CITA CON LAS URNAS

Resultados electorales en el área de Barcelona: El cinturón apuesta al rojo

ESPECIAL MULTIMEDIA | Las grandes batallas electorales de 2023

Núria Marín vota en un colegio electoral de L'Hospitalet.

Núria Marín vota en un colegio electoral de L'Hospitalet. / periodico

Víctor Vargas Llamas

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En el volátil mercadeo electoral, el área metropolitana ha vuelto a mostrar su fidelidad al socialismo. En las anteriores municipales fueron de los pocos feudos que resistieron la brusca sacudida que venía encajando en las diferentes citas electorales el proyecto desnortado de un PSC asediado por la irrupción de nuevas fuerzas progresistas, el empuje liberal de Ciudadanos y el creciente protagonismo del desafío independentista. Cuatro años después, la incógnita era conocer si los adversarios aprovecharían un posible desgaste de los gobernantes locales o si, por el contrario, se prolongaría su hegemonía a rebufo de una revitalización socialista en toda España. La respuesta habla de un mapa municipalista en la primera corona barcelonesa que redobla su apuesta por la ficha roja.

El envite se revela infalible en ciudades como Santa Coloma, con Núria Parlon revalidando la mayoría absoluta y con sus 17 representantes cuadruplica los registros del segundo partido, esta vez Ciudadanos. O en Cornellà, donde Antonio Balmón engrosa su presencia en el consistorio con tres nuevos ediles, hasta los 14, que le permitirán volver a gobernar sin necesidad de pactos. Los mismos asientos e idéntica tranquilidad tendrá Núria Marín en L'Hospitalet, aprovechando el pinchazo de L’Hospitalet En Comú Podem-En Comú Guanyem, que pierde dos de los cinco ediles que la confluencia obtuvo por separado en la cita del 2015. 

La pujanza del PSC se evidencia también en localidades como Sant Boi, donde Lluïsa Moret mejora su balance de las últimas municipales y se adjudica tres nuevos asientos, hasta los 13 que se requieren para la mayoría absoluta. O en Esplugues, con Pilar Díaz mejorando sus resultados, de 9 a 11 ediles, y ganándose el derecho a no depender de ninguna otra formación. Raquel Sánchez retiene el bastón consistorial de Gavà y con 11 asientos podrá prescindir de CiU (Junts per Catalunya en los actuales comicios), al que recurrió para poder gobernar desde el 2015. En Sant Feliu de Llobregat, el panorama no resulta tan favorable para el PSC, con 6 de los 11 ediles que marcan la raya de la mayoría absoluta, pero se ha ganado ser la primera opción para tratar de gobernar al volver a ser la fuerza más votada.

La sucesión de Tejedor

Más allá del protagonismo de los barones socialistas metropolitanos, otras ciudades refuerzan la tesis de que en las urnas municipales a menudo pesan más los nombres que las siglas, como demuestran dos candidaturas situadas en las antípodas ideológicas. La máxima se escenifica sin ambages en Badalona, donde Xavier García Albiol se ha postulado renegando de las credenciales populares por temor a acabar engullido por la espiral destructiva que engulle a los conservadores. "Le voy a votar a él [por Albiol], no al PP", comenzaba el revelador vídeo con el que el alcaldable descorchaba su campaña electoral. Y a fe que la jugada le ha salido bien. El veterano dirigente vuelve a ser la opción más votada, incluso gana un edil, hasta los 11, pero se queda a tres de la mayoría absoluta y dependerá de los seis votos del PSC de Álex Pastor para recuperar la alcaldía. 

Un personalismo que también se ponía a prueba en El Prat, donde se ventilaba la sucesión de un histórico como Lluís Tejedor y sus 37 años con la vara de mando. Había que dilucidar si la inercia de su legado contaría con el suficiente fuelle como para aupar a Lluís Mijoler, su sucesor, que se presentaba bajo las siglas de El Prat en Comú, despojados de la sinergia con Podem. Mijoler ha comenzado con buen pie su singladura igualando los 11 asientos de su predecesor cuatro años atrás, a dos de la mayoría absoluta. 

Sobre el tapete municipal también había interés por certificar el alcance de las desavenencias en la coalición En Comú Podem, en buena medida por las discrepancias sobre el posicionamiento ante la causa soberanista y que explica el cisma en una treintena de localidades barcelonesas en las que podemitas y comunes han concurrido por separado y han visto divididos sus réditos, como se comprueba en plazas tan significativas como Cornellà, donde han visto reducidos los siete asientos del 2015 (incluyendo a ICV) a dos para cada una de las formaciones. La máxima se repite en Sant Boi, donde han cosechado dos cada una de ellas, lejos de los seis cosechados en los anteriores comicios.