ROCES ENTRE SOCIOS
PDECat y CUP: Enemigos íntimos
El 'conseller' Rull avisa a la CUP de que sus "ofensas" restan apoyos al 'procés', en un nuevo capítulo de los desencuentros entre el PDECat y los anticapitalistas
La réplica, ayer, del conseller de Territori, Josep Rull, a la CUP acusándola de "gesticular" y provocar con sus "declaraciones ofensivas" que disminuya el apoyo a la independencia es el último capítulo de las tensas relaciones entre el PDCat y los anticapitalistas, dos enemigos unidos por el procés. En declaraciones a RAC-1, Rull censuró el cartel en el que llama a "barrer" a Artur Mas y las declaraciones de Anna Gabriel instando al 'president' a apartar a Santi Vila por haber impulsado la querella contra Arran por las acciones contra el modelo turístico. "Los actos vandálicos son vandálicos aunque defiendan un principio legítimo", subrayó el conseller.
Los desencuentros entre las dos fuerzas vivieron uno de sus puntos álgidos tras las elecciones del 27-S del 2015, en las que la CUP se erigió en llave del futuro Govern para implementar la hoja de ruta soberanista. Y el principal escollo para un acuerdo fue, precisamente, Mas, aspirante a ser reelegido 'president' y a quien los 'cupaires' consideraban un "candidato quemado" por su vinculación con los escándalos de corrupción y los recortes sociales. Fueron meses de #pressigCUP, de conferencias políticas y asambleas surrealistas y con la amenaza de nuevas elecciones en el horizonte ante el firme rechazo de los anticapitalistas a dar su brazo a torcer. "Con la CUP no hay nada que negociar, son los del porro y la litrona", "unos payasos antisistema es lo que son", clamaron voces de la ya extinta CDC. "Si no hay investidura, el proceso se encalla", advirtió Mas. "La CUP no puede venir con 10 diputados a cargárselo todo", reprochó Francesc Homs.
En enero siguiente, Junts pel Sí y los 'cupaires' llegaron finalmente a un acuerdo: Mas dio "un paso al lado" a cambio de que la CUP invistiera a Carles Puigdemont, relevara a dos de sus diputados y se comprometiera a no votar junto a los grupos contrarios al procés cuando estuviera en riesgo la estabilidad. "Hemos enviado a Mas a la papelera de la historia", dijo Salellas. Un año más tarde, Gabriel rememoró ante Pablo Iglesias aquellos días: "Han querido eliminarnos y aún hoy quieren destrozarnos".
La tempestad de los presupuestos
Tras unos meses de relativa calma, en mayo llegó la tempestad de los presupuestos. La CUP aprobó presentar una enmienda a la totalidad, al juzgar que no eran ni independentistas ni sociales. Puigdemont, hasta entonces prudente, clamó contra sus socios y los calificó de "destructores". El 8 de junio del 2016, tras consumarse el veto a las cuentas, el 'president' elevó la apuesta y anunció que se sometería a una cuestión de confianza.
Superada la prueba de fuego de Puigdemont, tras la cual JxSí y la CUP acordaron impulsar el referéndum, volvieron a situarse las cuentas sobre el tablero. "No habrá referéndum si no hay presupuesto", avisó Puigdemont, algo que los anticapitalistas tildaron de "chantaje".
A finales del pasado enero, y tras muchos vaivenes, el Govern consiguió el aval del Parlament a sus cuentas. Empezó entonces la pantalla del referéndum, con el 'pressing' de la CUP para fijar fecha y pregunta y, en las últimas semanas, invitando a los cargos del Govern que "no tienen claro el 1-O" a "que dejen paso".
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