Torra y Aragonès suturan una nueva división en el Govern

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Xabi Barrena / Fidel Masreal

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La política se rige a veces por leyes físicas. Las de toda la vida, nada de complicaciones cuánticas. Así, la acepción catalana a las tres leyes de Newton podría resumirse en que cada vez que el Gobierno central, por su gran masa, o sea poder, ejerce su influjo gravitatorio sobre el Govern de la Generalitat, los dos socios (JxCat y ERC)  se cohesionan y tratan de resistirse unidos, fútilmente, a la fuerza de la Moncloa. Y cuando está desaparece, o bien se olvida, los dos corpúsculos del Executiu se distancian y se tiran los platos por la cabeza de manera cada vez menos disimulada.

Esta semana ha sido un perfecto ejemplo de esta lectura newtoniana de la política catalana.. Tras un inicio de la crisis por el covid-19 caracterizado por los ataques bajo la mesa de la parte convergente del Govern a la mitad republicana, que tiene la sanidad y la educación en sus manos, de repente las desconfianzas se han tornaron en solidaridad y en voluntad de arrimar el hombro, por obra y gracia del Gobierno central y su decreto de estado de alarma.

Y pasados los días, y a cuenta del presupuesto de la Generalitat, que ya exhibe un histórico propio como causa de desavenencias internas, vuelta las andadas. Fue la ‘consellera’ de Presidència, Meritxell Budó, la que el martes apuntó que “en estos momentos la situación lo cambia todo y si hace falta replantearse los presupuestos se replantearán”. Ni la Conselleria de Economia ni los ‘comuns’, artífices del pacto, sabían nada.

En una entrevista a este diario publicada este miércoles, el titular de Territori, Damià Calvet, dijo que le “constaba que desde Economia se están revisando los presupuestos muy rápidamente todas las partidas preparadas” añadió que más que urgente aprobarlos, lo urgente era “que dieran respuesta a la ciudadanía”.

Según fuentes de Economia nadie ha revisado nada en ningún momento, básicamente porque “es absolutamente imprudente e inviable abrir el debate de unas nuevas cuentas” y lo que era perentorio era aprobar este proyecto de cuentas. “La ley de presupuestos permite hacer modificaciones, por tanto, se pueden reasignar créditos a nuevas prioridades”, apuntilló esta voz técnica del departamento.

Ciudadanos interviene

A todo esto coincidió que Ciudadanos, finalmente y como estaba anunciado, presentó los presupuestos al Consell de Garanties Estatutàries al considerar que “no son útiles para afrontar los retos sociales y económicos a raíz del coronavirus”. Si el CGE ve atisbo de que las cuentas son anti-estatutarias, la aprobación definitiva se demorará un mes. Algo que sirvió a Pere Aragonès para tachar de “irresponsables” a los naranja por provocar tal retraso. Una forma como otra de arremeter una coz a sus socios, pero en la espinilla de la oposición por aquello de guardar las formas.

El ‘president’Torra también arremetió contra Ciudadanos y, quién sabe, si contra los suyos. De los irresponsables solo pueden salir decisiones irresponsables. Tener los presupuestos hoynos permitiría disponer de 3.000 millones más y variar las asignaciones para atender mejor a la lucha contra el coronavirus”.

Visto el panorama, quien inició el penúltimo rifirrafe en el Govern, Budó, plegó velas y siguió el camino empedrado por Torra. La ‘consellera’ hizo votos por aprobar de inmediato las cuentas  y hacer las modificaciones pertinentes después.