COMISIÓN BILATERAL

Gobierno y Generalitat chocan en la agenda soberanista y no concretan acuerdos sectoriales

Batet (en primer plano) y Maragall, en la Comisión Bilateral Estado-Generalitat, este miércoles.

Batet (en primer plano) y Maragall, en la Comisión Bilateral Estado-Generalitat, este miércoles. / JORDI COTRINA

Fidel Masreal

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Dos lenguajes diferentes, dos estrategias enfrentadas. Tras casi tres horas y media de reunión en el Palau de la Generlitat -tras siete años de silencio-, el Gobierno del PSOE y el Govern de Junts per Catalunya y ERC han constatado en la comisión bilateral Estado-Generalitat lo que en palabras del 'conseller' Ernest Maragall, son dos lenguajes diferentes o dos interpretaciones diferentes de la palabra "normalidad" y del proyecto para resolver el contencioso soberanista en Catalunya. Fuentes del Gobierno insistían, tras la cita, en que había sido una reunión en un "clima positivo" de la que salían contentos, pese a las invectivas de Maragall en la valoración posterior de la cita, a las que el ministerio quitaba hierro.

En el fondo, dos objetivos absolutamente enfrentados. Por un lado, el de la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, tratando de demostrar que el Gobierno de Pedro Sánchez tiene un "proyecto para Catalunya", pero llevando este proyecto al terreno de la relación habitual entre administraciones -es decir, traspasos, inversiones y cooperación. Así, Batet afirmaba que el proyecto consisten en "abordar traspasos pendientes desde hace siete años, disminuir la conflictividad entre administraciones, ayuda a generar mayor confianza y lealtad institucional, ver qué inversiones son necesarias para Catalunya, qué acuerdos económico-financieros se pueden alcanzar". Es decir, agenda sectorial, orillando la cuestión de los presos independentistas y la autodeterminación.

Por otro lado, existe el interés del Govern de mantener viva la tensión soberanista. Y en este sentido, el intento fallido de Maragall de crear una comisión sobre derechos y libertades y vías de participación democrática para abordar la cuestión de la autodeterminación. "Nos ha parecido que no era pertinente", zanjaba la ministra. "La comisión bilateral ha de aplciar el marco constitucional pero no replanteárselo", subrayaba.

Pocos minutos después, Maragall comparecía minutos después cargando contra la ministra y su proyecto para Catalunya, en un tono que el minsiterio consideraba desproporcionado respecto al tono de la reunión. "En la reunión no se ha comentado lap palabra proyecto ni la más mínima definición de este proyecto, no se ha planteado ninguna idea que explique la propuesta del Estado para nuestro país, la conclusión [de la reunión] no puede ser de satisfacción", denunciaba el 'conseller' que dijo haber visto al Gobierno "más pendiente de la reunión de mañana del señor Pedro Sánchez con Pablo Casado que de la situación real de nuestros presos y exiliados que les debería preocupar a ellos también; me sorprende la friadlad con la que las instituciones del Estado se habla de estos temas". Maragall tuvo que conformarse con una advertencia y una exigencia de perseverancia a la hora de abordar la cuestión del derecho de autodeterminación (que "no existe", insistió la ministra al ser preguntada): “aguantaremos, insistiremos”. Palabras contundentes sin dejar, eso sí, de recorrer el camino de la negociación con el Estado en asuntos sectoriales. Y sin poner un calendario ni ultimatums pese a la referencia del 'expresident' Carles Puigdemont a un determinado período "de gracia" del Gobierno del PSOE. 

Sin concreciones

Así las cosas, en el terreno de las concreciones sectoriales, tampoco ningún acuerdo. Ni tan solo en la desactivacion de recursos del Gobierno al Constitucional en leyes de alta sensibilidad social. Eso sí, ambas partes se han comprometido a activar las comisiones bilaterales sectoriales sobre infraestructuras, política económica y financiera y transfernecias pendientes y también cinco subcomisiones como la que tratará de evitar la conflictividad ante el Constitucional. En todo ello, Batet mostraba buena voluntad al mismo tiempo que reclamaba al Govern que participe en los organismos multilaterales. La inconcreción era tal que la ministra afirmaba, por ejemplo, que en materia de infraestructuras, el objetivo es "hacer un esfuerzo con Catalunya" y señalaba, sin más, inversiones pendientes como la de la Sagrera o el corredor mediterráneo. Así las cosas, la conclusión de Maragal era: "será difícil, será largo, será duro, pero tenemos un calendario, es la única nota positiva". Nadie se levanta de la mesa, pese a que, cmoo era previsible, los acuerdos sectoriales son inexistentes y la visión del conflicto catalán, opuesta.