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Artur Mas: de Nadal a Romeva, pasando por Camacho y Junqueras

CiU logró la investudura en el 2010 con el PSC, se abrazó después a PPC, se asoció a ERC y ahora da por buena una lista encabezada por un exmilitante ecosocialista

El líder de ERC, Oriol Junqueras, estrecha la mano del 'president' Artur Mas, en diciembre del 2014.

El líder de ERC, Oriol Junqueras, estrecha la mano del 'president' Artur Mas, en diciembre del 2014. / LLG/seb

FIDEL MASREAL / BARCELONA

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Fue en el 2011 cuando, sonrientes ambos, Artur Mas y Alicia Sánchez-Camacho sellaron una alianzaArtur Mas Alicia Sánchez-Camacho  tan sólida que incluía el gobierno de la Diputación de Barcelona y varios ayuntamientos no menores, entre ellos el de Reus. Se trataba de garantizar la "estabilidad presupuestaria". Antes de ello, en el 2010, el jefe del Govern había logrado la investidura gracias a los votos de un PSC entonces liderado en el Parlament por Joaquim Nadal.

Los populares apoyaron las cuentas del 'conseller' Andreu Mas-Colell y Mas accedió a vaciar de contenido político las 'embajadas' del Govern. No hubo foto oficial ni solemnización del acuerdo. Probablemente por el 'efecto Majestic', el hotel que albergó el pacto -con foto- por el que José María Aznar sería investido presidente en 1996 gracias a los votos de la CiU de Jordi Pujol. Una foto que el propio expresidente de la Generalitat ha reconocido que dañó la imagen de los nacionalistas catalanes. En el 2012 se repitió el pacto presupuestario CiU-PPCPPC. "Si a alguien le molesta que el PPC sea determinante en la política catalana, que se vaya acostumbrando”, proclamó con orgullo Sánchez-Camacho.

Pero meses después sí hubo foto y solemnización al máximo del pacto de Mas con ERCERC, tan solo año y medio más tarde, en diciembre del 2012. Entonces sí que Convergència aplaudió (mientras Unió seguía la estela con indisimulada incomodidad) el acuerdo de gobernabilidad con los republicanos. Un giro en política económica -no suficiente, según voces de la izquierda, excesivo para los más conservadores de CiU- que llevó a Mas a suprimir el impuesto de sucesiones (medida inicial de su primer mandato), a recuperarlo parcialmente y a aceptar la propuesta de Esquerra en políticas sociales y fiscales más progresistas. Sin duda, mucho más que las doctrinas de la austeridad que aplicó junto a Camacho.

GIRO EN LA CUESTIÓN NACIONAL

La gran revolución no fue la política económica sino el cambio de rumbo en la cuestión nacional. De congelar 'embajadas' a ampliarlas, y de mantener el soberanismo en 'stand by' a proclamar un proceso de transición nacional del que, con todo, todavía hoy ERC se queja por falta de impulso y ritmo en asuntos clave como la creación de una Hacienda propia.

El acuerdo con ERC ha vivido, como el del PPC, vaivenes notables y pérdidas de votaciones por parte de Mas en el Parlament. Pero nunca peligró su establidad para aprobar presupuestos. Con el PP en el 2011 y con ERC incluso en plena tormenta este enero, cuando los de Junqueras pasaron del 'no' al 'sí' a cambio de convocar elecciones.

CABEZA DE LISTA PERO NO DEL GOVERN

Y de Junqueras, el 'president' ha pasado en cierto sentido todavía más a la izquierda. En cierto sentido porque el papel de Raül RomevaRaül Romeva, exeurodiputado de ICV, será el de encabezar la lista electoral pero no el futuro Govern si la candidatura vence. Mas dará un barniz más progresista, completando el giro de 180 grados aplicado a su navegación en tan solo cuatro años: de la doctrina del déficit cero sin pestañear y sin dudar en humillar a los receptores de la Renta Mínima en busca del fraude, a proclamar sin rubor alguno que CDC es progresista, defiende la política social com el que más y se siente cómodo con Romeva. Aprueba, además (al final del mandato), normas para penalizar a los bancos con pisos vacíos y aceptar una Iniciativa Legislativa Popular contra la pobreza energética, pero no por una renta de ciudadanía.

El giro de Mas, aceptado en silencio (de momento) por los sectores más liberales de CDC, tiene un eje transversal, no ideológico, no nacionalista: la pervivencia en el poder, pese al progresivo descenso de apoyo electoral. La pervivencia, la estabilidad parlamentaria y la capacidad de adaptación en beneficio de esa estabilidad.