EL ONZE DE SETEMBRE

La ANC se distancia de Torra tras otra Diada masiva

Xabier Barrena / Fidel Masreal

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Más de lo mismo, pero diferente. La Catalunya independentista volvió a tomar la calle una Diada más, y van siete desde que se iniciara la era secesionista en el 2012. Pocas diferencias con las anteriores ediciones celebradas. Es decir, un millón de personas (según la Guàrdia Urbana), ambiente festivo y ni una papelera rota. Todo fue como siempre, pero esta no fue una Diada más. Fue la primera tras el 1-O, la actuación abusiva de la policía, y la judicialización, 'exilio' y cárcel del Govern que promovió el referéndum unilateral. Y es que el independentismo aún acusa el golpe del pasado otoño, algo que se expresa con la actual falta de hoja de ruta comuna entre todos los sectores.

Los intentos de los partidos mayoritarios, la posconvergencia y ERC, de conducir el anhelo soberanista ha chocado, una vez más, con la ANC, la entidad organizadora de las manifestaciones millonarias. “No estamos en el 2012”, dijo la presidenta de la Assemblea, Elisenda Paluzie, en referencia al año cero de la era independentista, “y mucho menos en el 2006”, adenda esta dirigida a la propuesta de Pedro Sánchez de hacer un referéndum “de autogobierno, pero no de autodeterminación”. Uno de los muros derribados simbólicamente en la manifestación esgrimía, de hecho, una rueda de hámster con la idea de solicitar al Estado un referéndum pactado, mientras este lo rechazaba de nuevo.

Una cosa es evidente: el independentismo ha entendido, a fuerza de golpes, que la Diada, la movilización masiva, pacífica y multitudinaria no basta ni para llevar a cabo un referéndum, ni mucho menos para conseguir el bonus de la independencia directa. Al mismo tiempo, y la presencia en la Diagonal lo avala, el movimiento civil soberanista considera que la toma pacífica de las calles es básica. Es decir, se ha pasado de creer que se conseguiría la independencia manifestándose una vez al año a considerar que el éxito de la Diada no es una causa suficiente, pero sí absolutamente necesaria.

Ante todo esto, crece la distancia entre los partidos y la calle, si por tal se entiende la ANC. Paluzie exigió al Govern que no "dilapide" el trabajo realizado por el movimiento independentista "diciendo ahora que el 1-O no era un referéndum", y le pidió que se prepare para un nuevo "embate democrático" al Estado. Paluzie lanzó un ruego cargado de crítica a Govern y partidos: "Os pedimos que nos tratéis como adultos; somos conscientes de los obstáculos, no pedimos imposibles, pero sí rigor, honestidad y determinación". Mensaje bien distinto al del vicepresidente de Òmnium, Marcel Mauri, mucho más centrado en la unidad de la sociedad catalana, el diálogo y en asumir que el 'procés' "no será rápido ni fácil".

Torra promete ir "hasta el final"

Por su parte, el ‘president’, Quim Torra, evitó el cuerpo a cuerpo con Paluzie y en unas encendidas declararaciones, le agradecía la interpelación directa: "Tiene todo el derecho a exigirnos que vayamos hasta el final. ¡Es lo que haremos!". Emocionado por la manifestación, exigió al presidente del Gobierno que sea "valiente".

Proclamas al margen, en el independentismo se asume que el futuro es "incierto y lento", según comentaba un grupo de manifestantes del Bages. "Estamos lamiéndonos las heridas del pasado año y reagrupados cada uno en su espacio, lo cual no es necesariamente malo", reflexionaba uno de ellos. "Esto es más largo de lo que pensábamos, hemos de ser más, y ser más valientes", añadía otro.

Y respecto a octubre del pasado año, recordaban cómo el 27-O pasaron de la ilusión de la tarde a la decepción de esa misma noche. Y reprochan a los políticos: "Deberían haber hablado claro, cualquier cosa antes que proclamar la independencia y luego echarse atrás". "En la conferencia de Torra de la semana pasada no hubo ni un 'cómo' piensa hacer realidad la república", lamentaba uno de ellos.

Ese es el estado de ánimo, expresado por otra manifestante. "Fuimos república por una noche... pero yo ya sabía que no se podía hacer realidad, hemos de ir poco a poco". Replanteamiento, reflexión, autocrítica pues, pero también determinación masiva del independentismo, impulsada por la situación de los presos y 'exiliados'.

Una determinación que lleva a muchos a exigir unidad a los partidos independentistas. "Puede haber riesgos, pero compartidos, son menos riesgos", reflexionaba un manifestante que blandía una pancarta con el lema: "Sin desobiediencia no habrá independencia".