Debate Electoral en RTVE

Venir a cenar y no a ser cenado

Nervios entre los equipos que escoltaban a cada candidato en su primer encuentro televisivo a cuatro

Debate electoral en TVE

Debate electoral en TVE / TVE

Juan José Fernández

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"Por favor, déjenme pasar. Soy cronometradora de la Federación Española de Baloncesto y llego tarde", dijo una mujer azorada intentando sacar el DNI del caos de su bolso ante la gran cola de periodistas formada a la entrada del complejo de RTVE en Prado del Rey (Pozuelo, Madrid).

Dos horas antes del debate electoral, ella, por estar en la intrahistoria del evento, se podía permitir no ocultar sus nervios. Lujo inalcanzable para los candidatos en una noche crucial de campaña, obligados a comunicar por fuera que llegan a la tele como comensales invitados a cenar, aunque por dentro cavilara cada uno cómo evitar ser parte del menú.

Los coches de los cuatro rivales han ido llegando a las puertas de TVE con exactitud suiza, separados por intervalos de diez minutos según sorteo, con casi la misma majestuosa frenada de los carruajes a la puerta de Dowtown Abbey, todos silenciosos y de color oscuro. Primero, un Passat del que descendieron Pablo Casado y su esposa, Isabel Torres. Después, el A8 presidencial de Pedro Sánchez y su jefe de gabinete, Iván Redondo. Luego, un Lexus gris marengo del que se bajó a solas Albert Rivera. Por último, un Golf menos reluciente del que salieron Pablo Iglesias y su jefe de gabinete, Pablo Gentili.

En el plató de televisión al que se dirigían se iba a servir como banquetePor eso algunos miembros de los séquitos de los candidatos daban la impresión de entrar con los cubiertos en la mano.

Equipos

Para evitar las dentelladas, cada candidato se ha hecho escoltar por un pequeño war room de comunicación en un furgón complementario. El ministro de Fomento, José Luis Ábalos, al frente del socialista. Comandando el del PP y con corbata de franjas rojigualda sobre fondo azul, el secretario general Teodoro García Egea. Liderando a los de Ciudadanos, el periodista y secretario de Comunicación Fernando de Páramo. Y encabezando al de Unidas Podemos, su jefe de Comunicación, Juan Manuel del Olmo. Ninguno de estos guardias de corps ha esbozado apenas una sonrisa al llegar... ni al salir, a excepción de la coportavoz de Podemos, Ione Belarra.

Recibían a los candidatos y los llevaban a acribillar al photocall la administradora única del ente público, Rosa María Mateo, el director de TVE, Eladio Jareño, y la directora de RNE, Paloma Zuriaga. “No llueve, menos mal, y hay una luz preciosa”, comentaba por detrás del enjambre de fotógrafos María Escario, implicada en la organización.

Solo García Egea, Redondo, Páramo y Gentili han podido pasar con sus jefes al Estudio 1 de TVE, recién reformado, donde los esperaba el periodista Xavier Fortes. El último gran evento televisivo que albergó antes ese mítico plató fue la grabación del Especial Nochevieja.

Dentro, entre las cámaras que han intervenido en la emisión, cuatro estaban logotipadas con un cartel de cada partido de dos palmos de alto por dos de ancho, para que los candidatos supieran bien cuál es su cámara en el minuto de oro. En ese momento clave no conviene perder la mirada directa al objetivo.

Esa mirada fija ha formado parte de la liturgia de comunicación no verbal desplegada por los púgiles. Valiosa gestualidad también, por ejemplo, de las manos: tres candidatos con las dos entrelazadas sobre el atril, y uno, Iglesias, con una en un bolsillo y la otra moviendo papeles. O la pisada: tres candidatos con los pies bien asentados ante el púlpito, y uno, Iglesias otra vez, con uno de sus zapatos pisando permanentemente la base. O, en fin, las muñecas: reloj deportivo de correa de piel y esfera negra Pablo Casado. Reloj más común de esfera blanca y correa metálica Albert Rivera, que lucía además una pulsera naranja. Muñecas sin relojes los de la izquierda, con camisa abotonada Pedro Sánchez y a pelo y remangado Pablo Iglesias 

Sin cenar

El resto de los séquitos de cada candidato ha seguido la batalla nerviosamente una planta por encima, en cuatro salas del mismo tamaño, en un pasillo que huele a nuevo, pared con pared de cristal y cemento, modernas y austeras, en las que el elemento más lujoso es un monitor de televisión de 56 pulgadas.

Frente a cada tele, un sofá, dos sillones y tres sillas sobre los que, durante la mayor parte del debate, ha reinado el sonido de cada receptor sobre un tenso silencio y una afanosa mensajería móvil de los acompañantes. Apenas salían murmullos al pasillo.

Por detrás, una mesa con mantel blanco, copas, platos y demás utillaje entre el que deambulaba un hermoso pastor alemán policía en la última revisión de seguridad, justo antes de que dos camareros desplegaran un cátering de "sándwiches, refrescos, agua y café; nada más", según fuentes de TVE, y que se ha quedado -muchos nervios, ya se ha dicho- la mitad sin consumir.