PERFIL

Así es Jorge Rodríguez, el presidente de la Diputación de Valencia

Jorge Rodríguez, presidente de la Diputación de Valencia, cuando prometió su cargo

Jorge Rodríguez, presidente de la Diputación de Valencia, cuando prometió su cargo / periodico

Nacho Herrero

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Mientras el socialista Jorge Rodríguez (Ontinyent, 1979) soplaba este martes las 39 velas de su tarta de cumpleaños, la UDEF acababa de perfilar la operación en la que el presidente de la Diputación de Valencia ha sido detenido este miércoles. El que durante años había sido el más evidente 'delfín' del PSPV se ha quedado finalmente varado tras haber perdido el rumbo ya hacía algunos meses al verse desplazado del tablero sucesorio del socialismo valenciano.

Cuando en las elecciones del 2011 la Comunitat Valenciana se confirmó como una enorme explanada del Partido Popular, el joven Rodríguez, con apenas 32 años, conquistó la alcaldía de Ontinyent ayudado por Compromís y Esquerra Unida. Desde esta no tan pequeña 'aldea gala', empezó a hacerse un nombre dentro y fuera del PSPV.

Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Miguel Hernández, estaba aún 'verde' para dar el salto a la secretaría general y acertó al decantarse por Ximo Puig en las primarias de los socialistas valencianos que derrocaron a Jorge Alarte en el 2012, pero muchos apuntaban ya a él como relevo si en las elecciones del 2015 no hubiera habido vuelco electoral en la Generalitat.

Premio de Puig

En esos comicios, Rodríguez arrasó en su pueblo y esa mayoría absoluta sirvió de aval para que Puig le premiara con la presidencia de la diputación. Con 36 años se convirtió en el presidente más joven de la corporación provincial, a la que llegó con el objetivo de profesionalizar y borrar la profunda huella de la corrupción que habían dejado los mandatos del popular Alfonso Rus.

Había que abrir las ventanas, de ahí por ejemplo que se cambiara el nombre de Imelsa, la empresa de la corporación de la que había sido gerente Marcos Benavent, el Yonki del Dinero, por el de Divalterra.

A Rodríguez le entraron las prisas por seguir ascendiendo. La creciente fortaleza de Puig le desaconsejaba presentarse como alternativa interna y bajo su ala no brillaba tanto como quería. Le siguió al lado de Susana Díaz en las primarias del PSOE y salieron escaldados; le siguió en las del PSPV pero de la victoria 'solo' sacó el cargo de portavoz de la ejecutiva nacional y empezaron a salir otros nombres como posibles sucesores de Puig. Cuando amagó con presentarse a las primarias provinciales contra la 'sanchista' Mercedes Caballero, a él nadie le siguió. Tampoco Puig.

Un núcleo de poder propio

Había quedado descolocado y afloraron los nervios. Intensificó el uso que ya había comenzado a hacer de Divalterra para crear su propio núcleo de poder interno y reimpulsar su carrera. Ahora de una manera más descarada y que empezó a levantar sospechas.

Ante las muchas dudas sobre sus nombramientos, desde la propia Diputación se llegó a pedir un informe externo que desaconsejó nuevas contrataciones de alta dirección. No está aún claro si, pese al aviso, Rodríguez siguió adelante con su plan pero lo que sí parece confirmado es que sin horizonte, el delfín había perdido el norte.