ACTO PREVIO A LA PRESENTACIÓN DE LOS PRESUPUESTOS
Sánchez entrará al cuerpo a cuerpo con el líder de Vox
Juanma Romero
Periodista
Madrid, 1981. Redactor de Política de 'El Periódico' desde agosto de 2020. Antes, en 'El Confidencial', 'infoLibre', RTVE, 'Público', Telemadrid e 'Interviú'.
Juanma Romero
"Nos da gasolina". Hay poca duda en el Gobierno y en el PSOE. La moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez, que arrancará este miércoles a las 9.00, es una poderosa munición para el Ejecutivo. Porque ayudará a cohesionar a los dos socios de la coalición y también, calculan todas las fuentes consultadas, a reagrupar a la mayoría de investidura. Sin descartar que incluso impulse el pacto para los Presupuestos Generales del Estado del 2021. En suma, una bendición caída del cielo, aunque también entrañe riesgos, siquiera mínimos, para el presidente.
Aunque en la Moncloa se debatió cómo afrontar el pleno y qué salida era la óptima, al final se ha concluido que debe ser Sánchez quien replique a Santiago Abascal. A última hora de este domingo, cuando continuaban las reuniones y los contactos del equipo del líder socialista para preparar el pleno, la previsión era esa: que el jefe del Ejecutivo salga a la tribuna de oradores del Congreso para entrar en el cuerpo a cuerpo con el presidente de la formación ultra, según indicaron a EL PERIÓDICO todas las fuentes gubernamentales consultadas. También Mariano Rajoy contestó a Pablo Iglesias y al propio Sánchez en las mociones de 2017 y 2018.
No se prevé que otro miembro más del Gobierno, aparte de Sánchez, intervenga
En principio, el candidato de Vox solo se encontrará, desde el Ejecutivo, con la única respuesta de Sánchez. No se ha programado, por ahora, que otro ministro confronte con Abascal, aunque todo dependerá de la dinámica de la sesión. Tampoco está previsto que Sánchez, que como cualquier miembro del Gobierno puede tomar la palabra en todo momento y sin límite de tiempo, responda a los grupos, ni que intervenga tras la presentación de la censura por el diputado ultraderechista Ignacio Garriga. La siguiente réplica que se encontrará Vox por la parte socialista será la de su portavoz, Adriana Lastra, el jueves, en la segunda jornada de debate. El patrón, por tanto, será semejante al de la censura que ganó Sánchez. En la Moncloa, no obstante, trabajan con varios escenarios de respuesta, en función de cómo se desarrollen las dos jornadas.
El "Sálvame parlamentario", "el acto de propaganda de la ultraderecha en el hemiciclo, que no sirve para nada porque no ganará y que solo pretende ganar repercusión en los medios" —así define la moción uno de los altos cargos del Ejecutivo—, sí es visto como una oportunidad para los socialistas. "Nos servirá para coger impulso", advierten desde Ferraz. Sánchez tiene a su favor que Abascal solo contará con los 52 síes de su grupo, a la espera de saber si Pablo Casado finalmente da la orden a los suyos de abstenerse o votar en contra.
Cuidado con la "antipolítica"
El debate del miércoles y jueves funcionará como una especie de punto y aparte que ayudará a la coalición a tomar oxígeno de cara a la prueba verdaderamente clave, la de los PGE, que se presentarán a mediados de la próxima semana, porque el acuerdo de PSOE y Unidas Podemos ya está prácticamente cerrado al 100%. De ahí que haya dirigentes que interpreten que la moción puede acabar de decantar la balanza y de atar los apoyos a las cuentas del Estado, ecuación en la que en principio no estará Ciudadanos, ya que las últimas semanas han certificado una mayor aproximación del Ejecutivo a sus socios, como quería Pablo Iglesias. "A los nacionalistas les da pavor Vox, de modo que con discursos tan polarizados hay más posibilidad de encuentro con la mayoría de investidura, si salen de su paradigma identitario", valora un diputado. Sin embargo, otras fuentes ponen más distancia y no ven tanta "relación" entre la censura y los PGE.
Algunos cuadros creen que el debate quizá puede facilitar las cuentas del 2021
El Gobierno tiene una posición cómoda en este debate, ya que la "violencia verbal" que espera de la ultraderecha "cohesiona" a la mayoría de investidura y puede movilizar al electorado progresista. "Ojalá sucediera una semana antes de unas elecciones", suspira con ironía un alto mando del Ejecutivo. Otra veterana dirigente cree que también hay que medir con cuidado el impacto, porque "el relato de Vox tiene su audiencia que alienta la antipolítica". "Y hay demasiada gente sufriendo", apostilla, mirando al drama sanitario, social y económico provocado por el covid-19. Caldo de cultivo perfecto para la desafección y el populismo.
El "problema", convergen todos los consultados, lo tiene el PP. Sánchez ya equiparó (de nuevo) al líder de los populares con el jefe ultra en la sesión de control al Gobierno en el Congreso del pasado miércoles. "Señor Casado, señor Abascal, veo que hay un poco de coordinación en sus preguntas". En las alturas del Ejecutivo y del PSOE asumen que Casado tiene "muy difícil" gestionar la moción, como sintetiza este cuadro: "No puede quedarse corto ni pasarse de frenada. Nosotros, cuando ganamos las primarias [en mayo del 2017], se zanjó el debate de la hegemonía en la izquierda, pero esa lucha en la derecha no está resuelta. El PP no ha ganado la batalla aún. Ojalá la gane".
Dar con la tecla
Sin embargo, hace tres años, no se percibía tan clara la victoria del PSOE sobre Podemos en el campo progresista. De hecho, el partido tardó en encontrar el camino: al principio Sánchez cargó contra Iglesias por "populista", luego suavió la postura, la gestora que le sucedió en el poder optó por la vía de la confrontación y precisamente la moción del 2017 sirvió para visualizar la nueva estrategia, la de la competición virtuosa, la del partido de Estado que ayuda al Gobierno en temas capitales —como fue el despliegue del 155 en Catalunya— y tiende puentes con la formación con la que compite en la izquierda. El rostro de aquel giro fue el hoy ministro de Transportes y entonces portavoz interino del grupo, José Luis Ábalos, porque Sánchez había renunciado a su escaño meses antes por la abstención a Rajoy.
El pleno llega en un momento de tensión máxima por la renovación del CGPJ
"Es comprensible la dificultad que tiene el PP, porque es complicado dar con la tecla. Lo que es evidente es que ellos no han logrado dar con una estrategia que les dé resultados, porque Vox sigue muy arriba, y ellos temen que se les vaya gente con Abascal", valoran desde la dirección federal.
Pero también será muy relevante comprobar cómo se dirige Sánchez a Casado, precisamente en un momento en el que los dos partidos, PSOE y PP, reciben máxima presión para llegar a un acuerdo para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). El presidente se mostró el viernes dispuesto a negociar "ya", a ceder al máximo, siempre que el jefe de los conservadores asuma que el suyo es un Ejecutivo de coalición. El PP, mientras, pide sacar de la ecuación a Podemos. Aún no se han aproximado posturas y es probable que las conversaciones no lleguen hasta después de la moción de censura de Vox. El debate que colonizará la semana y que marcará un punto de inflexión en esta primera parte de la legislatura, cuando aún no se ha cumplido un año de las elecciones del 10-N.
Entre Italia y el Papa
La moción de censura de Vox (21 y 22 de octubre) estará empaquetada entre otras citas importantes del Gobierno durante la semana. Así, el martes 20, se celebrará en Roma el 17º Foro de Diálogo Italia-España, en el que participarán la vicepresidenta cuarta, Teresa Ribera, y la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. La cumbre será clausurada por la tarde por Pedro Sánchez y el primer ministro italiano, Giuseppe Conte. El día que tiene el líder socialista con la agenda despejada es, precisamente, este lunes, cuando aprovechará para seguir preparándose el debate frente a la ultraderecha.
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