'OPERACIÓN VOLHOV'

El 'Govern' invisible

Xavier Vendrell, Oriol Soler y David Madí

Xavier Vendrell, Oriol Soler y David Madí / periodico

Xabi Barrena

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A seis meses del 1-O, las relaciones entre la posconvergencia y ERC eran pésimas. Ninguna novedad. Pero las reyertas entre ambas facciones del mismo Govern amenazaban con dar al traste el referéndum. Los republicanos se quejaban de que las ‘conselleries’ posconvergentes no hacían nada. Una queja que, a la postre, acabó con la remodelación del Executiu del 14 de julio, a menos de tres meses del día D. Las huestes del PDECat, por su parte, afeaban a Oriol Junqueras que no quisiera firmar ninguna orden. La situación estaba enrocada y, entonces, uno de los lugartenientes en ese momento del presidente republicano, junto con David Madí, el otrora asesor áulico de Artur Mas, propusieron dar una vuelta de tuerca a la idea del ‘estado mayor’, que hasta ese momento ya operaba.

Se trataba de una serie de reuniones en las que los tres partidos independentistas y el Govern intercambiaban opiniones e información (no toda y menos a la CUP). Los renovadores de ese 'estado mayor' creían que el órgano oficioso precisaba de la entrada de savia nueva, que operara como argamasa entre los distintos sectores y que no tuviera una composición fija, más allá de los líderes Puigdemont y Junqueras, sino variable en función del orden del día. Asimismo, previendo las dificultades que tendría un gobierno autonómico para ejecutar su plan de romper el Estado, y la imperiosa necesidad de que se promoviera la acción civil, se dio entrada también de manera regular a las entidades soberanistas.

El nuevo 'sanedrín' tuvo su reunión número cero con una comida en la Casa dels Canonges entre Puigdemont, Junqueras, Madí, Oriol Soler y Xavier Vendrell. A estos tres últimos se sumarían otros nombres no implicados directamente con los partidos, pero sí con el activismo político.

Interferencias

Los choques entre miembros del Executiu y el 'sanedrín' estaban a la orden del día. Se daban órdenes explícitas para sacar adelante la consulta. Se instauró una bicefalia: por un lado Govern y, por el otro, el grupo de impulso del referéndum al margen de todos los estamentos reglados. En el Consell Executiu de los martes se despachaba, y muy por encima, lo que llegaba desde estos espacios de influencia. También porque Puigdemont estaba harto de las continuas filtraciones de las reuniones del Govern.

Una muestra de ese poder es una trifulca entre el secretario del Govern, Joan Vidal de Ciurana, y el 'sanedrí'n, en ausencia Puigdemont. Al final, ese julio, Neus Munté, Jordi Jané, Meritxell Ruiz y Vidal de Ciurana, todos del PDECat, abandonaron el poder, y entraron dos firmes valedores del 1-O como Jordi Turull y Quim Forn. Los relevos cohesionaron a Govern y 'estado mayor', que creía que con los ‘tibios’ con el 1-O no podían controlar áreas tan sensibles como los procesos electorales, las escuelas y los Mossos. La cohesión se mantuvo hasta el final, hasta la reunión de la víspera del 1-O, cuando se decidió aplicar el censo universal en el referéndum.

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