Las armas del hijo de Marta

Oriol Pujol usó el contraataque, la ironía y el honor de la saga familiar para defenderse

FIDEL MASREAL / BARCELONA

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Cuando Oriol Pujol, afeitado y sin corbata, entró en la sala 1 del Parlament, se dirigió directamente a su sucesor en CDCJosep Rull, y le dio la mano con una amplia sonrisa. Le dio la mano como se la dan los dos equipos rivales al inicio de un partido de fútbol. Poniendo la palma como cuando se va a hacer un pulso, pero con una intención sin duda contraria. De colega. De buen rollo.

En ese momento, en nombre de CiU solo Rull Francesc Sànchez estaban en la sala. El resto (Jordi Turull, Meritxell Borràs, Mercè Jou y Lluís Corominas) entraron después. Mucho más tarde llegó Roger Muntanyola, de Unió.

Oriol Pujol desplegó sus armas: insinuación de que todo responde a un ataque a Catalunya (con aparición estelar final de una charla con el pequeño Nicolás en la que este sabía cosas que solo el propio Pujol conocía); rumores sobre líos de faldas en el PP; referencias a corrupción de otros partidos, y respuestas con preguntas, miradas desafiantes y silencios dramáticos. Dos veces hizo un chasquido con la lengua. El que se hace como diciendo: «Te he pillado».

Varias veces señaló a sus compañeros de partido, buscando complicidad, cuando defendió que él ha hecho miles de gestiones en favor de diversos sectores y sin cobrar. Y tiró de humildad al decir que era una una «carga» y por ello se apartó.

Josep Rull dedicó tanto tiempo a mirar a Pujol como a consultar su tableta (en la que durante unos minutos tenía la emisión del Canal Parlament con la imagen de Oriol Pujol, al que tenía enfrente) y a enviar mensajes de móvil. Entre otros, una respuesta al líder de ICV, Joan Herrera, sobre el proceso soberanista, en un tuit.

Esta vez no hubo paseíllo de la cúpula convergente junto a Oriol Pujol, como cuando este acudió al juzgado a declarar por primera vez en el caso ITV. A las 17,44 h Francesc Sànchez abandonó la sala. Hasta ese momento también había asistido, en tercera fila, a la comparecencia de Oriol Pujol. No pudo ver in situ una sesión que confirmó que, a falta de información sobre el origen y gestión posterior del dinero familiar, de lo que se trata en el Parlament es de algo parecido a una sesión psicológica sobre constelaciones familiares.

Marta Pujol Ferrusola, a las tres de la tarde, afirmó, por ejemplo: «Soy hija de mis padres, profesionalmente y en todo. La gente cree que nos beneficia, en otras creo que nos perjudica. Estoy orgullosa de mi familia». Su hermano Oriol tiró de sarcasmo cuando, a la pregunta de si estuvo en política gracias a su progenitor, respondió: «Si mi padre y mi madre no me hubieran parido no habría entrado en política». Y apeló al respeto filial al afirmar que solo ahora se dirige como «padre» a Jordi Pujol, al que se definía en el pasado como «el president o el expresident».

Pero Oriol es muy Ferrusola. Y se le notó, por ejemplo, cuando reprendió al diputado de ICV Marc Vidal por las preguntas a Marta Ferrusola la semana pasada. «Mi madre, de 80 años, que vino aquí sola a enfrentarse a un juicio político y usted la menospreció», le espetó.

El remate final fue el pequeño Nicolás, que le habló de conversaciones y de cosas «que solo sabía yo». Y una charla con la presidenta del PPC que le preguntó sobre su mujer. Teoría conspirativa auspiciada por las preguntas suaves de CiU.

Minutos antes Pujol hablaba de su gestión pasada mientras Rull y Corminas bromeaban relajados. Oriol ya había exonerado a CiU, había destacado la «potencia» de Mas y, muy importante, descartó que mandara sobre él. Solo proponía.

Acabó la intervención, saludó a los suyos y salió de la sala solo. Alivio en CiU, pero no muchas ganas de hablar más del tema. Ni del pequeño Nicolás.