Junqueras completa su plan

Oriol Junqueras, este viernes en Sant Vicenç dels Horts.

Oriol Junqueras, este viernes en Sant Vicenç dels Horts. / periodico

Xabi Barrena

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Cuando Oriol Junqueras llegó, en el 2011, a la presidencia de ERC lo hizo, como quien dice, con un plan a largo plazo bajo el brazo. Creía el republicano que si el objetivo era convertirse en el primer partido de Catalunya  -poco menos que una utopía por aquel entonces en que CiU contaba con 62 escaños y ERC, 10- debía ampliar sus fronteras. Puede incluso decirse que pensó que ERC debía ampliar la base, en un concepto estratégico que, posteriormente, ha aplicado al propio independentismo.

El espejo en el que Junqueras se miró fue la propia CiU, una federación de partidos que acogía en su seno fronteras ideológicas tan dispares como la socialdemocracia (así se definió CDC en 1974) y el conservadurismo duro religioso de Josep Miró i Ardèvol. El manto que agrupaba a ese abanico ideológico era el del catalanismo más o menos nacionalista.

La idea de la ‘CiU de izquierdas’ fue tomando forma a medida que el ‘procés’ daba sus primeros pasos, a partir de las elecciones del 2012. La ocupación del centro de la escena política catalana del independentismo propició una serie de movimientos internos en los partidos de los que ERC ha tratado de sacar rédito. Las fronteras de esa ‘CiU de izquierdas’ se dibujaron intuitivamente desde el principio: de las puertas de CDC (ahora PDECat) a las de la CUP.

Primero el PSC

El abandono por parte del PSC de su reivindicación de un referéndum de autodeterminación pactado y el abrazo a las propuestas más centralistas del PSOE llevaron consigo la salida del partido por centrifugación de una serie de conocidos rostros (casi todos ‘exconsellers’) del Govern tripartito.

De todos, sobresalen tres nombres que, posteriormente, han seguido vinculados a ERC. Ernest Maragall, Toni Comín y Joan Ignasi Elena. Este último, que rompió con la disciplina del voto del PSC en el 2014 a cuenta del derecho de autodeterminación,  es el único que no ha entrado en listas, aunque si está ejerciendo de portavoz jurídico de los republicanos en el juicio al ‘procés’ del Tribunal Supremo.

Absorbido el primer espacio que tenía a mano, el del socialismo pro-referéndum, ERC se dispuso, a continuación a hacer lo propio con el espacio más a la izquierda del PSC. Hasta 2015 ese espacio estaba copado por ICV, que mantenía prietas las filas. La llegada de Ada Colau y su opa a ICV para configurar una amalgama de sensibilidades bajo el manto de la imagen de la que acabaría por ser alcaldesa abrió las puertas a los republicanos a conquistar nuevos espacios.

Y después, los 'comuns'

Desde 2015, las apelaciones a los ‘comuns’ a labrar un pacto han frecuentado las intervenciones del independentismo de izquierdas (ERC y CUP). Infructuosamente.  La vieja guardia de ICV siempre ha desconfiado de estos cantos de sirena. Aunque si hicieron mella en aquellos sectores más soberanistas de los ‘comuns’, los que, de hecho, le daban profundidad de campo.

ERC detectó, tras el ciclo electoral del 2015, el nacimiento de un voto dual basado en un apoyo a Colau, en las municipales, y a ERC, en las catalanas. Más o menos lo que ocurría en los años 80, con Pasqual Maragall, en el ayuntamiento, y Jordi Pujol, en la Generalitat. Atraer, por tanto, a los sectores soberanistas de los ‘comuns’ podría tener doble premio para ERC. El aumento de la suma propia y la resta al adversario con quien, encuestas en mano, se está jugando la alcaldía de Barcelona.

No es casual, por tanto, que el estreno de Elisenda Alamany en las listas de ERC, con su propio partido (Nova), se produzca en estas municipales. En un escenario que recuerda al del 2014 cuando el propio Ernest Maragall, hoy alcaldable republicano, fue número 2 en la lista de Esquerra pero bajo el paraguas de su propio partido (Nova Esquerra Catalana).  Como no es tampoco casual que Joan Josep Nuet, líder de EUiA, sea el 28-A el  número 4 de la lista de ERC al Congreso.

Sea como fuere, la ampliación de las fronteras de ERC, en la izquierda,  ya no da para más. Ya han pescado todo lo que podían pescar. Y en el próximo ciclo electoral se verá si les alcanza para lograr su ansiada hegemonía.