LA NUEVA LEGISLATURA

La cara b de la investidura de Sánchez

Pedro Sánchez recibe a Pablo Iglesias, el pasado 11 de junio.

Pedro Sánchez recibe a Pablo Iglesias, el pasado 11 de junio. / periodico

Gemma Robles

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El líder del PSOE, Pedro Sánchez, y sus estrechos colaboradores José Luis Ábalos y Adriana Lastra han cerrado una primera ronda de conversaciones sobre la investidura con casi todos los grupos parlamentarios. Bildu y Vox han sido la excepción. Los dirigentes socialistas han diseñado estas negociaciones desde 123 escaños de partida y dos perspectivas distintas. Con dos pantallas (metafóricas) sobre la mesa: en una tratan de sintonizar la imagen de Sánchez investido y estudian posibilidades y costes calculadora en mano, a fin de que den los números de la mayoría absoluta, 176 votos sin descontar diputados suspendidos, o haya más 'síes' que 'noes' en segundo intento. En la otra, pretenden vislumbrar el día después de que haya presidente y buscan cómo hacer realidad una legislatura sostenible sin depender del independentismo catalán en el Congreso.  

EL PERIÓDICO ha consultado a distintas fuentes conocedoras del contenido de esos encuentros para desentrañar los 'otros mensajes' que el aspirante y su equipo están sugiriendo a los líderes políticos o a sus entornos en estos días, más allá de pedirles aval o un compromiso de no bloqueo. Se da vueltas a las posibilidades de un pleno de investidura que la mayoría sitúa entre el 5 y el 10 del julio. Pero hay más. Una vez que PP (66 diputados) y Cs (57) han dado un portazo a la posibilidad de abstenerse -al menos por el momento- y se empiezan a explorar, con reticencias, las potenciales sinergias o fórmulas de "cooperación" con Unidas Podemos y sobre todo con sus 42 escaños, también se digiere que ERC puede resultar imprescindible para resultar investido. A este respecto se subraya que el gesto de los republicanos deberá ser gratuito o de mínimo precio para resultar viable.

¿Eso es realista? En semanas se comprobará si una simple apelación al voto en conciencia para evitar repetición electoral y darle otra oportunidad a "las tres derechas" es suficiente o toca exhibir más cintura política. Los socialistas insisten en que no quieren firmar hipotecas con el secesionismo. Las fuentes consultadas explican que el horizonte de un final de verano o un principio de otoño con sentencia del Tribunal Supremo sobre el 'procés', y los anuncios de los partidos que sustentan al Govern de que habrá una "respuesta" hacen temer que, "en el mejor de los escenarios", haya adelanto electoral en Catalunya. "Ese simple panorama de precampaña ya haría impensable para el PSOE tener alguna dependencia seria en el corto-medio plazo por ejemplo de ERC", puntualiza alguno de los interpelados por este diario. Y eso, añade, sin pensar en que la contestación a la sentencia puede ser de "mayor voltaje".

Presupuestos y un paquete legislativo básico

Mientras los participantes en las citadas conversaciones hacen esas reflexiones, los socialistas elaboran borradores en los que se imaginan posibilidades y límites de una convivencia con los morados, incluyendo medidas socioeconómicas de supuesto interés común, y se entra con los regionalistas cántabros en detalles y letra pequeña que en el futuro deberá ser bendecida en Consejo de Ministros. Se sondea si algunos de los vetos declarados como definitivos para la investidura -como el de Coalición Canaria en caso de que haya alianza con Podemos o el del PNV si hay acercamiento a Unión del Pueblo Navarro- pueden evaporarse cuando Sánchez ya sea presidente y, de ese modo, se abra la puerta a la aprobación de Presupuestos y una serie de reformas legales de calado en meses venideros.

Se coloca en ese paquete de 'básicos' la financiación autonómica (clave para conseguir el respaldo tanto inminente como a largo plazo de Compromís); la reforma del sistema de pensiones o la legislación laboral, además de un puñado de leyes de interés social susceptibles de atraer "voto transversal" en el Parlamento. Buena parte de los consultados, en este contexto, concluyen de la primera ronda de reuniones y posteriores conversaciones cruzadas entre partidos que PP y Cs colaborarán "a su manera" en esa gobernabilidad sin independentistas, restando de paso cierto protagonismo a Podemos, en aquellas cuestiones que puedan encuadrar ante sus votantes y seguidores como "pactos de Estado".

Batalla por liderar la oposición

Catalunya, la política exterior o medidas urgentes si fuesen necesarias de carácter económico (la posibilidad de un empeoramiento generalizado de la economía global y española ha ocupado minutos en los 'tú a tú' con Sánchez, así como el reparto de poder en Europa) podrían incluirse en ese saco. El líder de los socialistas, si pasa el trámite de la investidura en julio o en septiembre, tendrá en su mano decidir después a quien unge simbólicamente como líder de la oposición, si a Pablo Casado o a Albert Rivera, aunque oficialmente el puesto le corresponda al popular. Sabe que hay una batalla feroz entre ambos por alcanzar ese trono, así como el del jefe del centroderecha, y tendrá la posibilidad de sacar rédito a esa rivalidad. Seguramente, de la postura que adopten los naranjas, a los que se presiona sin descanso desde distintos ámbitos nacionales e internacionales para que viren hacia una abstención, dependerá de a quién le dé Sánchez más posibilidad de exhibición, ya sea en el acuerdo o en el desacuerdo.