Negociación en Catalunya

Las cinco condiciones del PSC para pactar los presupuestos catalanes

El líder de los socialistas pide que se refuerce la sanidad y los servicios sociales y que las políticas se centren en la reconstrucción económica

Salvador Illa, durante su comparecencia en el Parlament

Salvador Illa, durante su comparecencia en el Parlament / EFE / ANDREU DALMAU

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El líder del PSC, Salvador Illa, ha reclamado una reunión urgente con el 'president' de la Generalitat, Pere Aragonès, para desbloquear los presupuestos del 2022, después de que la CUP anunciara este martes que presentará una enmienda a la totalidad si el Govern no modifica algunos de los aspectos que contiene, a pesar de que mantienen la negociación abierta.

Aunque desde el Ejecutivo catalán defiende que aún "hay tiempo" hasta el lunes, cuando se tienen que votar, el socialista ha asegurado que la mayoría de la investidura "se ha roto" y no son capaces de acordar una propuesta. Poco después de esta proposición, Aragonès ha cerrado la puerta a los socialistas, aunque minutos antes sí se había abierto a hablar con los comuns.

Fondos europeos

Por esta razón ha solicitado el encuentro con Aragonès y ha puesto cinco condiciones que tienen que ver con temas sociales y económicos. En primer lugar, el que fuera ministro de Sanidad en plena pandemia, ha reclamado al Ejecutivo catalán que se refuercen los servicios sanitarios. Después, Illa ha reclamado que se ponga "énfasis" en la reconstrucción económica de Catalunya tras la crisis del covid, poniendo el acento en los temas industriales y ecológicos.

El aprovechamiento de los fondos europeos para impulsar la economía, ha continuado el socialista, es la tercera condición que ponen para negociar las cuentas del año próximo y, en cuarto y quinto lugar, las políticas sociales "para que nadie quede atrás" y dotar de más recursos a las políticas de igualdad (principalmente feministas), repectivamente.

Mientras, el socio de Govern, Junts, ve con mejores ojos al PSC que a los 'comuns', si finalmente la CUP no avala los números, lo que ha generado malestar con los socios.