el proceso soberanista

De Mas a la CUP, la enorme distancia

Los diputados de la CUP, en el Parlament.

Los diputados de la CUP, en el Parlament. / periodico

FIDEL MASREAL / BARCELONA

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Sí, la política es el arte de lo posible. Pero a juzgar por los gestos, declaraciones e intenciones de Artur Mas y de la CUP, hoy mismo su enlace político es algo más que una quimera. Y eso que el 'president' en funciones ha demostrado ya su habilidad negociadora a lo largo de los últimos años (con gobiernos del PP y el PSOE, con el PSC para una investidura, con el PP para los presupuestos, con ERC desde el 2010...) y que se supone que a Junts pel Sí y a la fuerza que encabeza Antonio Baños en el Parlament les une empresa histórica, la independencia.

SÍ, HAY LÍNEAS ROJAS

Este martes Mas trazó ante todo el mundo las famosas líneas rojas que su 'conseller' en funciones, Felip Puig -un veterano y gran conocedor del espíritu convergente- exigió el lunes ante un grupo de empresarios. Nada de desobedecer al Tribunal Constitucional como reclamó la CUP ("me interesan más los actos que algunos discursos", dijo a la CUP, sacando pecho por el proceso participativo del 9-N); crítica al plan antiprivatizaciones de los anticapitalistas y un tupido velo sobre el plan de choque social.

Por si fuera poco, el líder de CDC defendió de nuevo la legitimidad de su candidatura a la reelección porque le avalan 1.628.000 votos frente a loes 337.000 de la CUP. Y la guinda: las elecciones, otras elecciones, son posibles. No deseables, pero no descartables al 100%. Ah, y sobre la investigación del 3%, Mas reclamó al partido que hace bandera de la lucha contra la corrupción y que ha presidido la comisión del 'caso Pujol', que haga "abstracción" de esta investigación porque viene instigada desde el Estado. Además, avisó a los de Baños que una cosa es que le apoyen a él en la investidura (como persigue JxSí) y otra es que se cuente con ellos "para todo y en todo". Y que dialogará con todos para el día a día de la gobernanza porque la CUP "es evidente" que no ofrecerá estabilidad a la mayoría de JxSí durante un año y medio.

SIN MIEDO A OTRAS ELECCIONES

Toda una declaración de amor de un candidato que sabe, como lo sabe JxSí, que sin la CUP no hay mayoría absoluta independentista en el Parlament para iniciar la legislatura de la supuesta desconexión. La distancia entre ambos proyectos es sideral, en cuestiones también formales, porque lo primero que reprochó Albert Botran, diputado de la CUP, es que se negocie a través de los medios de comunicación. Es sagrado para la CUP guardar la discreción. También lo era para JxSí hasta ayer cuando su candidato aireó lo mal que van las cosas en terrenos esenciales del pacto. Eso sí, puso sus dosis de optimismo, que parecían más bien un latiguillo sin convicción.

¿Cómo acoge la CUP esta andanada? De entrada cabe consignar que en esta fuerza la posibilidad de otras elecciones no es una amenaza que les haga temblar en sus criterios o exigencias. Tiene más a perder JxSí, alegan. Y dicho lo cual, todo son réplicas a Mas. Cuando este afirma que no hay prisa, ellos replican que el plan de choque contra la pobreza energética no puede esperar. Cuando les pide que se olviden del 3%, replican recordando que están financiando un atlas sobre corrupción y que sobre el caso que este miércoles ha motivado las detenciones de la Guardia Civil hay indicios más que "verosímiles".

Cuando Mas esgrime su candidatura, reiteran por enésima ocasión que no le vontarán, y en ello gozan de una cohesión interna absoluta. Cuando el líder convergente cuestiona que se puede pagar el plan para dar marcha atrás a privatizaciones, alegan sin petañear que ya le darán ideas de donde sacar el dinero. Y cuando se niega a desobedecer al Constitucional como le reclamaban como primer gesto de ruptura, se preguntan por qué JxSí no es partidario de una medida que no tiene coste económico alguno sino que "solo" requiere dosis de valentía política.

CUÁNDO DESOBEDECER, ESA ES LA CUESTIÓN

Pero esta cuestión, la del TC, es indicativa de otra cuestión clave: a diferencia de lo que se acostumbra a explicar, CDC y la CUP tienen hojas de ruta hacia la independencia muy distintas. Mas habla de ir paso a paso hacia la desconexión en 18 meses. La CUP quiere gestos ya para evitar la tentación de los convergentes de que en algun momento del recorrido, tras las elecciones generales y en función de una hipotética oferta del Gobierno estatal, este camino se pare o ralentice a la espera de una negociación. La CUP le llama a esta posibilidad el "dilacionismo".

Es más, la CUP no descarta en absoluto que según como sea el resultado del 20-D, Mas obtenga la abstención de algun grupo, léase el PSC, para evitar nuevas elecciones y como gesto de buena voluntad para evitar la crisis de otros comicios e iniciar una vía de diálogo. Es el temor del partido de izquierdas que la ruptura acabe diluyéndose. Cierto es que Mas ha afirmado que no se plantea lograr la investidura con otros votos que no sean los de la CUP, como también es cierto que ha asegurado que mientras Catalunya no haya desconectado, es necesario seguir influyendo en Madrid porque las elecciones generales son "importantes para Catalunya".

CONCLUSIÓN: (CASI) SIN SALIDA

La conclusión de muchos convergentes, por mil vueltas que le den, es que la cesión a las condiciones de la CUP desnaturalizaría al partido de Mas de forma suicida. Sólo hay dos opciones: una, no garantiza tampoco el éxito, y sería que en el último minuto antes del precipicio de otras elecciones, Mas se apartara, a condición de que la CUP cediera en casi todo. No, eso tampoco haría que los anticapitalistas renunciaran a su plan social y de ruptura. Otra, que entren otros actores en escena si del 20-D se sale con otro mapa político español dispuesto a la negociación. Una y otra, altamente complejas y con caramboles que no están en manos sólo de JxSí. Por tanto, la hipótesis de otras elecciones, que serían un auténtico 'big bang' para la política catalana y para el proceso soberanista, sigue ahí, como un comensal incómodo al que no se ha invitado pero que ya se ha sentado en la mesa.