Los dimisionarios de la CUP piden no dimitir de "la construcción de la República Catalana"
"Para nosotros no hay dimisión posible", advierten Busqueta y De Jòdar en su carta de renuncia
"Devolvemos el acta para seguir donde estábamos, dispuestos a seguir trabajando y luchando para hacer de la República Catalana un reflejo ejemplar de la sociedad que queremos construir". Así han coronado Julià de Jòdar y Josep Manel Busqueta su carta de dimisión como diputados de la CUP en el Parlament.
"Fruto del acuerdo con JxSí, devolvemos el acta de diputados pero, para nosotros, no hay dimisión posible. El desconocimiento de la CUP-CC les ha hecho pensar que esto nos podía hacer daño, pero el acta de diputado no nos hace más fuertes a la CUP-CC, sólo nos hace más públicos", explican los diputados a la vez que reiteran "ninguna acta de ningún parlamento puede meter ni la rebeldía ni la esperanza".
En el apartado de autocrítica, tras cargar contra los profesionales de la opinión que conforman los relatos de las mayorías, han señalado que su defecto durante estos meses ha sido "la ingenuidad de creer que un debate de país, y no solo de poder, era posible".
Además de Busqueta y De Jòdar, también han renunciado a sus escaño Antonio Baños, cabeza de lista de la CUP en las elecciones, y Ramon Usall.
- La FGE sustituye a la fiscal de Madrid por el fiscal superior de Extremadura en la querella de la pareja de Ayuso contra dos fiscales en su caso de fraude
- Este domingo puedes visitar el bosque del Prat que solo abre 10 veces al año
- 30 frases e imágenes para felicitar el Día de la Madre 2023
- Muere Carola Miró, la esposa del expresidente de la Generalitat Quim Torra
- ¿Qué supermercados triunfan más en Catalunya? La 'pole position' de la gran distribución alimentaria se distancia de su competencia
- Un muerto en un tiroteo al lado de la parada de metro de Maresme-Fòrum de Barcelona
- Catalunya se encomienda a las próximas lluvias y al deshielo para dejar atrás la emergencia por sequía
- El destino de Daniel Sancho se debate ahora entre la cárcel amable de Samui y la despiadada de Bangkok