Eduardo Ranz, miembro del grupo de asesores del Gobierno en Memoria Histórica

"No se pudo exhumar a Francisco Franco en 72 horas"

Abogado Eduardo Ranz Memoria HIstórica

Abogado Eduardo Ranz Memoria HIstórica / JOSÉ LUIS ROCA

Juan José Fernández

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"Exhumar a Franco es a Pedro Sánchez lo que traerse a las tropas de Irak fue a Zapatero", le dijo el abogado experto en pleitos de la Memoria Histórica Eduardo Ranz al propio expresidente. Fue hace unos meses, cuando coincidieron en un acto socialista en el barrio madrileño de Vallecas. Y José Luis Rodríguez Zapatero le contestó: "Me parece que sacar a los soldados de Irak fue más fácil que sacar a Franco del Valle de los Caídos".

Lo cuenta Ranz tras finalizar un intenso año en el Ministerio de Justicia, como miembro del grupo de juristas y técnicos que han asesorado al Gobierno en temas de Memoria. "Hace trece meses, cuando me llamó la ministra [Dolores Delgado] para mí fue un honor como español", cuenta.

La exhumación de Franco se convirtió en un almendra de la acción política del Gobierno Sánchez al poco de la investidura, en junio de 2018, cuando el dirigente socialista Andrés Perelló divulgó la iniciativa, y, posteriormente, el propio Sánchez la confirmó en un corrillo.

Pero la orden-emblema de la exhumación no ha podido ser tan expeditivamente cumplida como la que Zapatero dio de retorno de las tropas. El Gobierno tuvo sobre la mesa un plan exprés, pero se descartó por su vulnerabilidad. Ranz presentó un borrador que contemplaba la extracción de los restos, su traslado al Instituto Anatómico Forense de Madrid, el aviso a la familia y su reinhumación en otro lugar o, si no señalaban un sitio, en un osario del cementerio madrileño de La Almudena… todo en 72 horas.

 "No se pudo sacar a Franco en 72 horas. Reconozco que el proyecto no tenía todas las garantías constitucionales como para ser acometido por un Gobierno de España…", relata.

- ¿Por qué es tan difícil en este país exhumar a un dictador?

- Quizá porque al tema le ha dado un tratamiento frívolo una parte de la sociedad a la que no se ha sabido explicar el océano legal que supone un decreto de exhumación de estas caracterísicas en una democracia.

- ¿Cómo es posible que un asunto como este se aborde pasados nada menos que 40 años de la Transición?

– Su periódico contó que la exhumación de Franco son tres horas de trabajo. Y llevamos cuarenta años para llegar a esas tres horas. En 1975 Franco es inhumado en Cuelgamuros por una comunicación del rey Juan Carlos, que firma "yo, el Rey". Es una comunicación que tiene todo el sentido del mundo: no había Cortes, ni Constitución… Se hace a través de una comunicación del rey al entonces abad, al que le entrega la custodia del cuerpo, que pasa del hospital al Valle de los Caídos por una cadena de custodia del ministro de Justicia. Había riesgo de involución y era una forma de mantener tranquilos a los militares. Tras cuarenta años de democracia, el enunciado del problema no lo podemos cambiar. No ha sido hasta el año pasado que se tomó la decisión, que es justa, razonable, pero compleja técnicamente, y que es conforme a la democracia y al entorno europeo: Hitler no está en Auschwitz, ni Mussolini en el Trastévere.

- ¿Cómo se convirtió la Memoria Histórica en uno de los ejes políticos del Gobierno Sánchez?

- Era una reclamación de la sociedad, de asociaciones, de familiares, tras seis años de inacción del gobierno del PP. Ahora temo que, si no se forma gobierno, todo este esfuerzo del último año quede en papel mojado.

- Se quedaría en un cajón el proyecto de Ley de Memoria Democrática que presentó el Gobierno el 19 de julio.

- Y seguirían en pie fundaciones que exaltan al dictador. No existe la fundación Hitler; había que hacer una reforma legal justamente para que los fines sociales de una fundación no sean exaltar el franquismo y, sobre todo, para que no renazcan con otro nombre.

- Y se perderían las facilidades para las familas que quieran exhumar restos en el Valle de los Caídos. ¿Para usted, un Valle de los Caídos óptimo es un Valle de los Caídos vacío de muertos?

- Hay que diferenciar primero los cuerpos, por qué están ahí, quién lo decidió y quién quiere hoy que salgan de allí. Si los familiares lo demandan y es posible, debería ser automático. Pero sobre todo hay que diferenciar dos cuerpos: el de Franco, que no cayó en la Guerra Civil, y el de José Antonio, que sí cayó pero está en lugar preeminente, y eso también se debe resolver. Debe estar en el Valle, pero no en lugar preeminente.

- El Gobierno no tenía claro dónde colocar los restos de Primo de Rivera

- Es que no llegó el momento de plantearlo. En mi opinión, hay que hacer una resignificación del Valle en conjunto, no por elementos. Otra cosa es que la exhumación del dictador sea lo más visible para esa resignificación, que ha de ser reposada, con un buen cuerpo jurídico, explicada en un preámbulo… El Valle ha visto pasar la democracia, pero la democracia no ha entrado en el Valle.

- La acción de Memoria Histórica del Gobierno se movía entre una derecha hostil y una parte de la izquierda partidaria de volar el Valle de los Caídos...

- Yo creo que el Valle no se debía haber construido nunca, pero, una vez construido, no soy partidario de volar nada. Se debe dar la posibilidad a las familias que quieran exhumar, y resignificar aquello intelectualmente, con una idea de continuidad, no de eliminación. Ese debate, cuando se aplica el sentido común democrático, desaparece.

- En tiempos del ministro Ramón Jáuregui en Presidencia se llegó a considerar ideas como que los 34.000 nombres de los muertos que yacen allí se inscribieran en lápidas, al estilo del Memorial de la Guerra de Vietnam… ¿Los nombres de los enterrados allí deben figurar en placas? Se lo pregunto el mismo día que el BOE publica más de 4.000 nombres de asesinados en Mauthausen.

- Creo que sí. Muchas familias del bando republicano no han sabido que sus familiares estaban en el Valle, y se han pasado decenios llevando flores a una fosa vacía. Mientras, los del mal llamado bando nacional tenían reconocimiento en el papel. Sobre exhibir los nombres de los muertos, deberían pronunciarse las familias. Yo creo que sería de justicia que fueran visibles sus nombres.

- ¿Y juntos? Es complicado, tanto como sacar cuerpos.

- En el Valle, los que en peor estado están son los que entraron los primeros, es decir, los del bando nacional. El Valle está pensado para meter cuerpos y que nunca más salieran. Se construyó con esa mentalidad. Tiene aforo para 60.000 cuerpos y hay 34.000. Los últimos enterramientos se produjeron en 1983, de familias que lo pidieron. Hay 18.000 del bando republicano y algo más de 15.000 del nacional, pero en un primer momento se pensó para albergar a todas las víctimas del bando nacional. En la cúpula, por dentro, se ve la idea de reconciliación que tenía el franquismo: tres banderas, la carlista, la falangista y la franquista –es una idea contradictoria, por cierto: está Franco, está Primo de Rivera, pero ningún líder del carlismo, porque ya había tensiones con ellos–. Y luego están aquellos a los que se les robó la identidad, a los que no se les consideraba españoles. Un monumento a la victoria de unos sobre otros del mismo país. No hay cosa igual en Europa. La primera víctima del franquismo fue la verdad. Y la segunda, la cultura.

- Y el derecho, el de las familias de los muertos…

- El ejemplo más duro que he visto en este proceso es el de Mercedes Abril. Tiene 86 años. La última vez que vio a su padre tenía tres. Fue a la escalinata de Cuelgamuros en silla de ruedas, subió como pudo, con un bastón, miró por un ventanuco las cajas donde seguramente está su padre y dijo: "Siento que está ahí dentro".

- Y pese a la oposición de los frailes que custodian el Valle.

- Hay que diferenciar la figura de personajes como el actual prior, que pasa de Falange Española al Valle de los Caídos con una tesis en el CEU por medio, de la figura de una Iglesia mucho más progresista, abierta, alejada del franquismo, que ha intentado hacer encuentros humanitarios para que este camino sea posible.

- Las fotos de esta entrevista se han hecho en la catedral de la Almudena, donde quizá acabe Franco…

- Eso está pendiente de deliberación. El Tribunal Supremo tiene la posibilidad de permitir la entrada de la democracia en el Valle de los Caídos. Yo creo que la opción de Mingorrubio (El Pardo) es la más sensata y respetuosa.

- ¿Con guardias civiles vigilando?

- Hay que garantizar una cierta seguridad. No creo que se vaya a producir ningún acto de profanación, como tampoco deben permitirse actos de exaltación.

- El Gobierno anunció fechas de exhumación que no se cumplieron. Fue por la oposición mostrada por un colega suyo, el abogado Utrera Molina, representante de los Franco. ¿Cómo vivían en el Ministerio este pulso jurídico?

- Es el Estado de Derecho. Tienen la posibilidad de acceder al a vía judicial y así lo han hecho. No le conozco personalmente. Solo he recibido mensajes que ha tenido a bien enviarme por email, en los que me expresaba una opinión que es muy diferente de la mía. Vamos, que no era para quedar a tomar un café como amigos. Todo esto es reflejo de la complejidad legal que rodea al Valle.

- ¿Hasta qué punto la política de Memoria Histórica del Gobierno dio más votos a Vox?

- Un buen trabajo en Memoria se tiene que hacer alejado del revanchismo y desde una visión colectiva, de Estado. Este año se ha hecho un buen trabajo en materia de Memoria. Hay 114.226 personas en las cunetas y a eso se le está poniendo una solución. Si ha dado más votos a Vox, habrá que preguntárselo a sus electores.

- ¿Algún otro lugar de la Memoria le ha impresionado tanto como el Valle?

- Más que un lugar, un tratamiento. Fue en La Barranca, en La Rioja, una fosa en la que ejecutaron a más 400 hombres. Sus mujeres caminaban cada día cuatro kilómetros de ida y cuatro de vuelta, con frío o calor, y los niños de la mano, hasta donde estaban los maridos. Era hace 60 años; unas heroínas. En democracia llegó la posibilidad de exhumar, pero sus descendientes decidieron que todos esos cuerpos deben quedarse juntos. Se dignificó la fosa y se hizo un memorial. Me impresionó.