo para analizar escenarios de reposicionamiento. La vida les era más cómoda contra Casado desde ese punto de vista. La votación de esta semana sobre la guerra dejó claro que las cosas pueden cambiar y con el espantajo de Vox ya no es suficiente, ni para distinguirse del PP ni para seguir dando consistencia a la mayoría de la investidura.

Los cimientos de la UE se remueven

El domingo pasado entrará a formar parte de la historia de Europa. La UE, con Alemania al frente, se convirtió en un actor de las relaciones internacionales tanto en el plano diplomático como en el militar, en cuya confluencia con la economía nace la geoestrategia. El amplio consenso que ha generado en Berlín la histórica decisión de dedicar 100.000 millones de euros al presupuesto de defensa ha removido los cimientos de aquella izquierda que se enrocó en el “OTAN, no; bases fuera”. En un mundo multipolar, el modelo social europeo necesita, también, un paraguas geoestratégico que lo ampare para no estar permanentemente a merced de unos Estados Unidos donde puede gobernar un tipo como Trump, una China desafiante y una Rusia en manos de una oligarquía que juega con la avaricia occidental. La izquierda europea ha salido, finalmente, de la lógica de los bloques posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Eso tiene ventajas e inconvenientes. 

Nuevo liderazgo, nuevas ideas

En este contexto, Yolanda Díaz lanza su proyecto político y lo primero que hace es cerrar filas con Pedro Sánchez en su decisión de alinearse con el resto de la UE y vender armas a Ucrania. La estructura partidista de Podemos se desmarca. Díaz no pretende pues, como quisieran algunos, ser una nueva cara sino encarnar unas nuevas ideas, más en sintonía con esa Europa removida que no con el clan de Pablo Iglesias y su retórica basada en la lógica de los bloques, tanto en el plano interior como en el geoestratégico. La apuesta es de alto voltaje y hay que decir que donde la actual vicepresidenta logra apoyos más nítidos es en Catalunya, de la mano de Ada Colau y de Jéssica Albiach. Ya se sabe que solo con el apoyo catalán no se alcanza la presidencia del Gobierno de España pero es casi imposible hacerlo sin él. Díaz lo sabe pero el mapa le ha cambiado en siete días.

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