SÉPTIMO DÍA DE CAMPAÑA

Elecciones catalanas: Candidatos a la romana

RAFAEL TAPOUNET

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Con el propósito confeso de «no dar ni un solo titular» -y, sobre todo, de intentar escabullirse del debate recurrente en torno a si la CUP propiciará, por acción u omisión, la investidura de Artur Mas (no lo consiguió)-, el candidato del partido anticapitalista, Antonio Baños, compareció ayer en el foro de opinión Primera Plan@Antonio Baños, que organiza EL PERIÓDICO, parapetado tras un discurso histórico sobre la «revolución democrática» en el que se remontó al periodo inicial de la República romana para glosar, a modo de referente del 'procés', las llamadas 'secessio plebis'. No se asusten. Las 'secessio plebis' fueron movilizaciones de carácter popular en las que los plebeyos, privados de derechos frente al poder omnímodo de los patricios, 'dimitían' de sus trabajos y obligaciones, abandonaban simbólicamente la ciudad y anunciaban su intención de constituirse en una comunidad nueva, al margen de las leyes de Roma.

El 'plebis scitum'

La última secesión plebeya de que se tiene noticia tuvo lugar en el año 287 a. C. Se conoce como la Secesión del Aventino, porque los plebeyos en rebelión se congregaron en el monte del mismo nombre. Baños no lo mencionó, pero esa revuelta popular acabó forzando al Senado a admitir que las decisiones de las asambleas de la plebe tuvieran rango de ley, obligaran a todos los ciudadanos (incluidos los patricios) y prevalecieran sobre la voluntad de los legisladores. La resoluciones que aprobaban los plebeyos en sus asambleas recibían el nombre de 'plebis scitum'. Esto es, plebiscito. Como ven,  al cabo de 2.300 años seguimos discutiendo de las mismas cosas.

Eso es algo que sabe bien Germà Bel, cabeza de lista de Junts pel Sí por la circunscripción de Tarragona y economista experto en infraestructuras, que en un acto informativo sobre esta materia celebrado ayer en el puerto de la imperial Tarraco evocó el tiempo de las guerras púnicas, aseguró que el corredor mediterráneo «lo allanó Aníbal con sus elefantes» y recordó que los romanos construyeron la Vía Augusta siguiendo el trazado de la expedición del general cartaginés. Un precedente histórico que tanto Bel como el número uno de Junts pel Sí, Raül Romeva, esgrimieron frente a la «irracionalidad» de la política de infraestructuras del Gobierno español. Por cierto, en ese mismo acto se puso de manifiesto que Romeva y Bel mantienen posiciones como mínimo discrepantes sobre el proyecto de Barcelona WorldBarcelona World, en lo que cabe interpretar como una pequeña señal de las turbulencias internas que aguardan al grupo parlamentario del que ambos formarán parte tras el 27-S.

La 'toga candida'

Puestos a buscar en la Roma clásica referentes para la presente campaña electoral, tal vez no sería mala idea recuperar la tradición de ataviar a los aspirantes a ocupar algún cargo público con una toga de un color blanco especialmente brillante (la 'toga candida', de ahí deriva la palabra 'candidato'). De este modo, resultaría más sencillo distinguir quién ejerce en cada caso de cabeza de lista, un ejercicio que en estas elecciones es para nota.

Las anómalas circunstancias de Junts pel Sí ya han sido ampliamente comentadas. El candidato a la presidencia, Artur Mas, ocupa el puesto número 4 de la lista y queda así exonerado de la pesada carga de tener que asistir a debates, rondas de entrevistas y otros rituales preelectorales igualmente fastidiosos. Pero tampoco a Romeva parecen agradarle demasiado estos menesteres, y, en cuanto puede, delega en Bel, que se ha convertido en el portavoz oficioso de la candidatura.

También el cabeza de lista de Catalunya Sí que es Pot, Lluís Rabell, tiene problemas de visibilidad. Que no es que el hombre vea mal, sino que en ocasiones cuesta distinguirlo, eclipsado como está por la larga sombra que proyecta el macho alfa de la izquierda transformadora española, Pablo Iglesias, que parece haber acampado estos días en Catalunya como si fuera Julio César en la Galia Cisalpina. Y en Ciutadans ya ni siquiera se preocupan de guardar las formas y el protocolo de campaña establece que no es Inés Arrimadas quien cierra los mítines, sino Albert Rivera, que tiene para sus intervenciones asignados siempre cinco minutos más que la candidata.

Ayer era día de debate, así que los aspirantes de la toga redujeron su actividad y el protagonismo de la jornada recayó en el portavoz de la Comisión Europea Margaritis Schinas («su nombre no es de los que se olvidan», que cantaban Los Burros), que, reincidiendo en las tesis ya defendidas por Jean-Claude Juncker, advirtió de que una Catalunya independiente «pasaría a ser un tercer Estado» respecto a la UE y debería pedir el ingreso. El pronunciamiento fue muy celebrado por Mariano Rajoy, que subrayó que «basta leer los tratados para saber que la salida de parte de un país de ese país implica su salida de Europa». Lo dijo en el Sitio de los Dólmenes de Antequera. Más que la antigua Roma, al presidente le va el megalítico.